sábado, abril 20, 2024
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Roman Protasevich, el periodista detenido que ha convertido a Bielorrusia en objeto de las críticas internacionales

Su oposición al Gobierno de Lukashenko desde los medios le ha convertido en un terrorista a ojos del oficialismo en su país, con amenaza de pena de muerte incluida

Cuando Alexander Lukashenko llevaba apenas un año al frente de la presidencia de Bielorrusia, Roman Protasevich ya estaba ahí. Nadie podía saber, en mayo de 1995, que aquel recién nacido se convertiría en el enemigo público número uno de la persona más importante de su país. Sin saberlo, el hoy periodista fue desde el principio, de alguna manera, la sombra del poder.

Todos hablan hoy de Protasevich, por quien un avión de Ryanair que viajaba de Atenas a Vilna con más de 120 pasajeros viró para aterrizar de emergencia en Minsk este domingo. ¿Objetivo? Detener al gran opositor mediático de Lukashenko, en una maniobra que ya ha llevado a la Unión Europea a decretar hasta tres grandes medidas: ampliar la lista de dirigentes de Bielorrusia vetados en Europa, prohibir que las aerolíneas bielorrusas vuelen a destinos europeos y aplicar varias sanciones económicas contra el país.

Además, la UE también ha exigido que se libere de inmediato tanto a Roman Protasevich como a su pareja, la rusa Sofia Sapega. La fobia del “primer periodista terrorista de la historia” (así se autodefine con guasa en Twitter) hacia el régimen de Lukashenko (que ahora podría condenarle incluso a la pena de muerte) viene de muy lejos. Aunque tan sólo tiene 26 años, su cara de no haber roto nunca un plato ya lleva por lo menos una década trayendo de cabeza al Gobierno bielorruso.

Sus episodios rebeldes se iniciaron en 2011, cuando su participación en una manifestación le llevó a ser expulsado del instituto de prestigio en el que estudiaba (según reveló el New York Times). Un año después, dirigir dos grupos contrarios a Lukashenko en las redes sociales motivó su primer arresto. Que fue acompañado, como reconoció el propio Protasevich, de una agresión por la que orinó sangre durante tres días y de una amenaza de ser acusado de crímenes no resueltos.

Su militancia en Frente Juvenil, una organización de jóvenes opositores, tampoco pasó desapercibida. Al igual que no lo hizo su paso por la Universidad Estatal de Bielorrusia, donde Protasevich ni siquiera pudo terminar los estudios de Periodismo debido a su orientación política. Tras trabajar como fotógrafo para varios medios bielorrusos, se marchó al exilio, a caballo entre Polonia y Lituania y por miedo a ser detenido, en 2019.

Roman Protasevich en una imagen de 2017.

Fue entonces cuando Protasevich se convirtió en uno de los fundadores de NEXTA, un canal de Telegram y YouTube que acumula más de 1,2 millones de seguidores. Y que, por supuesto, es uno de los medios más críticos con el presidente Lukashenko. Para muestra, el documental Lukashenko, materiales criminales, con el que se intentó denunciar la vertiente más oscura del político bielorruso desde esta plataforma. Y, para ir aún más lejos, la inclusión tanto de Protasevich como de otro de los ideólogos de NEXTA, Stepan Putilo, en la lista de personas que apoyan el terrorismo elaborada por el KGB.

NEXTA está en el punto de mira de Lukashenko porque se trata de uno de los pocos medios de comunicación independientes (o, quizá, el único) que quedan en Bielorrusia. A raíz de las protestas motivadas por el resultado de las elecciones presidenciales de 2020 (consideradas fraudulentas), todo atisbo de crítica contra el Gobierno fue atajado de inmediato. Todo menos el de NEXTA, que sorteó la censura para dedicarse a airear imágenes comprometidas sin ningún tipo de extralimitación: cargas policiales, atropellos, otros excesos de las fuerzas de seguridad…

El cariz opositor de Protasevich también quedó sobradamente demostrado con su capacidad para movilizar masas en esas protestas contra Lukashenko de 2020, cuyas convocatorias no paró de difundir. De ahí que el periodista se animase a lanzar otro canal, BGM, del que es editor y en el que cuenta con más de 250.000 suscriptores.

La polémica tras la detención de Protasevich

Hace tiempo que el Gobierno bielorruso tiene entre ceja y ceja al joven, que fue acusado de incitar desórdenes públicos y odio social el pasado noviembre. Parece que la charla económica que dio en Grecia junto a la líder de la oposición bielorrusa, Svetlana Tijanovskaya, fue la gota que colmó el vaso entre Lukashenko y su Ejecutivo. Fue al volver de este compromiso cuando se produjo la controvertida detención de Protasevich.

Según las autoridades de Bielorrusia, los planes del avión en el que viajaba el bloguero cambiaron por culpa de una supuesta amenaza de Hamás. “Nosotros, soldados de Hamás, exigimos que Israel cese el fuego sobre Gaza. Reclamamos que la Unión Europea cese su apoyo a Israel […] Si nuestras reivindicaciones no son satisfechas, una bomba explotará sobre Vilna”, habría expuesto la organización islamista palestina (que ha desmentido cualquier implicación con el caso) en un mensaje.

Con una investigación de secuestro abierta por parte de la Policía lituana (que considera sospechoso que hasta seis pasajeros del vuelo, incluido Roman Protasevich, se quedasen en Bielorrusia tras aterrizar), también hay suspicacias con respecto a las declaraciones oficiales del periodista. Difundidas por los canales progubernamentales, hay dos aspectos que sorprenden de las mismas.

Unas posibles marcas de golpes en el rostro de Protasevich contrastarían con su afirmación de que fue bien tratado por los agentes que lo interrogaron. Por otro lado, su confesión de que tramaba disturbios ya ha sido tildada de obligada por las circunstancias, tal y como afirman sus compañeros de profesión.

Ahora mismo, no queda nada claro qué ocurrirá con Roman Protasevich, defendido por la Unión Europea y otros organismos internacionales mientras es vilipendiado por el Gobierno de Lukashenko. En Rusia, ya comparan su caso con el de Edward Snowden, por el que también se desvió un avión en 2013 (salía desde Moscú y transportaba al entonces presidente de Bolivia, Evo Morales).

Sólo el tiempo dirá si la magnitud de la cruzada de Protasevich acaba adquiriendo la envergadura de la que protagonizó su homólogo estadounidense. Según la madre del periodista, Natalia, el único fin que le mueve es cambiar la vida “ilegal” que considera que se vive en su Bielorrusia natal. Y, sobre todo, “no permanecer sentados” ante esta.

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