Su secretario personal, arzobispo Georg Gänswein, y cuatro laicas consagradas se encargan de atender las necesidades de Ratzinger
El papa Francisco despertó la preocupación sobre la salud de Benedicto XVI al pedir este miércoles «una oración especial» por él, señalando que «está muy enfermo». «Pido una oración especial para el papa Benedicto XVI, que en el silencio está sosteniendo la Iglesia y recordar que está muy enfermo y pidiendo al Señor que lo consuele y lo apoye en que este testimonio de amor a la Iglesia hasta el final», dijo el papa Francisco al final de la audiencia general celebrada en el aula Pablo VI.
Minutos después, el Vaticano confirmó que en las últimas horas se había agravado el estado de salud del papa emérito «por el avance de la edad», aunque matizó que «la situación por el momento sigue bajo control de los médicos».
Retirado en el corazón del Vaticano
Desde su renuncia en 2013, Ratzinger ha vivido en el monasterio Mater Ecclesiae, en los propios Jardines Vaticanos. Allí se ha dedicado en los últimos años a la escritura y a cultivar su afición por la música, además de recibir visitas de tanto en tanto.
En los últimos tiempos, sin embargo, el papa alemán ha ido dependiendo cada vez más del personal que lo acompaña y atiende, compuesto por cinco personas. El primero de ellos es el arzobispo Georg Gänswein, su secretario personal desde 2003 y prefecto de la Casa Pontificia desde 2012. Gänswein suele celebrar misa con Benedicto y le asiste a la hora de leer comunicados o cartas dirigidas al papa emérito.
Además, cuatro mujeres atienden la residencia donde habita Ratzinger. Se trata de laicas pertenecientes al instituto Memores Domini, que forma parte del movimiento Comunión y Liberación. Aunque no llevan hábito que las identifique, guardan el compromiso personal de observar los votos de pobreza, castidad y obediencia.
La última fotografía del emérito la publicó el pasado 1 de diciembre la Fundación Joseph Ratzinger, cuando el papa emérito recibió en su residencia a las dos personalidades galardonadas con el Premio Ratzinger, el biblista francés Michel Fédou y el jurista judío Joseph Weiler.
