viernes, abril 26, 2024
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Inefable 2021, por Juan Andrés Rubert

Dejamos atrás el 2020. Un año de infausto recuerdo para la retina colectiva. Imprevisible para todos. De implacables consecuencias. De miles de muertos por culpa de un enemigo invisible y feroz. De un planeta entero colapsado. Ni el Stephen King más avezado e inspirado en la escritura hubiera sido capaz de plasmar una historia como la que vivimos. La realidad, esta vez y por desgracia, sí superó a la ficción.

Una vez ingeridas las doce uvas, tuvimos la extraña sensación de que caía un enorme muro invisible. Que el coronavirus desaparecía con el 2020 y todas sus miserias. Que el 2021 era el año del cambio. Del regreso. De la vuelta a la normalidad. Es hasta comprensible. La llegada de la tan ansiada vacuna ha generado altas expectativas en la población mundial. Hay excepciones, claro está, incluso uno puede llegar a admitir cierto escepticismo o miedo, es muy humano, más allá de la compra indiscriminada de argumentos llenos de conspiración y tramas ocultas laberínticas.

Nos amparamos bajo ese pinchazo en nuestro cuerpo para volver en algún momento a la vida que antaño tuvimos. Será un camino largo, arduo, de hacer de la paciencia la mejor de las virtudes. Hará más o menos gracia la vacuna, pero es, a día de hoy, el único pasaporte hacia la añorada vieja normalidad. Ahí va un capote para el militante escéptico: que tan solo eche un vistazo a lo que han significado las vacunas a lo largo de la historia y el servicio brindado a las sociedades de cada época.

Aun así, muy a nuestro pesar, y aunque sonara bello lo de la caída del muro invisible, este desdichado monstruo vírico sigue entre nosotros. 2021 no va a ser tan diferente a 2020. Solo tiene una ventaja en la que supera a su antecesor, y es que ha ganado tiempo y algo de experiencia. Pero uno ve los terribles datos de muertos en Reino Unido, por ejemplo, y se echa a temblar. Hay que seguir muy alerta.

Y encima se añaden nuevos ingredientes. Apenas llevamos unos pocos pases del primer tercio, como aquel que dice, y ya se prevé una faena pegajosa y deslucida. Hemos vivido ya, en este 2021, un asalto al Capitolio de los Estados Unidos por parte de los seguidores de un presidente que no acepta la derrota en las urnas. Y acaba de arribar, por otro lado, un temporal extremo en España a través de la borrasca Filomena, con estampas de nieve históricas. Con imágenes muy poco habituales en nuestra piel de toro. ¿Cuál será la próxima sorpresa? Mientras, la sombra de una tercera ola y un posible nuevo confinamiento domiciliario acecha en nuestro país. Parecía insuperable todo lo acontecido en los últimos meses.

Ya ha llegado el inefable 2021, un año que, me da la sensación, genera mucha más simpatía que el año pasado. Tampoco era muy complicado. Espero que, por lo menos, nos brinde algo más que esperanza.

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