viernes, abril 26, 2024
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Imperio Chino (parte 4): El collar de perlas y el dominio del Índico

China, en su desarrollo geopolítico y comercial vertiginoso desde las reformas de Deng Xiaoping, que se han ido acelerando con el tiempo; ha demostrado que tiene voluntad de imperio y capacidad de hacerse imponer. Sin embargo su visión de imposición, por ahora, no pasa por las injerencias agresivas de las naciones occidentales sino por la penetración a través de acuerdos comerciales, fomento de la infraestructura de estos países donde interviene y de acuerdos financieros.

En paralelo al crecimiento industrial y tecnológico chino vemos su penetración en África, una penetración estratégica que se basa en el uso de las estructuras corruptas de los estados, la capacidad de negociar sin la imposición de obligaciones de corte sociales o de Derechos Humanos (China no considera que su ideología nacional sea universal sino que es particular, de ahí que no exista un imperialismo ideológico como vemos con el comunismo ortodoxo de corte marxista-leninista de la antigua Unión Soviética o en el liberalismo democrático institucional).

Para sostener su estrategia a media y larga distancia en África el Océano Índico y el mar de la China meridional se ha convertido en sus vías de suministro. A pesar de lo que se dice, el comercio Chino con América cubre toda la costa este del continente pero el volumen es inferior y el valor estratégico es diferente para ambos escenarios. El Índico es primordial para China.

Sin embargo, las regiones de este Océano no son del todo afines a China. De entrada la existencia de países con controversias con China como Japón y Taiwán, países con los que está en conflicto por las islas Senkaku/Diaoyu y por cuestiones de identidad política ya que China no reconoce la independencia de Taiwán (la China nacionalista) a la que quiere anexar. Las controversias con países como Vietnam o Filipinas por el mar de China meridional, así como la polémica por las islas Spratly entre estos países. El uso que hace China de estas islas que salpican estos mares se basa en apuntalar enclaves de abastecimiento que refuerce sus posiciones, un claro ejemplo es la Isla Woody, justo antes de cruzar por el estrecho de Malaca.

Las regiones del estrecho de Malaca, sin embargo, posee una alta criminalidad marítima (hay piratas) por lo que China ha presionado para iniciar una campaña inspirada en la operación Atalanta en Somalia para poder contener la criminalidad en esa zona, lo cual ha sido visto con recelos, especialmente por Vietnam al considerarse que China puede intentar obtener una zona de presencia asegurada bajo este subterfugio dentro de aguas con islas en disputa.

La llegada al estrecho de Malaca, sin embargo, ha sido salvada por China usando el canal de Kra lo cual revitaliza su ruta y la dinamiza haciéndola mucho más rápida para acercarse a otros de sus dos grandes aliados regionales: Myanmar, Bangladesh y Sri Lanka. En Myanmar, curiosamente, el puerto de Kyaoukpyu, no es sólo un estratégico puerto comercial o de abastecimiento sino que es el primero (o el último dependiendo de si va o viene) de los nudos que conectan un puerto con el territorio de China a través de un tercer país usando un corredor comercial.

En Bangladesh la ruta continúa por Chittagong y en Sri Lanka Hambantota. Sin embargo, si en el mar de China meridional tanto Vietnam como Filipinas y Estados Unidos tienen confictos con China, en el Índico son los Estados Unidos e India de ahí que Pekín no use ninguna de las infraestructuras portuarias de India sino que tenga que abrir su campo a Sri Lanka y a las islas Marao.

Desde Marao el camino se bifurca en tres rutas: El camino a la costa de África con puerto de destino en Lamu (Kenia), desde donde la infraestructura china penetra desde Lamu y Nairobi hasta Uganda;

El camino al Golfo Pérsico: desde Marao, China va hacia el puerto de Gwadar, en Pakistán, a menos de 100 kilómetros del puerto iraní operado conjuntamente por Irán e India de Chabahar. Curiosamente, desde Gwadar existe otro corredor comercial terrestre que une la frontera de China con el puerto paquistaní que cruza todo el territorio controlado por Islamabad. Por otro lado, sin embargo, uno de los grandes socios chinos en Oriente Medio es Irán (aparte de la colaboración de Chabahar con India). Desde ahí China dinamiza recursos y su flota rumbo al estrecho de Ormuz y al golfo pérsico con especial énfasis en Irán, Arabia, Emiratos o Qatar donde exporta e importa a través de su flota.

El camino a Suez: en esta ruta, la más importante junto con la del golfo, China tiene dos grandes puertos donde atracar: Yibouti, que posee una infraestructura que sirve para importar y exportar hasta regiones del interior como Etiopía pero también Eritrea y Sudán del Sur. En esa ruta debe superar el golfo de Adén, con toda la problemática de piratería somalí asociada así como la inestabilidad en Yemen. Al cruzar el estrecho de Bab el Mandeb entra en el mar Rojo y tiene allí Port Sudán, desde donde dinamiza sus relaciones comerciales con Jartúm y, de nuevo, dinamiza importaciones y exportaciones por todo el país y Egipto inundando el África del norte, especialmente en las regiones orientales a través de esta ruta.

Tras esto el objetivo puede ser Egipto pero, aun así, es el Canal de Suez y la dinamización de su presencia en el Mediterráneo Oriental se da por la concesión que tiene para operar el Puerto del Pireo en Grecia, cerca de Atenas, desde donde dinamiza parte de su infraestructura a los Balcanes, donde compite abiertamente con Turquía aunque, en este caso, China ha invertido mucho en Serbia, país que se ha convertido en un pulmón para la ruta de la seda tanto a nivel terrestre como marítimo y ayuda a movilizar recursos hacia el centro de Europa. No olvidemos que China ha pagado la construcción de la autopista Belgrado-Budapest.

En este sentido la presencia de barcos chinos en el Mediterráneo se va moviendo cada vez más, y con paso firme, hasta las regiones Occidentales del Mare Nostrum.

Los grandes competidores de China  como son Estados Unidos e India intentan competir y contener esta expansión creando sus propios collares de perlas talasocráticos que permita la expansión. En el caso Indio es el puerto de Chabahar en Irán su referencia en el oeste. Curiosamente Chabahar es el único lugar de Irán donde Estados Unidos nunca aplica sus sanciones siendo consciente de que atacar este pulmón iraní significaría dañar a La India y, con ello, darle una ventaja sustancial a China, que ya tiene un poder importante en Irán pero no posee puerto en sus costas.

Al mismo tiempo el papel de Pakistán y su apoyo a China es un grave foco de tensiones con Washington pero también con India en sus disputas por Cachemira y entre indios y chinos en sus disputas ya que Pekín sabe que posee un aliado en Islamabad, sobre todo sabiendo que el norte de La India es un foco de disidentes chinos y tibetanos, especialmente en Ladakh, regiones mayoritariamente tibeto-nepalíes donde reside el gobierno tibetano en el exilio.

En el este, al lado de Kyaoukpyu, en Myanmar (donde China tiene uno de sus enclaves marítimos en su ruta talasocrática), India también tiene una base marítima en Sittwe desde donde dinamiza sus operaciones comerciales en el sudeste asiático apoyado en Filipinas y Vietnam y apuntalando su presencia en el mar con Port Blair y Nicobar (en las islas Andamán, territorio indio) frente a Sumatra y el Canal de Kra.

India también se mueve, aunque mucho menos, en las costas africanas y tiene tres bases que dinamizan su presencia cerca del puerto keniata de Lamu: son las islas Seychelles, Mauricio y Asunción, que rodean Madagascar.

Estados Unidos, sin embargo, tiene también sus particulares contramedidas que implica a varios países y que juntos con la presencia india, intentan presionar a China con su presencia militar en Japón (especialmente la isla de Okinawa), Corea del Sur y Guam, aunque también Singapur, la isla Diego García y sus bases en el Golfo Pérsico. En pocas palabras, un combate en el mar entre las dos grandes superpotencias que están compitiendo por la supremacía global.

Sin embargo China tiene una ventaja y es el tiempo y las relaciones históricas con los países de la costa que refuerzan su infraestructura paralela: las vías terrestres en el centro de Asia. Estados Unidos es visto con hostilidad en los países Centroasiáticos debido a una mezcla de desconfianza soviética, cinismo y hostilidad por el papel estadounidense en Asia Central con Afganistán, país considerado hermano por el conglomerado de estados centroasiáticos.

Por otro lado las vinculaciones históricas son lejanas ya en tiempos del Imperio Británico. La presencia china o rusa e, incluso, india es vista como natural y más o menos continua, por lo que las relaciones actuales basadas en los contactos históricos entre potencias ayudan a dinamizar unos cambios y unos acuerdos que se mueven especialmente entre cuatro países: Rusia en los histórico y reciente, China en lo comercial y tradicional, Irán en lo cultural y tradicional y Turquía en lo étnico, lingüístico y religioso.

Turquía, curiosamente, miembro de la OTAN, con relaciones cordiales con Pekín y estrechas con Irán puede ser el gran puntal de Estados Unidos para desmontar la presencia rusa del Asia Central así como coartar y entorpecer el desarrollo chino en esa región capitalizando la religión y la etnicidad en general atrayéndolo al gobierno de Ankara y, por ende a Washington de forma indirecta, y usar el conflicto de Xinjiang/Turquestán Oriental en el caso particular contra China, de ahí sus labores de infraestructuras perpendiculares desde las regiones del Centro de Asia y su propio territorio (zona segura) hacia las costas de Myanmar y Pakistán.

En pocas palabras, un proyecto holístico que se ve como un todo y que, aunque debe analizarse por separado, no es sino una gigantesca maquinaria geopolítica puesta en marcha. El collar de perlas y el dominio del mar es vital para apuntar toda esa potencia que despliega Pekín y que si controla el Índico, controla su espacio de desarrollo geopolítico. El Índico es a China como el Atlántico a Europa o Estados Unidos. 

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