viernes, abril 26, 2024
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Las bases de la geopolítica turca

Cuando hablamos de Turquía nos pueden venir amables y familiares imágenes de las series que recientemente han conquistado los hogares españoles, el interesante legado cultural milenario de Anatolia o la imagen de los feroces y sanguinarios turcos que nos ha llegado a través del imaginario colectivo, todos esos símbolos son reales pero, al mismo tiempo, matizables.

A día de hoy, mientras poco a poco abandonamos el primer cuarto del siglo XXI vamos dándonos cuenta que Turquía ha cambiado, de ser un estado laico, nacionalista y encerrado en su propias contradicciones internas como estado dividido en lo ideológico entre islamistas (que siempre estuvieron allí) y laicistas (que aún todavía hoy no se han desvanecido del todo), nos encontramos con una Turquía marcada por su singularidad histórica: entre Europa y Asia sin ser europeos ni árabes.

Por otro lado, encajonados en unas regiones postcoloniales republicanas durante décadas bajo el gobierno de los baazistas de Irak y Siria y entre el comunismo soviético en el este de su frontera y los comunismos de diverso pelaje en el Occidente. Será, sin embargo, la síntesis de Islam y nacionalismo turco de la era Evren la que configure el destino colectivo de un país que empezaba a conocerse y aceptarse a sí mismo.

Todo ello para poner fin a los violentos años setenta y encaminarse en los ochenta hacia el fin del Comunismo y, por fin, un encuentro con su propio destino, razón por la cual frente a los gobiernos turcos que van desde Suleiman Demirel hasta el actual de Erdogan, una cosa ha quedado clara: Turquía debe tomar su lugar en el mundo en base a su propia estructura identitaria.

En primer lugar el término que se planteó fue el del turanismo. Tras el fin de la URSS las regiones del Centro de Asia quedaron huérfanas ideológicamente. La Guerra Fría que había sido una cacería mundial entre los bandos ideológicos enfrentados durante el periodo de 1945 (justo tras la Segunda Guerra Mundial) hasta el año 1991 se resumían en la pugna del sistema capitalista y liberal liderado por Estados Unidos y el socialismo científico marxista-leninista liderada por la Unión Soviética.

El hundimiento de esta última potencia provocó la desintegración de la misma y decenas de países se vieron envueltos en conflictos fronterizos y étnicos. La Guerra por las ideas a nivel mundial dio comienzo a la guerra por la identidad colectiva resurgida en las zonas donde el Comunismo se había impuesto. Esta guerra llegó desde los Balcanes hasta el Cáucaso, Europa Oriental etc..

Los turcos, sin embargo, ya había demostrado su afán turanista con la invasión de Chipre en 1974 para la defensa de los turcochipriotas durante el conflicto étnico que asoló la isla tras la independendencia del Reino Unido.

A pesar de que Rusia dinamizó estructuras postsoviéticas a través de la CEI (Comunidad de Estados Independientes) y de la OTSC (Organización del Tratado de Seguridad Colectiva) lo cierto es que Turquía lanzó una ofensiva diplomática, financiera y económica creando estructuras geopolíticas apoyándose en cuestiones culturales y lingüísticas. La penetración turca en esas regiones eran de vital importancia y la línea a seguir era copar el espacio geolectal y cultural que vincula a los pueblos túrquicos.

Nacieron organizaciones como el TÜRKSOY en 1993, el Turk Konseyi en 2009, el TURKPA en 2008, el Turk Academy en 2012 y el Turkic Culture and Heritage Foundation en 2012. Todas estas organizaciones han ido reforzando los lazos diplomáticos y los proyectos económicos de Turquía con estos países túrquicos que desde Ankara ven como su espacio de expansión oriental natural, de hecho la organización de los Lobos Grises se ha expandido hacia estas regiones (siendo ielgalizados en Azerbaiyán en 1995 y en Kazajistán en 2005).

Esta penetración y todo el modelo de organizaciones supranacionales han ido limitando el poder de Rusia en la región de Asia Central dejando claro que las estructuras postsoviéticas están agotadas y que, al menos ahora, son las estructuras identitarias y la conciencia de ser una gran nación en lo étnico, cultural y lingüístico lo que está consolidando un bloque por derecho propio bajo liderazgo turco.

De hecho este avance se ve claramente en Azerbaiyán y en el apoyo total que ha recibido Ilham Aliyev por parte de Erdogan en su guerra contra los Armenios en Nagorno Karabaj.

Otro elemento que no debemos desdeñar es la concepción otomanista, que sería el segundo pilar de doctrina de estado. En este caso el eje central de la dinamización ideológica que permite los posteriores movimientos de refuerzo diplomático turco se debe a las vinculaciones históricas con ciertos pueblos islámicos que fueron dominados por los turcos en las regiones de los Balcanes.

Con esto me refiero especialmente a los albaneses tanto de Albania como de Kosovo y a los bosniacos musulmanes. Mientras que en el caso anterior veíamos una línea túrquica identitaria (en la lengua, cultura y raza), en este caso la vinculación no es ni racial, ni lingüística ni cultural sino de simpatía histórica y vinculación religiosa sin embargo en los Balcanes la concepción otomanista ha ido tomando un cariz cada vez más histórico y cultural.

En estas regiones el recuerdo turco puede ser terrible (casos de croatas, serbios, búlgados o griegos) o excelente (caso de los albaneses y bosniacos musulmanes). Tras la Guerra de los Balcanes y, de nuevo, el vacío socialista mientras Croacia y Eslovenia miraban a la Unión Europea y se sumaban a Europa, los serbios y montenegrinos se atrincheraban cada vez más en su identidad al igual que los bosniacos y albaneses.

Aquí Turquía aprovechó la circunstancia para apoyarse en elementos tanto nacionalistas como del Islam tradicional regional (muy influido por la visión hanafí otomana como por el sufismo de corte, también, otomano) esto permitió a Ankara reforzarse en la región a través de la inversión en infraestructuras y una importante labor diplomática de ayuda social. De hecho la prioridad en Europa de Turquía era reforzarse en esas regiones y vigilar la existencia de grupos religiosos que pudieran competir con la doctrina religiosa que Ankara quería promover para reforzarse socialmente…de ahí la lucha contra wahabistas y salafistas pero también contra el Hizmet de Fetullah Gülen (especialmente en Kosovo).

La penetración de compañías de telefonía móvil, infraestructura energética y eléctrica así como el comercio bilateral aumentaron. En el año 2018 Mevlut Çavusoglu, Ministro de Asuntos Exteriores de Turquía declaró en Tirana, capital de Albania, que las inversiones turcas en Albania había ascendido a 2.500 millones, todo ello por el impulso de inversiones públicas y privadas en la mejora de infraestructuras pero también por la penetración turca en el sector servicios: restaurantes, tiendas, boutiques etc…

En ese mismo año 2018, la compañía turca IFS quería instalar una planta de energía eólica en Bosnia que ocuparía un terreno de 80 hectáreas, costaría 70 millones de euros y generaría 104GWh al año. El embajador turco en Bosnia, Haldun Koc, dijo a la agencia Anadolu que: «el volumen de comercio bilateral entre Sarajevo y Ankara llegó a 700 millones de dólares con un objetivo de 1.000 millones y que el desarrollo de estas actividades no habían cesado durante la pandemia«. De hecho Turquía ha apoyado la construcción de una carretera Sarajevo Belgrado (que rivalice con el proyecto chino que unió Belgrado con Budapest) y ha abierto consulado en la región de Banja Luka, en la zona serbia de Bosnia.

Muchos de estos denodados esfuerzos se realizaron a través de la colaboración entre Recep Tayyip Erdogan y Bakir Izetbégovic (Presidente de Bosnia de 2010 a 2018), hijo del líder nacionalista bosniaco Alija Izetbegovic, amigo personal de Erdogan en los años noventa.

Frente a esta doctrina otomanista en los Balcanes nos encontramos con la estrategia islamista en el mundo árabe. La República de Turquía no deja de ser heredera del último califato islámico sunita (que había ostentado la dinastía osmanlí hasta 1924). En ese sentido Turquía ha sabido dinamizar un sistema sunita basado en la escuela hanafí con tintes civilizatorios otomanos que es mucho más fácil de adaptar a los tiempos modernos a nivel social que el Islam wahabista o salafista nacidos de las sociedades tribales de la Península Arábiga.

En ese sentido Turquía, cuyo partido en el gobierno es el AKP, una versión turquizada de los Hermanos Musulmanes no ha dejado de intervenir en Oriente Medio, especialmente en Siria y en Irak apoyando a grupos islamistas pero, al mismo tiempo, compitiendo abiertamente con las intervenciones de otros países que aportaban ideas salafistas y wahabistas en la misma región.

En la Guerra de Siria los turcos lucharon tres guerras simultáneamente: contra el Presidente Bashar al Asad, contra los kurdos y contra las milicias islamistas fuera de la esfera de influencia de Turquía…esas milicias estaban en la esfera de influencia de Irán (con quién se llegó a acuerdos) o en la esfera de influencia de Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos. Contra esas milicias luchó también Erdogan para imponer su modelo.

De hecho desde Turquía se acusó a los saudíes de herejía y se condenó y persiguió el wahabismo. Sin embargo la gran penetración turca en la península arábiga se produjo con el incidente diplomático entre Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, que forman un tándem ideológico donde el Salafismo-Wahabismo es el modelo de influencia regional contra Qatar, un país que se situó en la doctrina de los Hermanos Musulmanes (lugar donde reside exiliado desde hace 1962 el gran teórico de los Hermanos Musulmanes Yusuf Al Qaradawi (95 años).

Durante la crisis diplomática dos países estrecharon lazos con Qatar: Irán y Turquía, de hecho Turquía desplegó tropas en el país para proteger al gobierno de Doha de una eventual invasión, golpe de estado o intento de establecer revueltas. Al año siguiente (en 2018) se produjo el asesinato de Jamal Khassoggi en el consulado de Arabia Saudí en Estambul que dio a Turquía una excusa más para hostigar a los saudíes.

Esta estrategia de milicias islamistas se ha visto también en Libia cuando Turquía desplazó a la región para sostener al gobierno del Congreso General Nacional (de corte islamista) que apoya junto con Qatar. El despliegue de veteranos de DAESH y de brigadas islamistas turcomanas en la región sería documentado por informes de inteligencia y la prensa. A pesar de que la Guerra Civil de Libia terminó y se llamó a elecciones la penetración turca en África se ha ido haciendo cada vez más patente especialmente en las regiones del Sahel donde se hayan grupos como DAESH en el Gran Sáhara o AQMI (Al Qaeda del Magreb Islámico), misma penetración que se ha dado hacia el este del continente, especialmente en Somalia.

Sin embargo el gran conflicto turco en la región de Libia se debió a la caída de Mohamed Mursi, cuyas relaciones con Turquía eran bastante buenas. La llegada al poder de Al Sisi hizo que los servicios secretos turcos iniciaran pesquisas para hostigar a los egipcios, que tuvieron que moverse para lograr apoyos a Marruecos, especialmente debido a las relaciones entre el Partido Justicia y Caridad marroquí (vinculado a los Hermanos Musulmanes) y el partido-hermandad egipcio con Turquía pero también el jefe de los servicios secretos egipcios pidió el envío de más tropas sudanesas a Libia y en Argelia buscó alianzas con el nuevo presidente argelino Abdelmajid Tebboune para reducir la influencia turca y evitar que el GNA se convierta en la fuerza gobernante en Libia así como evitar la influencia turca en el Sahel, influencia cada vez más palpable.

Sin embargo esto no es todo, en paralelo a toda esta doctrina nos encontramos con la teoría del Mavi Vatan, la Patria Azul. Esta es una fuente de tensiones con Grecia ya que la patria azul busca la dominación y conversión en aguas turcas de todas las aguas aguas territoriales, plataforma continental y zona económica exclusiva. De hecho este concepto, acuñado por el almirante Cem Gürdeniz, es el primer eslabón en la defensa de la patria pero al mismo tiempo un foco de tensiones especialmente en el Egeo y el Mediterráneo Oriental.

Este concepto salió a la palestra mediática tras la aprobación de la ley  n. ° 7195 de Turquía en la cual el país se convertía en vecino marítimo de Libia al declarar como turcas las aguas del Mar de Creta que unen ambos países. Rápidamente Grecia declaró que Turquía se estaba anexionando aguas griegas y estaba violando su soberanía poniendo en peligro la integridad territorial insular griega por lo que el conflicto estaba escalando, sobre todo tras el descubrimiento de bolsas de hidrocarburos en la zona de Chipre (Bolsa Afrodita).

Aparte este movimiento hizo mucho daño a los acuerdos de los oleoductos para explotar la bolsa Afrodita y Leviatán entre Israel, Chipre y Grecia. La aparición de Turquía ponía en grave riesgo tanto la explotación de las reservas como el transporte del mismo al haber ampliado las aguas, que lindaban con Libia estableciendo un tapón.

La importancia de estos recursos hizo que Israel se reuniera con el Líbano para trazar una línea definitiva de fronteras para la explotación, situación que Turquía amenaza con su prospector Oruç Reis. Como dato curioso, Israel ha prohibido la presencia de organizaciones islámicas turcas a favor de organizaciones saudíes, más amigables con los israelíes.

Lo que Turquía pretende con el Mavi Vatán es la creación y dinamización de aguas estratégicas a nivel militar pero también comercial y de explotación de recursos para reforzarse como potencia regional y estado llave en una de las regiones estratégicas más importantes del mundo…eso en el Mediterráneo, en el Mar Negro busca convertirse en la segunda gran flota regional en franca rivalidad con Rusia, con quién está enfrentado en conflictos del Cáucaso o en Crimea, que Turquía se niega a reconocer como rusa.

En definitiva un modelo de doctrina de estado encaminado a reforzar el papel geopolítico turco y lograr la tan ansiada independencia de la que sólo goza las grandes superpotencias. Turquía no es potencia nuclear pero con la dinamización de sus herramientas históricas que, como hemos visto aquí abarcan tres continentes y dos mares, sin contar con la “turquificación” de los musulmanes europeos y la instrumentalización de los turcos en Europa con cada vez más poder a través del asociacionismo y la presión social.

¿Y cuál es el quinto gran poder geopolítico turco?…el soft power emanado de esas familiares y amorosas series que sirven como propaganda y para mostrar una imagen dulcificada de Turquía, su sociedad y sus costumbres para lograr las simpatías sociales y, aunque no lo parezca, muy poco hay de inocente en estas estrategias propagandísticas ya que por ahora nos han llegado esas telenovelas refritos que recuerdan a las telenovelas sudamericanas de los años noventa pero sé, porque alguna he seguido, que cada vez hay más series históricas bastante bien guionizadas y escenificadas que rescata lo mejor de la historia de Turquía, ejemplos como Muhteshem Yuzyil (que trata la vida del Sultán Suleiman el Magnífico, Kösem o Murat IV), Ertugrül etc…

Series históricas que sirven para armar socialmente en términos identitarios y nacionalistas a la sociedad turca para aumentar la moral de esta sociedad y, al mismo tiempo, como emisor de ideología, costumbres y tradiciones turcas al resto del mundo para ganarse las simpatías de otras sociedades, puro marketing y propaganda.

En definitiva, nos encontramos con Turquía, un país que ha encontrado su lugar en el mundo.

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