viernes, abril 26, 2024
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El golpazo de Estado, por Juanma del Álamo

Esta semana se ha filtrado un chat de Whatsapp en el que unos militares jubilados conversaban sobre lo divino y lo humano y arreglaban el país a su manera. Que si qué mal el Madrid, que si he bajado a tomar un café y estaba todo lleno, que si dentro de nada es Navidad, he vuelto a fumar, me toca ver a la suegra otra vez, buenos días in the morning y otras perlas similares seguramente se soltaban por allí.

Pero en un momento dado la conversación en ese chat entró en el terreno político. Se discutía sobre las posibilidades electorales de las distintas formaciones: “Me he levantado esta mañana totalmente convencido, no quiero que estos sinvergüenzas pierdan las elecciones. Quiero que se mueran todos”, decía un tipo con mal despertar. Otro, impaciente, proponía como solución al deseo de su compañero que “para que mueran hay que fusilarlos”. Además, señalaba con precisión el material necesario: “Hacen falta 26 millones de balas”. Y aclaraba la fuente de la que había sacado la información: “Yo lo he leído en un libro de Pío Moa, como buen facha, y si es verdad lo que dice, no queda más remedio que empezar a fusilar a 26 millones de hijos de puta”.

Según avanzaba la conversación, el mismo individuo que había dejado caer la abultada cifra se corregía a sí mismo: “Creo que me quedo corto fusilando a 26 millones!!!!!!!!”. Fueron entre ocho y diez signos de exclamación según el medio que recoja los mensajes, lo cual indica, en cualquier caso, bastante énfasis.

De la política se pasaba a la historia, se nota que era un chat de gente culta. “Las maniobras del 36 proporcionaron unos cuantos años de progreso”, decía el mismo tipo de las exclamaciones. Llamar “maniobras” a lo que ocurrió en el 36 es como llamar ermita a la catedral de Colonia, pero bueno. Y ustedes pueden pensar que este señor es un poco conservador, pero seguidamente añadía “aunque algunos lo pasaron mal”. Había crítica profunda también en el chat. Ojo, no todo fue perfecto. “Solo las sublevaciones de Primo de Rivera y la del Irrepetible [se han dado cuenta de a quién se refiere, ¿eh?] trajeron paz y prosperidad a España”, proseguía.

Finalmente, se volvía a la crítica política con un posible palo a Pablo Casado: “La sociedad española está dividida y los buenos son más cobardes que los malos en la actualidad”. “Solo queda (desgraciadamente) repetir la historia”, concluían. Ese “desgraciadamente” deja claro que si hay que ir a la guerra se va, pero tampoco por gusto.

En otra conversación, un individuo diferente, hablando de los independentistas catalanes, animaba a vencer a la pereza: “Algún día alguien tendrá que empezar a hacer algo, legal o ilegal, contra estos hijos de puta”. Otro individuo contestaba: “Qué pena no estar en activo para desviar un vuelo caliente a la casa sede de estos hijos de puta”. 

Ayúdanos, Rey

Este ha sido básicamente el material que ha trascendido del chat de militares retirados. Yo he visto más amenazas a la legalidad en alguna reunión de vecinos, la verdad. Ni hablamos de una buena taberna de las de escupir en el suelo y limpiarse los mocos con la mano. Allí se dicen las mismas barbaridades, pero no queda registro. 

A la vista de los acontecimientos, parece que los golpistas del chat han tenido problemas para reunir las armas necesarias. Los planes han avanzado tan poco que el número de fusilados a la hora en la que se está escribiendo este artículo es de cero fusilados y de las veintiséis millones de balas no se ha disparado ninguna. La única acción concreta fuera del propio chat fue la de mandar una carta al Rey poniéndose a su disposición. Al redactarla seguro que los generales se preguntaron si era pronto para poner “Feliz Navidad” al final de la misma. 

Por lo visto, y según publicó El País, poco después otro grupo de exmilitares envió otra carta al monarca con la misma intención de hacerle entender que la gente vota mal. La idea entre algunos excombatientes era la de llenar el buzón del Jefe del Estado de misivas que empujaran a Don Felipe a acabar con la absurda democracia y a comenzar a dirigir el país desde Whatsapp

Yo creo que el hecho de que estas conversaciones de chat terminaran con una carta al Rey evidencia la nula iniciativa real de todos estos exmilitares. Además, este pequeño follón añade una función más al monarca: la de servir de desagüe final por el que se vierten todos los deseos de agarrar un tanque y de imponer la ley marcial.

Desde aquí sí queremos aprovechar para pedir que, por favor, dejen de mandarle cartas al Rey. ¿Qué esperan que haga Su Majestad, encerrarse en su cuartel general e iniciar la Operación Valkiria? No sean tan pesados, que ya tenemos una edad. Y dejen libre el buzón de Casa Real, que el monarca va a empezar pronto a recibir las cartas de los niños españoles pidiéndole Playstations y muñecos de La Patrulla Canina (mejor tontería hasta ahora).

Culpa de Vox

Ante estas revelaciones, hasta las redes sociales han reaccionado con cierta pereza, mucho menos cabreadas con estas machadas que con la frialdad de las compañeras que querían echar a Elena Cañizares de su piso.

A pesar de todo, la izquierda no ha podido dejar pasar la oportunidad de escandalizarse por tan maquiavélicos planes de acabar con la democracia. De paso, han intentado asociar a estos militares jubilados con Vox. A falta de más pruebas y para sacar algo de chicha, algunos periodistas y medios comentaron que en el chat había participado Santiago Abascal. Posteriormente hubo que rectificar: en el chat simplemente se había oído un audio del líder de Vox. Parece que Abascal era tan cómplice como lo sería Enrique Iglesias si hubieran subido al chat un videoclip suyo (no puedo confirmar que no ocurriera). Lo más jugoso del asunto se venía abajo, el sueño de cierta izquierda de Abascal conspirando en la sombra contra la democracia se esfumaba tristemente.

El diputado socialista Odón Elorza dejaba caer en el Congreso que Abascal habría “estado en contacto” con los tipos del chat. Apoyándose en ninguna prueba real concreta decía que “no sabía si el señor Abascal habría redactado la carta de estos personajes al Rey”. “Están ustedes encendiendo el odio”, añadía. Espero que los vigilantes de bulos del Gobierno tiren de la oreja al señor Elorza. Vox respondía que “no tenían nada que ver con ese chat” y se mostraban en contra de que “se revelaran chats privados”. 

En La Sexta, un tertuliano aseguraba que esta última idea se caía con la hipótesis de unos terroristas del Estado Islámico en un chat privado preparando un atentado: “Querríamos conocerlo”. La comparación fue tan desastrosa que le corrigió Ferreras (Antonio García Ferreras de La Sexta, sí) asegurando que “no es lo mismo”. Este comentario lógico de Ferreras era el reconocimiento implícito de que el chat de los exmilitares no era más que un conjunto de fanfarronadas no comparables a la organización de una acción armada real. Era el reconocimiento de que decir que vas a fusilar a veintiséis millones de españoles es lo mismo que no decir absolutamente nada. En ese mismo momento, Ferreras debió abandonar el tema para no volver a él. Pero no lo hizo. Otro tertuliano quería su cuota de tonterías y aseguraba que “estos pronunciamientos probablemente no hubieran surgido con tanta fuerza [¿?] si no estuviera Vox”. Al revés, hijo mío, si Vox tuviera más fuerza electoral y gobernara, en ese chat los exmilitares hablarían de la herencia de la Pantoja.

En el programa de Cintora en la cadena pública, se insistía en que entre los veintiséis millones de fusilados también se incluían niños, intentando aumentar la gravedad del asunto y el pavor en el espectador, como si la propuesta de matar a veintiséis millones de adultos no fuera a sorprender por sí misma. Allí, uno de los tertulianos reconocía estar “asustado y preocupado” y pudo contener la risa sin problema.

Valtonyc y el lanzapatatas

Toda esta historia me recordó a la del hombre de 63 años que quería matar a Sánchez. Hace un par de años un supuesto experto en balística hizo unos comentarios desafortunados (también en Whatsapp) sobre sus deseos de eliminar al presidente. Irónicamente, una coordinadora de Vox en Barcelona lo denunció. El hombre fue detenido. El presidente dio las gracias por el apoyo y la solidaridad que había recibido ante el peligro inminente. Inicialmente se nos contó que el tipo era un experto francotirador, un “lobo solitario” con un arsenal con el que podría invadirse un país pequeño. La realidad es que no había plan alguno y el arsenal era básicamente para tiro deportivo o para cazar animales del tamaño de un chihuahua. Además, contaba entre sus armas más poderosas con un lanzamisiles que en realidad acabó  siendo un lanzapatatas. El hombre entró en prisión, pero desconozco su paradero actual. No creo que este intento de magnicidio hortícola lo recojan los libros de Historia, la verdad.

También me he acordado del huido rapero Valtonyc, que fue condenado porque sus canciones (es un decir) incluían todo tipo de barbaridades, como amenazas, calumnias, enaltecimiento del terrorismo o injurias a la Corona. La izquierda (especialmente Podemos) defendió al cantante a pesar de la dureza de sus creaciones, que incluían perlas como que “Bauzá debería morir en una cámara de gas” o “mataría a Esperanza Aguirre, pero antes, le haría ver como su hijo vive entre ratas” o “amonal en coches oficiales, haciendo justicia poética por cada familia que está pasando hambre” o “a ver si ETA pone una bomba y explota”. Y así un muy largo etcétera. Y estas frases no las decía en un chat privado, estas frases las cantaba y a parte de la izquierda le pareció que eran libertad de expresión y nada más.

Por último, me he acordado de Pablo Iglesias que, después de que se filtrara un chat suyo en el que expresaba su deseo de azotar a la presentadora Mariló Montero “hasta que sangrase”, reconoció que “a veces he hecho comentarios en grupos de Whatsapp que, cuando los lees después, dices “esto es impresentable” y ahí lo único que se puede hacer es pedir disculpas”. En otra ocasión Iglesias aseguró que “a cualquiera que le lean el contenido de conversaciones privadas será difícil” que no le saquen “cosas que puedan tener una interpretación desagradable en lo público”.

Que no sea nada

Más allá de las televisiones y otros dramas, la ministra de Defensa, que denunció el chat ante la Fiscalía, sentenció que “las personas de este chat no representaban a nadie salvo a sí mismas” y repitió varias veces la obviedad de que ni forman parte de las Fuerzas Armadas ni la representan. 

Yo espero que este asunto quede en absolutamente nada. Porque, aunque el contenido del chat es patético y vergonzoso y aunque no apoye el fusilamiento de veintiséis millones de españoles (es tan ridículo) y aunque yo no definiría la dictadura precisamente como “unos cuantos años de progreso”, me molestaría que se condenara a unos particulares, aunque sean exmilitares, por calentarse en un chat privado. Porque nadie en su sano juicio puede ver en este conjunto de fanfarronadas trasnochadas el inicio de una conspiración real para derribar la democracia. Nadie puede ver aquí un golpe de Estado a punto de ejecutarse.

Y hay muchas cosas de Vox que no me gustan, entre ellas la insistencia de algunos de sus miembros en recordar las diferencias que tienen con los liberales (lo cual nos ahorra mucho trabajo, también es verdad). Pero ya está bien de que las izquierdas aprovechen al partido de Abascal para agitar el espantajo de Franco, del fascismo y de la guerra que jamás se repetirá.

Me aburren los aspavientos de parte de la izquierda, auténticos nostálgicos de que la derecha haga algo terrible porque a ellos se les están acabando las buenas ideas. No va a haber un golpe de Estado, duerman tranquilos, dejen de correr en círculos. Me molestan verdaderamente estos circos de cuatro pistas. Un país serio no puede asustarse por un chat entre el general Empanadilla, el cabo Cañaveral, el capitán Pescanova y Constantino de Albacete, que vive con su tía y se levanta cien veces a mear cada noche. ¡Basta! Estas tonterías me recuerdan a los golpes de Estado que se inventa el chavismo casi mensualmente. Son un engañabobos, una auténtica idiotez inflada para preocupar al personal.

Seguramente los exmilitares del chat se sentirán imbéciles y se arrepentirán, pero se arrepentirán como se arrepiente uno de aquella declaración de amor que acabó en accidente, de haber desconfiado de Benzema o de haberse comido dos donuts en vez de uno o ninguno. No hagamos un escándalo nacional de lo que es un acto infantil y ridículo que no fue a ninguna parte porque a ninguna parte podía ir. Somos España y estamos casi en 2021. Respetémonos. Rompan filas.

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