viernes, mayo 10, 2024
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El ‘Arcabuceado’, el sargento español que sobrevivió a un fusilamiento en la lucha contra los franceses

Antonio García-Monteavaro recibió 16 heridas durante la Guerra de la Independencia y fue declarado Hijo Benemérito de la Patria

La historia les sonará. En 1808, los ejércitos napoleónicos ocuparon España, una circunstancia que acabó derivando en la Guerra de la Independencia tras los sucesos del 2 de mayo en Madrid. Aquella resistencia frente al francés fue germen de numerosos héroes, desde Juan Martín Díez el ‘Empecinado’ a Francisco Castaños, general victorioso en Bailén.

Otro de aquellos insignes soldados, aunque menos conocido, fue Antonio García-Monteavaro López. Nacido en Castropol (Asturias), Monteavaro se alistó en los Húsares de Castilla al estallar la guerra. Durante la campaña, participó en numerosas escaramuzas y enfrentamiento con el enemigo que le fueron dejando una bonita colección de cicatrices.

Apodado ‘el Inmortal’

Hasta dieciséis heridas recibió Monteavaro en el transcurso de la guerra: un balazo en Valmaseda (Vizcaya); una cuchillada en Oviedo; otra herida de bala en Mondoñedo (Lugo); una estocada en Betanzos (La Coruña); un tiro en la pierna en Villafranca del Bierzo (León); un rasguño en la frente en Santiago de Compostela; otros dos espadazos y un fogonazo de pólvora en Fregenal de la Sierra (Badajoz); un tajo en La Albuera (Badajoz); y un balazo en el pecho y un corte en el muslo en Sagunto (Valencia).

Pero, si se han molestado en contar, habrán notado que estas heridas sólo suman doce. Las cuatro restantes las recibió Monteavaro en 1810, en Llerena (Badajoz). Allí, una compañía francesa lo tomó prisionero y —sí, están leyendo bien— lo fusiló. El soldado asturiano recibió tres disparos en la primera salva frente al paredón y un cuarto tiro que pretendía ser de gracia por parte de un capitán francés.

Salir vivo de aquella jornada le granjeó a Monteavaro los epítetos de ‘el Arcabuceado’ y ‘el Inmortal’.

Unos meses después, recuperado ya de sus heridas, Monteavaro volvió a encontrarse en el campo de batalla con aquel oficial francés y esta vez fue el español el que puso a su adversario frente a un pelotón de fusilamiento. Dejémoslo en que aquel capitán no resultó ser inmortal.

Hijo Benemérito de la Patria

Por esta acumulación de servicios extraordinarios y su conducta heroica Monteavaro fue premiado con el empleo de sargento primero de Caballería, el uso perpetuo del uniforme y una pensión de 500 reales.

Estos honores los recibió, además, nada menos que en el oratorio de San Felipe Neri, en Cádiz, donde se reunían las Cortes Constituyentes de 1812. En una ceremonia celebrada el 16 de febrero de 1813, Monteavaro compareció ante los diputados, donde escuchó discursos elogiosos por parte de varios de ellos. La Cámara lo declaró Hijo Benemérito de la Patria y fue despedido acompañado de un alabardero y de la banda de música de las Guardias Españolas.

La promulgación de la Constitución de 1812, por Salvador Viniegra.

Existe, además, la posibilidad de que al ‘Inmortal’ le fuese concedida la Cruz Laureada de San Fernando, la máxima condecoración de las Fuerzas Armadas españolas. Algunos historiadores apuntan a que efectivamente le fue otorgada la laureada, especificando incluso que fue investido caballero de segunda clase y que la distinción le fue otorgada el día citado arriba en Cádiz.

Otros, sin embargo, no señalan a Monteavaro como receptor de la cruz. Desde el Centro de Documentación de las Reales y Militares Órdenes de San Fernando y San Hermenegildo, órgano perteneciente al Ministerio de Defensa, señalan a este periódico que se trata de «una condecoración dudosa, y todavía en estudio e investigación».

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