martes, marzo 19, 2024
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Datos de empleo: España mal, Madrid bien

Decíamos el 6 de enero desde estas mismas líneas que, dijeran lo que dijesen los medios oficiales y oficialistas, “el discurrir económico de España no sigue la marcha triunfal que se nos quiere hacer creer desde el Gobierno”. Entre otros datos poco halagüeños, basábamos nuestra afirmación en la preocupante -por exigua- tasa de crecimiento del PIB en el tercer trimestre, tan solo un 0,1%. Desgraciadamente, los datos de la última Encuesta de Población Activa hecha pública por el Instituto Nacional de Estadística han venido a confirmar los malos augurios que exponíamos entonces.

Según el INE, en el cuarto trimestre del año pasado se destruyeron nada más y nada menos que 81.900 empleos. Para valorar el auténtico significado del dato conviene señalar que en el último trimestre de cada año lo habitual es que aumente el número de ocupados. Pero aún más, en esta ocasión la cifra de empleos destruidos resulta amortiguada por el aumento de 20.000 que se produjo en el sector público, lo que implica que en el sector privado -auténtico motor de la economía- se destruyeron 101.900, noticia ciertamente negativa. Por su parte, el número de parados creció en 43.800, cifra que provoca un aumento de la tasa de paro hasta el 12,87%.

El carácter alarmante de las cifras es incuestionable y viene a confirmar que, con tasas de crecimiento reducidas, actualmente en la economía española se destruyen puestos de trabajo. De hecho, suele considerarse que para crear empleo el PIB español debe crecer a un ritmo del 2% anual. Por eso, todas las previsiones de crecimiento para 2023, salvo la del Gobierno, empujan a ser pesimistas respecto a como evolucionarán las cifras del mercado laboral en los próximos doce meses. Lo más probable es que acabemos este año con más parados y con menos ocupados que los existentes hoy.

Dado lo expuesto tiene interés preguntarse: ¿cómo ha sido la presentación de los datos de la EPA del cuarto trimestre por parte del Gobierno? ¿Cuál ha sido la información suministrada por los medios oficialistas? El primero ha hecho el avestruz y pasando de puntillas por los datos trimestrales, ha volcado su habitual triunfalismo en resaltar casi exclusivamente los datos anuales referidos a todo 2.022. Ya sabemos que este año ha sido óptimo para el empleo, aunque no tanto como quieren hacernos creer dado que el efecto maquillaje provocado por la reforma laboral a través de los contratos fijos discontinuos es evidente. Pero ahora mismo, lo significativo, lo relevante, lo que debe ser motivo de preocupación y de actuación por parte del Gobierno, son los datos recientes, los del último trimestre. Sin embargo, no hay manera. Moncloa publicita urbi et orbi las informaciones que cree le favorecen y casi omite referencia alguna a las que considera negativas para su imagen. Con estos bueyes tenemos que arar. En consonancia y coordinación con la política informativa gubernamental, sus medios de comunicación afines han practicado el consuetudinario seguidismo que se les requiere y por el que, a lo mejor, hasta se les recompensa. Baste un ejemplo para percibir lo que hemos expuesto. ¿Se acuerdan de los timbales y platillos que sonaron cuando España bajó de los 3 millones de parados? El eco debió llegar hasta nuestras antípodas. Pues bien, ahora cuando según la última EPA el número de desempleados ha vuelto a superar el límite reseñado, el hecho ha ocupado apenas una línea camuflada en la información oficial y oficialista ¡cosas veredes, Sancho!

Merece la pena remarcar una última cuestión. Sobre el sombrío panorama general vuelve a destacar en positivo la Comunidad de Madrid, puesto que en la región se han creado 26.400 empleos en el último trimestre. La conclusión es inevitable: mientras en España ha disminuido el número de empleados en 81.900, en Madrid ha aumentado en los citados 26.400. Sigue así siendo la Comunidad Autónoma con mayor tasa de actividad -63%-. Es inevitable relacionar estos datos con el antidemocrático y fascista escrache que le montó hace unos días la extrema izquierda en la Universidad Complutense. Y relacionarlos también con las antidemocráticas e inaceptables manifestaciones que al respecto realizaron significados socialistas. Verbi gracia, el ministro de Universidades -es lo que tiene haber sido “Bandera Roja”-, o Juan Lobato, el líder socialista madrileño.

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