jueves, marzo 28, 2024
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Sánchez y Ayuso, negro y blanco

Entre las múltiples facetas que permiten distinguir la forma de gobernar del presidente de España y de la presidenta autonómica de Madrid se encuentra su política tributaria. La del primero consiste en aumentar permanentemente su acoso fiscal a los españoles, en tanto que la gestión de la segunda camina en la dirección opuesta, la de reducir la carga impositiva a los madrileños. Sánchez nos sube los impuestos a los españoles, Ayuso nos los baja a los madrileños. Lo afirmado se percibe con facilidad sin más que observar las últimas medidas adoptadas o anunciadas por uno y otro.

Comenzando por las decisiones impulsadas por Pedro Sánchez, debe recordarse que desde el uno de enero del presente año están vigentes las subidas de los tipos impositivos decididas por el Gobierno nacional en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, en el Impuesto sobre Bebidas Azucaradas y en el Impuesto sobre las Primas de Seguros. Desde el mismo día entraron en vigor las nuevas tasas impulsadas por el Gobierno Sánchez que gravan las transacciones financieras y determinados servicios digitales. Y por si lo anterior fuera poco, acaban de anunciarnos dos nuevos impuestos que tendrán como sujetos pasivos a las empresas energéticas y financieras pero que, en realidad, pagaremos el conjunto de los españoles. Como puede observarse, Sánchez está dispuesto a cobrar un tributo por todo y a todos.

Frente a esta política detractora de rentas a los individuos, el Gobierno de la Comunidad de Madrid acaba de aprobar un nuevo proyecto de Ley autonómica que incluye un conjunto importante de rebajas impositivas. Es decir, Isabel Díaz Ayuso continua su senda de aumentar la renta disponible en manos de los madrileños. Para empezar, aumenta hasta el 25% la bonificación en el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones para las que tengan lugar entre hermanos, tíos o sobrinos. A su vez, incluye rebajas significativas en el IRPF. Entre otras: deflactar la tarifa autonómica del IRPF (podría aprender Sánchez); aumentar ciertas deducciones de carácter familiar; y, sobre todo, reducir al 50% el tipo de gravamen autonómico a las familias numerosas. Se observa con facilidad que, como hemos anticipado, la diferencia entre las dos políticas es más que evidente: Sánchez no hace más que aumentar la detracción del Fisco a los individuos y Ayuso la reduce. 

Lo expuesto sugiere una reflexión de alcance. Siempre hemos escuchado a los politólogos que la democracia es el gobierno de la opinión pública, por lo conviene recordar qué opinan los españoles sobre la actual fiscalidad española. Tal como reseño en mi reciente libro “Impuestos o Libertad” (página 160), en respuesta a la pregunta formulada por el CIS, el 46% de los encuestados consideran que en España se pagan muchos impuestos y tan solo el 9% opinan que se pagan pocos (un 40% se quedan a mitad de camino y el resto no sabe, no contesta). Quiere decirse que los españoles que consideran excesiva a la presión fiscal que sufrimos quintuplican a los que la consideran escasa. Los datos demoscópicos proporcionados por la encuesta del ínclito Tezanos son suficientemente expresivos y solo cabe extraer como conclusión que la opinión pública española está a favor de la política fiscal de Ayuso y en contra de la de Sánchez.

Sin duda, lo concluido explica en parte los resultados electorales que se produjeron en las elecciones autonómicas madrileñas de hace catorce meses, donde coincidieron el exitazo de Isabel Díaz Ayuso y el batacazo del candidato designado directamente por Sánchez. Probablemente también los más recientes habidos en las autonómicas de Andalucía donde volvió a triunfar el candidato -Moreno Bonilla- que aplicó las recetas fiscales de Ayuso al tiempo que se estrellaba nuevamente el candidato impuesto -otra vez- por Sánchez.

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