jueves, abril 18, 2024
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Sánchez, ese narciso reincidente

Por mucho que fueran evidentes hace tiempo sus inclinaciones narcisistas, la capacidad del presidente del Gobierno para autoalabarse parece no tener ni fin ni límite. En el reciente balance que ha realizado sobre su gestión en 2021, se ha concedido a sí mismo el Nobel de Medicina y el de Economía.  

El problema es que ninguno de los asistentes a “su” rueda de prensa le recordó sus palabras  de hace un año y medio. En el inicio del verano de 2020 dijo de forma solemne y triunfal: “Hemos derrotado a la pandemia”. Dieciocho meses después, España tiene una incidencia de 1.700 casos reconocidos -habrá muchos más- por 100.000 habitantes, entre las tres más grandes de Europa. 

Tampoco nadie le recordó su errática conducta en la gestión sanitaria, pasando de un inicial intervencionismo extremo llegando a decretar tres estados de alarma de manera anticonstitucional, a una esperpéntica inacción en estos últimos meses. Eso sí, antes y ahora sacando pecho de forma solemne y triunfal. Como tampoco le fue recordado su flamante incumplimiento de la promesa de llevar al Congreso un proyecto de Ley de Pandemias. En fin, que hay que retirarle el primer Premio Nobel que se autoconcedió.

¿Qué decir del segundo Premio Nobel? Su gestión económica ha sido -es- un paradigma de fracaso. Tenemos la mayor inflación -6,7%- de los últimos treinta años, nuestro crecimiento económico no va ser el 7% largo que pronosticó en los Presupuestos Generales para este año, tampoco el 6,5% que dijo poco después, ni siquiera va a llegar al 5%. Pero él, solemne y triunfal, se atreve a afirmar que somos el país con un mayor vigor en la recuperación económica. 

Menos mal que, como publicó El Liberal hace dos días, The Economist le ha puesto en su sitio. Además de avisar de la debilidad con la que se recupera nuestra economía, la prestigiosa publicación ha elaborado un ranking con veintitrés países considerando cinco factores económicos y el resultado alcanzado en el análisis de The Economist es que, en la gestión económica de la pandemia, España ocupa el vigesimotercer lugar de los veintitrés, el farolillo rojo

Eso sí, según dijo nuestro presidente con solemnidad y triunfalismo, terminaríamos el año pagando la electricidad a un precio no superior al pagado en 2018. Aquí el trilerismo de Sánchez es ya de sainete, siendo ilimitada la artificialidad de sus cálculos. Primero, por la elección a capricho del año -2018- utilizado como referencia. Segundo, por manejar manipuladoramente la existencia de la tarifa regulada y no regulada. Menos mal que cada españolito al que le llega el recibo de la luz y que ha de afrontar su pago sabrá apreciar en su justa valoración el juego de villanos utilizado por Pedro Sánchez, aunque lo exprese de modo solemne y triunfal.

Y, entremedias, una utilización indiscriminada del Presupuesto del Estado para pagar a sus socios parlamentarios las facturas que le cobran para apoyarle en las sucesivas votaciones celebradas en el Congreso. La última fue a los separatistas de Esquerra Republicana de Cataluña “compensándoles” por la imposibilidad legal de llevar a cabo la promesa que les hizo de imponer el 6% de catalán en la producción de las plataformas televisivas. La próxima, inmediata, será a los mismos golpistas de Rufián, también a Bildu y al PNV, para que se avengan a aprobar sin retoques la contrarreforma laboral. Pero todo lo explicará Sánchez solemne y triunfalmente, en “sus” amigables ruedas de prensa. Y ya sabemos: para los triunfales, el que discrepe es un solemne facha.

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