jueves, marzo 28, 2024
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Sánchez lo ha vuelto a hacer

“Lo inadmisible es que la aplicación de sanciones a quienes incumplen a sabiendas la Constitución y rechazan la unidad de la ciudadanía sea considerada como “venganza” o “resentimiento”. F.Savater.

Pedro Sánchez ha vuelto a demostrar que tiene un plan: demoler el sistema del 78 e imponer un modelo de gobierno totalitario que no deba someterse a ningún tipo de control democrático. 

No me refiero a que haya vuelto a poner puesto su interés por delante de el de su país; o a que se haya comportado una vez más como un caudillo despótico que se cree por encima de cualquier ley humana.

Tampoco me refiero a que haya consumado su anunciada decisión de amnistiar de forma encubierta el delito de sedición y de malversación de caudales públicos.

Tampoco me refiero a que haya demostrado una vez más que los únicos compromisos que cumple son aquellos que ha negado tener, aquellos que suscribió con los enemigos de la nación española.

Tampoco me refiero al hecho de que para avalar la amnistía encubierta al golpismo que ha perpetrado, los juristas de guardia del Gobierno hayan afeado  al Tribunal Supremo y a los Fiscales que no hayan tenido en cuenta la “utilidad pública” que tiene la concesión de indultos a los delincuentes condenados por sedición y malversación de caudales públicos.

No me refiero tampoco a que Sánchez y su goebbels de bolsillo perviertan el lenguaje y denominen “utilidad pública” a las decisiones que permiten  al caudillo seguir durmiendo en el colchón que compró hace dos años para sustituir al que utilizaba Rajoy.

Tampoco me refiero a que Sánchez utilice como argumento de “autoridad” las declaraciones del Presidente de una patronal o las de los obispos catalanes, esa jerarquía eclesiástica que en el pasado sacaba a Franco bajo palio de las iglesias y hoy pone en los altares las urnas de un referéndum inconstitucional.

Tampoco me refiero a que Sánchez continúe mimetizándose   –en fondo y forma- con otros totalitarios españoles modernos  (Franco y ETA) y llame “traidores” a quien se opone al régimen y “vengativos” a quienes exigen justicia.

Tampoco me refiero a que Sánchez desprecie una vez más a la Justicia:  la imparcialidad (la venda en los ojos); la fuerza coercitiva para castigar con severidad a quienes incumplan las leyes (la espada);  y la igualdad con la que la justicia ha de tratar a todos los ciudadanos (la balanza).  

Tampoco me refiero a que Sánchez llame “concordia” a anular la ley  plegándose ante las exigencias de quienes la han incumplido.

Tampoco me refiero a que Sánchez haya vuelto a elegir caminar junto a los verdugos y despreciar a las víctimas; pues eso significa su decisión de “reencontrarse” con quienes han roto la convivencia entre los ciudadanos de Cataluña y enfrentado a esa comunidad con el resto de España.

Tampoco me refiero a que Sánchez vaya a decidir la retirada de las mascarillas en la misma semana en la que se ha quitado la careta tras la que escondía su complicidad con los autores del golpe de Estado que se perpetró el día uno de octubre de 2017 en Cataluña.

Tampoco me refiero a que Sánchez haya vuelto a despreciar la sede en la que reside la soberanía nacional anunciando en un teatro la concesión del indulto al golpismo y al latrocinio de caudales públicos.

Tampoco me refiero a que las mentiras de Sánchez durante la última campaña electoral hayan quedado al descubierto. Al fin y al cabo , ¿qué otra cosa que el fraude y la mentira caben esperar de un hombre que soportó la moción de censura  en una frase fraudulenta que un juez amigo coló en una sentencia, que prometió que convocaría elecciones “de forma inmediata” y que se mantuvo en el poder hasta que sus amigos los golpistas le retiraron temporalmente el plácet?

Tampoco me refiero a… Bueno, si, en realidad me estoy refiriendo a todo esto. Cuando digo que Sánchez lo ha vuelto a hacer estoy señalando una evidencia: Sánchez ha vuelto a traicionar los principios democráticos más elementales que son innegociables en cualquier sistema democrático, pues no solo ha ignorado el informe del TS y de los Fiscales sino que se ha atrevido a afearles que no se manchen  la toga con el polvo del camino, que diría uno de los abogados de cabecera del sanchismo.

Bueno, si que me estoy refiriendo a que Sánchez ha despreciado una vez más al Parlamento eligiendo los aplausos de un teatro para dar a conocer su decisión de amnistiar al golpismo y convirtiendo la sesión de control del Parlamento en una demostración de su personalidad maquiavélica, narcisista y psicopática.

Bueno, en realidad si que me refiero a que Sánchez ha vuelto a extender el cloroformo y muchos “que parecen buenos” han picado el anzuelo: “interés general”, “indultos parciales”, “reversibles”… Cuanto mastuerzo, cuanto sectario “de izquierdas”,  o cuanto asalariado…

Si, en realidad me refiero a que esta semana Sánchez ha vuelto a demostrar que desprecia la separación de poderes, que desprecia el papel de los medios de comunicación (seis pantallas de plasma y sin preguntas en su comparecencia tras el Consejo de Ministros), que desprecia al parlamento, que desprecia a la oposición democrática (la que está en las instituciones y la que sale a la calle), que desprecia todo aquello que no puede controlar.

Si, en realidad me refiero a que Sánchez sigue paso a paso el guion previsto para demoler la democracia utilizando el BOE para transitar desde un sistema democrático a un modelo totalitario en el que él, cual caudillo, moderno, no tenga ningún control a que someterse: ni la Justicia, ni los medios de comunicación, ni el Parlamento, ni la oposición, ni los ciudadanos.

Si, en realidad me refiero a que esta semana Sánchez ha vuelto a demostrar que es un gobernante sin límites ni escrúpulos que cumple con golpistas y terroristas a rajatabla. Y el siguiente paso será recibir con honores a Puigdemont y juntos proclamar la república catalana. Y nos dirá que  eso es el “reencuentro” y que eso es la “concordia”. 

En realidad todo esto era para decirles que  ha quedado probado que debemos parar  a Sánchez desde la calle y en las urnas. En legítima defensa y antes de que sea demasiado tarde.

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