viernes, abril 26, 2024
viernes, abril 26, 2024

La desconocida capilla que esconde el Coliseo y la iglesia barroca que a punto estuvo de ocupar la mítica arena

En el siglo XVIII se proyectó una gran basílica que iba a ocupar gran parte del suelo del anfiteatro, todo en honor de los mártires cristianos

Muchos autores coinciden en señalar al cristianismo como uno de los elementos clave de los últimos siglos de Roma, sea como causa de la decadencia política del Imperio de Occidente o cuanto menos como profundo cambio social. En cualquier caso, no caben dudas de la profunda transformación que esa religión surgida en la recóndita y siempre problemática provincia de Judea significó en las estructuras romanas.

La primera reacción de las autoridades ante aquella extraña secta judía fue perseguirla, con Nerón, Domiciano o Diocleciano como algunos de los emperadores que con más dureza cargaron contra los cristianos. A la vuelta de los siglos, no obstante, las tornas se cambiaron. Con el edicto de Tesalónica la doctrina de Jesús de Nazaret se convirtió en la religión oficial del Imperio, impulsada entre otros muchos factores por la decisión del primer papa, San Pedro, de llevar la cabeza de la Iglesia a la capital.

Fue así como se abrió una íntima relación entre la Ciudad Eterna y la Iglesia Católica, que permanece hasta nuestros días. Este influjo se manifestó, entre otros aspectos, en la progresiva fagocitación que la fe cristiana fue haciendo de las costumbres y los lugares que una vez fueron símbolo del Imperio. La Iglesia, por ejemplo, tomó la fecha de las Saturnalia romanas para celebrar el nacimiento de Cristo, asumió las formas arquitectónicas de los edificios públicos para construir sus templos en forma de basilicae o directamente resignificó importantes emplazamientos de la religión romana.

Algunos de esos monumentos romanos que hoy cuentan con huella cristiana son el Panteón, el Foro Palatino o la columna de Trajano. El templo a todos los dioses encargado por Agripa, por ejemplo, es hoy en día una iglesia cristiana (llamada Santa María Rotonda por los romanos) en la que se celebra misa todos los días. También allí están enterrados el pintor Rafael Sanzio o el rey italiano Víctor Manuel II. En pleno Foro, a los pies de la colina Palatina, se sitúa la iglesia de Santa María Antigua, que hacer honor a su nombre al haber sido construida en pleno siglo V. Por último, la columna conmemorativa que Trajano mandó levantar para conmemorar su victoria contra los dacios está hoy coronada por una estatua de San Pedro.

Interior del Panteón de Agripa, reacondicionado como iglesia cristiana.

A esta nómina se suma el que tal vez sea el edificio más emblemático que nos ha quedado de la Antigua Roma, el Coliseo. El anfiteatro Flavio ha sido objeto de fascinación a lo largo de los siglos, pero eso no ha impedido que haya servido a las autoridades de turno para los más variados propósitos. A lo largo de su historia, por ejemplo, el Coliseo ha actuado de almacén, refugio, fortaleza y hasta estuvo a punto de ser una fábrica de lana para emplear a prostitutas.

Pero, al margen de los motivos prácticos, la Iglesia mostró interés desde bien pronto en incluir en el anfiteatro algún símbolo de recuerdo a los cristianos martirizados durante las persecuciones imperiales (aunque la mayoría de ellos murieron en el Circo Máximo y no en el Coliseo). En este sentido, puede citarse la gran cruz que hoy preside el interior de la estructura en el lugar donde los turistas se acumulan para visitar el edificio. Además, en una tradición inaugurada por el papa Pablo VI y que han seguido todos sus sucesores, el Coliseo es escenario del rezo de un Vía Crucis el día de Viernes Santo.

Pero el elemento cristiano más evidente que guarda el anfiteatro es una discreta capilla construida en su interior a finales del siglo VI y en la que se sigue celebrando misa los fines de semana. Su gestión está llevada por la asociación de laicos Círculo de San Pedro.

La capilla del Coliseo.

Claro que la resignificación cristiana del lugar donde antaño combatieran los gladiadores podría haber sido mucho más invasiva. El motivo es que en el siglo XVIII el arquitecto Carlo Fontana presentó un proyecto para construir una gran basílica de estilo barroco en plena arena del Coliseo.

Según los datos de que disponemos hoy, el templo iba a tener forma de templete, a la imagen de la famosa iglesia de San Pietro in Montorio, construida por Bramante y considerada una de las joyas arquitectónicas del cinquecento. La estructura incluía dos torres e iba a estar coronada por una gran cúpula.

Finalmente, por motivos financieros y políticos, el proyecto acabó descartándose.

Reconstrucción del proyecto de iglesia barroca en plena arena del Coliseo.

Relacionados

spot_img

Colaboradores