martes, marzo 19, 2024
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Globos y sondas de inteligencia económica

No es el momento de a cuarenta y dos días de fenecer este aberrante año, ponerse quizá a implantar corriendo cosas con calzador para que las cuentas cuadren o demostrar una tasa de trabajo.

No es el momento tampoco de lanzar “globos sonda” para preparar a la Sociedad Civil para cualquier cosa. Sondear a un colectivo requiere preguntar, necesita de asertividad, requiere ser proactivo y tener escucha activa ante alguien que suponemos confía en nosotros. Craso error por tanto es hacerlo como el que piensa en alto, habla al viento o en tercera persona para diluir responsabilidades futuras sobre su discurso. Cuando uno sufre Ecolalias “involuntarias”, suele necesitar un médico y una terapia ajustada; pero cuando son “voluntarias” hablamos de una cierta manipulación o si se piensa de forma benevolente, estimamos que es un “Aviso a Navegantes”. Servir de espejo y conciencia de un grupo social, de un país, de un colectivo… es positivo sólo si la intención es explicitada, coherente y bajo el principio de Auctoritas; de lo contrario ese reflejo se convierte en Ecopraxia , y eso como poco es burla o cinismo. Cuando te das cuenta de la farsa, suele ser tarde para pedir cuentas.

Vivimos en un momento en el que se confunde el “ascendente social” en virtud de un conocimiento, tangible y reconocible, con el poder que se ejerce por cargo o delegación. Esto último es Autoridad y múltiples son los casos en los que no es que se ejerza mal, sino que se usa para contentar o aplacar a la ciudadanía. Es en ese momento cuando el emisor del globo sonda se ampara en la Autoridad, finge mediante la Ecopraxia, que está alineado con nuestros intereses cuando lo único que hace es caer en la más burda Ecolalia… insisto que no hablo de que sea una patología, la cual nos llevaría a la solidaridad, el apoyo institucional, el recurso médico y la integración social; No, hablo de la que es voluntaria, la que es intencional, la que tiene un objetivo no siempre explicitado, pero siempre  determinado en costes, plazos y tiempos. En eso estamos. Con eso me encuentro en cada noticia, información institucional, en las palabras ampulosas y vacías con las que se nos “informa” del devenir presente o del futuro que se nos augura, algo curioso cuando son “ellos” los que están encargados de fructificarlo, y parece que nos “devuelven la pelota”.

Cuando salgo de la espesura y me encuentro con el panorama, los diversos escenarios sociales, y pienso en que las cosas hubo un tiempo que se pudieron hacer de otra forma, a veces dudo que hubiese otro modelo posible o diferente al que tenemos. Me juega una mala pasada ese pensamiento de la existencia de una pretérita época aurea, cuando si nos paramos, vemos que en aquel entonces otros también pensaron que “antes las cosas eran mejores”. Creo firmemente con Leibniz , en que vivimos en el “mejor de los mundos posibles, por que la lógica y los sucesos nos llevan a este momento, a este estado, a esta configuración del mundo”; cosa que no me agrada por que me hace creer que la tarea de la Emboscadura es estéril, puesto que luchamos y gritamos contra lo que por acción u omisión todos hemos contribuido a construir.

No creo, por ahora que deje de intentar “gritar” ante lo que veo. Pero, aunque sí me escucho de forma constante en una forma catastrofista, finisecular, o de alerta permanente, creo que no sólo es necesario hacerlo (otros son infinitamente mejores y con más calado que yo), sino que en toda critica debe haber una perspectiva de salida o camino de mejora. Que lo logre sólo depende de mis limitaciones y deméritos. 

En esta bajada final de año, sin freno, sin oportunidad de rectificar ante el muro del tiempo que finiquitará el “año presente”, siento algo de lo que no creo haber hablado, quizás ni pensado, suficiente. El “sondaje” que tenemos incorporado a nuestra vida acelerada, cotidiana, poco reflexiva, en ocasiones de nula capacidad de cambio.

Creo que estamos Sondados como si fuera algo ya consustancial al precio por vivir. Creo que la excusa es siempre la búsqueda de la salud, pero me reafirmo en que quizá este Paciente del que todos formamos parte que llamamos La Sociedad Civil, no sea o no esté tan enfermo, no requiera “esa ayuda” para gestionar sus funciones, se le esté escamoteando auto capacidades, auto regulaciones, y por ende se le genera dependencia y falta de control sobre las acciones o “tratamientos”. Las consecuencias de estar demasiado tiempo “sondados”, hacen que el mundo pase por nuestro cuerpo sin dejar poso, sin capacidad de “retener” la vida y sus fluidos. 

Esto no dejaría de ser algo a consultar con “una segunda opinión”, si no fuera porque los médicos me temo que tienen intereses diferentes a su Sociedad Civil a la que tienen por paciente, pero sí obedecen a intereses de otras “Sociedades”. Creo que nuestros médicos están a sueldo de “aseguradoras”, pero que dan cobertura asistencial a los suyos. No negaré que también estos estén “sondados”, pero afirmo que cada día veo prescripciones médicas que benefician a otros, tratamientos inútiles a no ser para “debilitarnos como sujetos”, listas tan engrosadas de gente que recibe pecunio de otros, que a veces dudo que exista alguien que no lo sea. Y en puridad de este razonamiento, debería, yo mismo, hacérmelo mirar.

En definitiva. Estamos aparentemente enfermos, sondados, avisados periódicamente de los siguientes tratamientos, y siempre dependientes de la asistencia médica. No conozco a nadie que sea capaz de “sondarse y des-sondarse” a voluntad y sin ayuda.

La verdadera Inteligencia Económica , la verdadera y de tan rabiosa actualidad Guerra Hibrida se hace en nuestras casas, en nuestro cuerpo Social y mucho me temo que poco margen de maniobra nos queda si a los que cedemos la Autoridad, ya no piensan en nuestra salud si no en el esquilme para otros.

La Inteligencia Económica al fin y al cabo se hace de muchas maneras, no siempre directamente agresiva, ni tampoco carente de sonrisa beatifica, y casi siempre llega con buen olor, gran confianza, aplomo… No sé, quizás debiéramos aceptar ser “feudalizados por nuestro bien”, no sea que se nos calcifique la sonda, y la posterior negociación sea peor.

Por mi parte prefiero el padecimiento renal, pero como me decía un orgulloso compatriota believer de otro país y de otra cultura: “es que no aceptas que las cosas son como son y no como te gustaría que fueran (…) el paso que hay de lo que debe ser a lo que es, se llama realidad. Acéptala de buen grado antes de que se te imponga”.

Al igual que me propuse en el 2021 llevar gafas de optimismo que me fueron arrebatadas con violencia; me propongo en este no nacido 2022 mirar un poco más despacio “quienes son mis médicos, sus mensajes ecolálicos, ecopráxicos y sobre todo los globos sonda y las sondas que tan hábilmente manejan”.

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