sábado, abril 27, 2024
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Messi cierra el círculo: Argentina se lleva el Mundial en una final de leyenda

Qatar 2022 concluyó con un partido para la historia, que parecía sentenciado por los argentinos en el minuto 80 pero llegó hasta unos penaltis que sonrieron definitivamente a la Albiceleste

Por fin, Messi puede sentarse en la mesa de los ganadores de la competición que todas las estrellas habidas y por haber del fútbol quieren tener en su palmarés: el Mundial. Ese que le debía una al considerado por muchos mejor futbolista de la historia, que se ha cobrado con creces su deuda con la Copa del Mundo en Qatar 2022. Nadie había marcado en todas y cada una de las fases de este torneo hasta que llegó Leo, que cierra el círculo de la mejor manera posible: con su Argentina derrotando con sangre, sudor y lágrimas a una Francia capaz de llevar el encuentro hasta los penaltis (4-2) cuando ya parecía al borde del precipicio, gracias a un Mbappé superlativo (3-3 tras el partido y la prórroga: los tres tantos galos llevaron el sello del crack del PSG).

El encuentro se jugó al son del tango de los ocupantes de la ‘Scaloneta’ durante 81 minutos. La vigente campeona del mundo parecía un auténtico guiñapo al lado de su adversario, que dejaba un rastro de perfume de gol en cada una de sus vigorosas acometidas iniciales. Un hombre destacó sobremanera en ese ímpetu de golpear primero y mejor: Ángel Di María.

Se le echó en falta en la final de 2014, y por eso el atacante de la Juventus se reservó su mejor versión de este Mundial para la ocasión más propicia. La banda que transitaba era una amenaza constante para la defensa gala, que acabó haciendo aguas de tanto ir el cántaro a la fuente: ‘El Fideo’ cayó dentro del área colaboración mediante de Ousmane Dembélé, con subsiguiente penalti. Messi ni dudó con el lanzamiento que puso el 1-0 a los 23 minutos de partido.

Si alguien tenía dudas del dominio sudamericano en la final por aquel entonces, todas quedaron despejadas menos de un cuarto de hora después con un contragolpe inapelable. Messi puso el huevo al primer toque, Julián Alvárez lo coció, Mac Allister lo peló y le echó sal con un pase de la muerte y, otra vez, Di María se lo comió para transformar el 2-0. En poco más de media hora (36’), Francia parecía devorada.

La preocupación gala era palpable y llevó a algo inaudito: Deschamps hizo hasta dos cambios cuando ni siquiera había llegado el descanso. Uno que no parecía alterar ni lo más mínimo el guion triunfal que escribían Messi y los suyos. Para muestra, el botón de que el otro ’10’ de relumbrón del partido, Kylian Mbappé, no logró hacer acto de presencia en el Estadio Icónico de Lusail hasta la hora y diez minutos de juego. Lloris, desde la portería, era lo más potable de Francia. Para demérito de ‘Les Bleus’ y mérito de Argentina, que, aun con mayor calma y control, ni mucho menos dejó de buscar los goles.

La sangre caliente de Julián Álvarez, una de las grandes revelaciones de este Mundial, dejó bien patente que echar el freno no era una opción. Y, sin embargo, todo cambió en cuestión de dos minutos, cuando más cercana parecía ya la gloria y gracias al peor villano que los argentinos podían esperar: Mbappé. Él puso la sangre que a Francia le había faltado hasta entonces, y totalmente fría. Primero, transformando el penalti señalado a Otamendi por derribar a Kolo Muani. Después, con una volea magistral tras una contra gala de libro, que incluyó un robo de Coman a Messi, un toque de cabeza del propio Mbappé y una pared entre este y Thuram. Del 2-0 al 2-2 en un soplo y partido nuevo.

Los fantasmas de los últimos cuartos de final mundialistas contra Países Bajos e incluso de la final mundialista del 86, cuando costó cerrar el duelo aun con Maradona como deidad, alarmaron sin remedio a los argentinos. No pudo esquivarse la prórroga, con la amenaza de un cambio de tornas bien presente. Esto sí era más propio de una final del Mundial: los nervios y el miedo se convirtieron en dueños y señores de la situación.

En pleno tembleque y extenuación dignos de casi toda media hora adicional que se precie, Argentina lo probó con mayor peligro. Así se gestó, ya en la segunda parte del tiempo extra (minuto 109), un gol con tintes fantasmagóricos de Messi tras el rechace de Lloris a un tiro de Lautaro.

Pero el 3-2 sería menos duradero de lo que Argentina habría querido: Mbappé, en el 118, volvería a golpear a la hora de la verdad, una vez más de penalti tras una inoportuna mano de Montiel. 3-3 y gracias, porque Francia aún soltó dos latigazos de cólera ante un ‘Dibu’ Martínez soberbio antes de y durante los penaltis. Los que redimieron, con el tanto decisivo, a Montiel. Los que, después de tanto vaivén, sí sirvieron para saldar la gran cuenta pendiente que tenía Messi con el deporte rey.

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