Meritxell Batet se equivocó al sumar los votos, lo que provocó que la oposición pensase que el decreto no había salido adelante
La votación de este jueves en el Congreso de los Diputados sobre la ratificación de la reforma laboral fue digna de película de Hitchcock. El Gobierno tenía los apoyos muy justos y necesitaba imperativamente el sí de UPN. Sin embargo, los dos parlamentarios forales, Carlos García Adanero y Sergio Sayas, cambiaron el sentido de su voto por sorpresa y en el último momento.
La maniobra, hecha a espaldas de su propio partido y de la prensa, pretendía hacer naufragar el real decreto ley del Ejecutivo y habría tenido éxito de no ser por el error al votar del diputado del PP Alberto Casero, que dio el apoyo decisivo al Gobierno.
Pues bien, por si la jornada vivida este jueves en la Cámara Baja no hubiese sido lo suficientemente esperpéntica, la cosa acabó con la incertidumbre que se acostumbra a ver en el fútbol en esos eternos segundos en los que el VAR debe decidir si dar validez a un gol. La responsable del bochorno final fue la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, que se equivocó al sumar y en un principio pitó gol de la oposición, es decir, señaló que el decreto del Gobierno quedaba derogado, desatando la euforia en el sector derecho del hemiciclo.
Unos segundos después, Batet rectificaba: «Señorías, los servicios de la Cámara, me informan (de) que queda convalidado el Real Decreto Ley». Unas palabras a las que siguió la explosión de júbilo del Gobierno y sus socios.
A continuación, la portavoz del PP en la Cámara, Cuca Gamarra, tomó la palabra para decir que con carácter previo a la votación se había puesto de manifiesto a la Mesa un error informático en el voto de Casero, en virtud del artículo 72 del Reglamento del Congreso.
Batet le respondió: «Señora Gamarra, precisamente porque la Mesa es conocedora y ha podido analizar lo que usted me va a plantear, y es una cuestión técnica de decisión de la Mesa y no de tratamiento de pleno, no le voy a dar la palabra».
