sábado, abril 20, 2024
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(VÍDEO) Los Juegos Olímpicos más extraños de la historia dan su pistoletazo de salida en Tokio

La ceremonia de inauguración de la cita olímpica ha estado marcada por la ausencia de público en las gradas y una tónica menos festiva y más sobria que de costumbre

Tokio 2020 ya es una realidad. Aunque los Juegos Olímpicos habían comenzado días atrás en lo que respecta a algunas competiciones deportivas, no ha sido hasta este viernes cuando se ha dado su auténtico pistoletazo de salida: la ceremonia de inauguración.

Una apertura que acostumbra a dejar unas magnitudes grandiosas y un ambiente festivo inapelable, pero mucho más sobria en esta ocasión. En Japón, no ha habido más remedio que asistir a un espectáculo frío y al que tan sólo han podido aportar algo de color los grandes protagonistas de las dos próximas semanas: los deportistas. Una de ellas, la tenista local Naomi Osaka (con cuatro Grand Slam a sus espaldas), ha sido la encargada de encender el pebetero olímpico, en el que ha sido el momento más emocionante de la noche.

Osaka y el resto de sus colegas de profesión han tenido que compartir el orgullo de participar en la competición atlética por antonomasia con un graderío mucho menos poblado que de costumbre, ya que la pandemia ha dejado al público de a pie sin poder presenciar la apertura olímpica. Habrá que ir acostumbrándose: en principio, los aficionados aparecerán en muy contadas ocasiones en las distintas sedes de esta cita olímpica.

En su inauguración, ha desfilado España con una delegación de 321 representantes, liderada por el piragüista Saúl Craviotto y la nadadora Mireia Belmonte como abanderados. Ellos han sido los estandartes de nuestra bandera, la de un país que, como últimamente cada vez que se pronuncia el citius, altius, fortius (y ahora han tenido que pasar cinco años y no cuatro para ello), sueña con superar las 22 medallas de Barcelona ’92.

No han sido los únicos protagonistas nacionales en la ceremonia. Alejandro Sanz es uno de los músicos que ha interpretado Imagine, de John Lennon, mientras el logo de Tokio 2020 surcaba el cielo de la ciudad formado por 1.824 drones.

Tocará dirimir si el papel español vuelve a estar a la altura de las circunstancias entre este 23 de julio y el próximo 8 de agosto, en el marco de los que ya han sido catalogados como los Juegos Olímpicos más extraños de la historia. Los del protocolo anticoronavirus a todas horas. Los del aislamiento. Los de los afectos a distancia. Los de la autoentrega de medallas. Los de, como nunca antes, la televisión y el resto de medios. Los de, en definitiva, la tristeza más inaudita que cabe esperar de un acontecimiento así.

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