viernes, abril 26, 2024
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Felipe, el más grande

En los últimos días, el PSOE sanchista ha tenido a bien conmemorar el 40º aniversario de la victoria electoral de Felipe González. Cierto que fue un triunfo espectacular, pues los 202 diputados que obtuvo suponen el record de representantes en el Congreso jamás obtenido por un líder político en nuestra democracia, lo que convierte en lógico que el éxito sea celebrado por su partido. Pero no puede obviarse que a Felipe también le corresponde otro récord menos épico, pues ha sido el único presidente de Gobierno que perdió unas elecciones, las de 1996. Recordemos que Aznar no se presentó en 2004, Zapatero tampoco lo hizo en 2011 y Rajoy perdió el Gobierno en 2018 por una moción de censura. Evidentemente, el final poco triunfante de Felipe no ha sido recordado ahora por los juglares de la sanchezería.

La asimetría reseñada -recordar lo bueno, obviar lo malo- no ha sido la única que hemos contemplado en estos fastos conmemorativos de 1982. Es así porque se nos ha recordado un conjunto de indudables méritos de Felipe González, casi todos obtenidos en su primera etapa: abordar sin miedo la crisis industrial de la economía española; modernizar nuestra Administración Pública; lograr el ingreso de España en la Comunidad Económica Europea…. Pero nada hemos escuchado de los diversos fiascos posteriores cosechados en su segunda etapa que no fueron ni pocos ni menores. Para empezar, la corrupción que irrumpió de manera atronadora en su partido, recordemos el asunto de Filesa y Malesa. Pero que también inundó el interior de su Gobierno, siendo el caso Roldán el más relevante de todos, aunque ni mucho menos el único. Finalmente, es imposible no recordar el asunto de los GAL o crimen de Estado organizado, que acabó con un ministro y un secretario de Estado del Gobierno de Felipe en la cárcel.

Esta visión parcial de la Historia, y por tanto mutilada, viene siendo una constante en el socialismo español y en general en nuestra izquierda. Buena prueba de ello la tenemos actualmente en toda la información y toda la propaganda que rodea a la denominada Memoria Democrática, ejemplo inigualable del sesgo más descarado en el tratamiento de los hechos históricos. Pero como decimos, esta manipulación de la Historia no es nueva y viene de lejos.

A modo de prueba: ¿cuántos españoles desconocen el bombardeo de Guernica? Probablemente muy pocos. Por el contrario, ¿cuántos conocen el bombardeo de Cabra? Con seguridad, casi ninguno. Y ante este diferente grado de conocimiento de dos hechos de nuestra Historia es relevante resaltar las similitudes y la diferencia entre uno y otro. Entre las similitudes encontramos que ambos sucesos son un ejemplo de horror injustificable, que en ambos casos hubo multitud de muertos civiles y que los dos hechos son igualmente condenables. La única diferencia estriba en que del bombardeo de Guernica el responsable fue uno de los dos bandos en guerra y el de Cabra fue responsabilidad del otro. De ahí que la tragedia de Guernica es achacable al bando franquista ¡y bien que se le achaca!, en tanto que la de Cabra es achacable al bando republicano-socialista y por eso es ignominiosamente silenciado.

Así escriben la Historia los socialistas y los comunistas españoles. Y así pretenden que sea aprendida por nuestros hijos y nietos.

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