El expresidente popular recibió un puñetazo en la cara en diciembre de 2015, durante una campaña electoral en Galicia
Las amenazas que han recibido el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias; el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska; la directora general de la Guardia Civil, María Gámez; y la ministra de Industria, Reyes Maroto, han marcado los últimos días de la campaña de las elecciones madrileñas del 4 de mayo.
Tanto PSOE como Podemos han tomado los hechos como un antes y un después en la carrera electoral, planteando una dicotomía entre «democracia o ultraderecha».
En este sentido, algunos de los políticos afectados han aireado dichas amenazas públicamente. Pablo Iglesias las dio a conocer a través de Twitter, incluyendo imágenes del mensaje amenazador que recibió, así como de las balas. Por su parte, la ministra Maroto apareció este lunes posando con una fotografía ampliada de la navaja que le llegó a través del correo ordinario.
No obstante, tras el revuelo mediático generado por estas amenazas, que afortunadamente no han pasado a mayores, la memoria rescata un episodio reciente en nuestra política en que uno de nuestros representantes sí llegó a ser agredido.
Un puñetazo en la cara a Rajoy
Se trata nada menos de que el expresidente del Gobierno Mariano Rajoy. El exlíder del Ejecutivo se encontraba también haciendo campaña electoral en Pontevedra, en aquella ocasión para los comicios gallegos de diciembre de 2015, cuando fue golpeado en la cabeza con notable violencia por un joven.
El contundente golpe le dejó a Rajoy una marca en el rostro y le rompió las gafas. Sin embargo, el entonces presidente quiso restar relevancia al hecho en numerosas ocasiones: «Estoy bien. Fue todo muy rápido, ya pasó y no hay que darle más importancia que la que tiene. Somos un pueblo civilizado, tranquilo y moderado, y de vez en cuando hay una excepción que confirma la regla«.
Llama la atención en particular la respuesta que dio Rajoy cuando se le preguntó por el impacto político que podía tener la agresión que había sufrido. El expresidente popular fue claro al respecto al decir que no había «ninguna consecuencia política» y que el hecho no debía cambiar «en absoluto» su forma de hacer campaña. Una actitud que contrasta con la adoptada por Unidas Podemos y el PSOE de cara a los comicios del 4 de mayo en Madrid.
El entonces líder del Ejecutivo incluso llegó a tomarse con humor lo sucedido y publicó un chascarrillo en Twitter a tenor de la agresión que sufrió.
