sábado, abril 27, 2024
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Albania y Bosnia, Turquía en los Balcanes y el peligro para Europa

Erdogan, con su política exterior enfocada en capitalizar elementos históricos, religiosos o étnicos se lanzó hace tiempo a la conquista de los Balcanes, sobre todo tras el inicio de las campañas de Abdullah Gül (Presidente de Turquía entre 2007-2014).

La primera base de esta ideología viene por el recuerdo romántico del dominio otomano sobre la región; idea racionalizada como un periodo de paz, prosperidad y estabilidad que se rompe por el avance europeo.

Al mismo tiempo la creación y caída de Yugoslavia permite a Turquía comenzar su expansión en la región de forma diplomática sentando las bases de un discurso muy sencillo pero profundo. En primer lugar los bosnios, kosovares y albaneses ha librado una batalla existencial entre ser y no ser, entendido el no ser como el dominio de la ideología comunista en la Yugoslavia de Tito y la Albania de Enver Hoxha.

Explotar la identidad histórica postsocialista tras el trauma de la brutal guerra de los Balcanes y sus figuras carismáticas: Alija Izetbegovic en el caso de Bosnia. Curiosamente Izetbegovic es un claro ejemplo de un renacer nacionalista bajo premisas religiosas identitarias, de hecho es un precursor a menor escala de Erdogan y su renacer nacional (que no nacionalista) bajo las premisas otomanistas, que no son sino que una vuelta de tuerca al nacionalismo kemalista.

El trauma de la guerra, como consolidación de la identidad islámica bosniaca postotomana frente al comunismo, puesta a prueba en la guerra de los Balcanes sirve para que Turquía capitalice su espacio en la región triangulando en tres enclaves: Bosnia, Albania y Kosovo.

Tras esto la propaganda irá haciendo ver que la nueva batalla identitaria de estas sociedades no es frente a serbios, croatas o griegos sino frente al avance de la Unión Europea y su ideología basada en los principios progresistas que no pueden acomodarse al discurso islámico.

El AKP y el Hizmet de Fetullah Gülen realizan una labor importante basada en el desarrollo de infraestructuras sociales, especialmente colegios, hospitales, mezquitas y ayudas sociales, con una fuerte base en organizaciones islámicas de la región, con un alto grado de trabajo por parte de las cofradías sufíes balcánicas, especialmente la Bektashi en Albania o la Naqshbandi en Bosnia (entre otras).

Sin embargo tras el Golpe de Estado de 2016 contra Erdogan se desató una campaña contra el Hizmet de Gülen, especialmente en Kosovo, atenuó la influencia de este grupo que fue solapado por el AKP y sus organizaciones caritativas afines.

En paralelo a esta labor social derivada a grupos religiosos el capital turco se vuelca en obras de infraestructura civil, especialmente en el campo energético. Por ejemplo, en el año 2018, la compañía turca IFS quería instalar una planta de energía eólica en Bosnia que ocuparía un terreno de 80 hectáreas, costaría 70 millones de euros y generaría 104GWh al año.

La estrategia turca ha consistido en crear una gran masa social proturca en lo ideológico que mantenga en el poder a gobernantes que estrechen relaciones con Ankara mientras, al mismo tiempo, el capital turco se va asentando en el país, especialmente con inversión en infraestructura y animando a los emprendedores turcos a invertir en Bosnia.

El embajador turco en Bosnia, Haldun Koc, dijo a la agencia Anadolu que: «el volumen de comercio bilateral entre Sarajevo y Ankara llegó a 700 millones de dólares con un objetivo de 1.000 millones y que el desarrollo de estas actividades no habían cesado durante la pandemia«.

El objetivo de Turquía es lograr incentivos de inversión, que ya los tiene, y profundizar en ellos para generar toda una capa social que evite la salida de población Bosnia del país para que puedan desarrollar una clase media que, con la ayuda turca, puedan contribuir a la estabilidad del país, sobre todo entendiendo que Bosnia y Herzegovina es un país escindido donde una gran parte de la población, en Sprska es serbia ortodoxa y el cantón 10 (llamado Herzeg-Bosnia) es croata católico y los movimientos sociales y étnicos puede desestabilizar el país.

De hecho Turquía ha apoyado la construcción de una carretera Sarajevo Belgrado (que rivalice con el proyecto chino que unió Belgrado con Budapest) y ha abierto consulado en la región de Banja Luka, en la zona serbia de Bosnia.

En el caso de Albania la fórmula de la inversión social a través de organizaciones islámicas + la construcción de infraestructura civil (carreteras etc…) y religiosa (reconstrucción de mezquitas) + inversión ha surtido efecto de una forma aún más profunda que en Bosnia.

Si la situación de Bosnia era pésima tras años de comunismo titista y guerra balcánica, el comunismo de Hoxha había dejado en Albania un país mísero, sin infraestructura civil (todo estaba enfocado a la defensa) y sin capacidad de salir a flote.

El proyecto turco del AKP pretende dinamizar su espacio geopolítico en zonas postotomanas para lograr preponderancia geopolítica, en este caso, ha salido muy bien.

Las relaciones, inauguradas en los 80, ha vivido una etapa de esplendor a partir del año 2000. Esto ha convertido a Turquía en uno de los tres inversores más importantes del país, el volumen del comercio con Ankara representa el 6% siendo el gobierno de Gül y Erdogan el responsable de realizar una campaña comercial que ha representado un 15% de todas las inversiones extranjeras, especialmente en el campo de la construcción (carreteras, aeropuertos, renovación de la flota de trenes etc…) en el año 2010 estos contratos capitalizaban 580 millones de dólares.

En el año 2018 Mevlut Çavusoglu, Ministro de Asuntos Exteriores de Turquía, en Tirana, capital de Albania, declaró que las inversiones turcas en Albania había ascendido a 2.500 millones, todo ello por el impulso de inversiones públicas y privadas en la mejora de infraestructuras pero también por la penetración turca en el sector servicios: restaurantes, tiendas, boutiques etc…

Todo eso para, como en Bosnia, capitalizar un gobierno proturco sobre unas bases proturcas en lo ideológico (otomanismo) y en los social; ya sea por ayuda humanitaria en forma de organizaciones caritativas islámicas turcas con apoyo de tariqas sufíes u organizaciones islámicas locales o mediante la creación de una capa social de trabajadores dependiente de empresas turcas y de las buenas relaciones Tirana-Ankara.

Todo ello para poder reforzar su presencia en una de las regiones de tránsito más importantes para Turquía ya que los Balcanes son una zona estratégica de vital importancia al ser el nudo que une Anatolia con sus socios consumidores de recursos energéticos y etapa final de toda la red de oleoductos que desde el Cáucaso (Bakú-Tiflis-Erzurum, con un desvío hasta Europa Central con el Proyecto Nabucco Stream) y el Mar Negro (TurkStream, BlueStream) cruzan el territorio de Turquía rumbo a Alemania, Francia, Bélgica o Dinamarca pero que necesita, de forma imperativa, de influencia determinante en las regiones balcánicas y tanto Bosnia-Herzegovina como Albania y Kosovo son los puntales turcos frente al avance de la UE en la región.

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