viernes, abril 26, 2024
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¿Por qué el escudo del País Vasco tiene un ‘hueco’?

Durante la Transición, el Gobierno Vasco y la Diputación Foral de Navarra se enzarzaron en un contencioso por sus símbolos

La relación entre Navarra y el País Vasco ha sido dispar a lo largo de la historia. De una parte, es innegable —y esto lo escribe un pamplonés— el hermanamiento secular entre estas dos regiones del norte de España.

Lo que desde luego no es para nada incontestable, por muchos que algunos se empeñen en lo contrario, es que esta vinculación cultural e lingüística se haya traducido en la historia o deba traducirse en un futuro en una unión política.

Sería muy largo, porque son muchas, exponer las razones históricas que hablan de la diferenciación de Navarra y del País Vasco como entidades políticas. Basta con decir que, así como la actual Comunidad Foral se constituyó en un reino independiente desde la temprana edad del siglo IX, lo que hoy llamamos País Vasco no ha contado hasta hace unas pocas décadas con una estructura política diferenciada. En cambio, a lo largo de los siglos, los vascos han estado bajo la órbita —con distintos grados de intensidad— de romanos, godos, navarros y castellanos.

Además, nunca en la historia Navarra y el País Vasco han constituido un territorio unificado con un gobierno común. Lo más cercano a eso ocurrió durante el reinado de Sancho III el Mayor, monarca navarro cuyos dominios se extendían a la zona de la actual Guipúzcoa y, por un breve periodo de tiempo, el Condado de Castilla, que incluía lo que hoy es Álava y Vizcaya.

Nótese que en este caso es el País Vasco el que está bajo la influencia navarra y no al revés. Por eso sorprende que la corriente mayoritaria en el nacionalismo vasco de hoy insista en su voluntad de atraerse a la Comunidad Foral como una mera cuarta provincia vasca. En clave histórica, parecería más lógico que Vizcaya, Álava y Guipúzcoa pasaran a formar parte de una comunidad foral con capital en Pamplona. Pero, como decíamos arriba, no nos extendamos más en este punto.

El escudo del País Vasco

En el contexto de esta histórica tensión entre el nacionalismo vasco y la Navarra que no se concibe a sí misma fuera de España (y que es sociológicamente mayoritaria en la Comunidad Foral), es cuando llegamos a la Transición.

Durante el proceso de constitución del estado de las autonomías, el País Vasco fue dando pasos hacia su reconocimiento como entidad política, en particular con la aprobación del Estatuto de Guernica (1979). Además, la Constitución de 1978, a través de la llamada Disposición Transitoria Cuarta, preveía la posibilidad de que Navarra se integrase en la Comunidad Autónoma Vasca, lo que provocó un notable rechazo en la región foral y, entre otras cosas, dio pie al nacimiento de UPN como escisión de la UCD para defender un regionalismo navarro integrado en el proyecto de España e independiente del País Vasco.

El caso es que a lo largo de ese proceso se abordó la cuestión de los símbolos, banderas y escudos, que representarían a cada una de las nuevas comunidades autónomas. En lo tocante al País Vasco, se adoptó la ikurriña diseñada por Sabino Arana como enseña oficial en 1979, pero el escudo iba a traer más cola.

El diseño consistía en cuatro cuarteles (el término heráldico para cada una de las divisiones de un escudo) que representaban a las tres provincias vascas y a Navarra, esta última con sus cadenas y su campo de gules, es decir, rojo.

El primer escudo vasco, adoptado en 1978, y el diseño actual, tras la prohibición del TC de incluir el blasón de Navarra.

El conflicto estaba a la vista: si Navarra iba a ser una comunidad autónoma independiente, la presencia de su blasón en el escudo vasco incomodaba a muchos navarros. Tanto es así que la Diputación Foral inició un contencioso legal que acabó en la mesa del Tribunal Constitucional. El TC le dio la razón a Navarra y es por eso que, desde 1986, el escudo del País Vasco cuenta con un cuartel vacío.

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