sábado, abril 20, 2024
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Pioneras olvidadas por el feminismo y la historia: Mercedes Formica

En no pocas ocasiones, los ejes de la historia los mueven pequeños engranajes que, en silencio, trabajan incesantemente para mayor gloria de quienes toman el relevo. Pasados los años, se les reconoce cierto mérito o caen en el más estrepitoso olvido. Este último es el caso de Mercedes Formica.

Nacida en 1913, fue hija de su tiempo hasta cierto punto. Militante de la Falange más temprana, cayó en un presumible escepticismo respecto a la política tras el fusilamiento de José Antonio, con quien estuvo estrechamente vinculada. La desaparición de esa Falange de primera hora sumada a la unificación decretada por Franco entre tradicionalistas y falangistas, que Formica calificó de “albondigón”, pudo ser el trampolín de ese desencanto. Otros autores apuntan a la desviación por parte del régimen del pensamiento joseantoniano, que ella había conocido en esas pléyades de intelectuales y literatos que poblaron cafés y tertulias a principio de los años treinta. 

Mercedes fue una de las primeras abogadas de España, tarea que conjugó con el ensayo y la novela. Consiguió reformar el Código Civil el 24 de abril de 1958, equiparando derechos entre hombres y mujeres, realizando cambios que abarcaron más de una sesentena de artículos.

Fue autora de un artículo que provocó un importante cambio en la legislación matrimonial. Antes de la mencionada reforma, que tuvo lugar cinco años después de la publicación y fue bautizada como “la Reformica” en honor a su apellido, la separación para la mujer implicaba perderlo todo. 

El texto, disponible en la Hemeroteca de ABC [7/XI/1953], abogaba entre otros aspectos por una mejora de las leyes. Generó un gran debate que ABC azuzó abriendo una encuesta entre varios juristas, que se mostraron favorables a la postura de Formica. El revuelo fue tal que la abogada fue recibida por Franco y por el entonces presidente del Tribunal Supremo, José Castán.

El cambio en la legislación sustituyó, entre otros, el término “casa del marido” por “hogar conyugal”. Además, se limitaron los poderes casi absolutos que tenía el marido para administrar y vender los bienes del matrimonio. Además, permitió que las mujeres viudas que contrajesen de nuevo matrimonio pudieran mantener la patria potestad sobre sus hijos.

Francisco Umbral se refirió a ella indicando que “doña Mercedes Formica abría su balcón de Madrid a una paz pobre, sombría y mal distribuida. Fue dama de jurisprudencia, literatura y belleza” y la bautizó bajo la locución “reina del feminismo nacional sin gritos”.

En 1997 le preguntaron por el trato que había recibido por parte de los movimientos feministas en boga debido a su ideología, a lo que contestó: “Me silenciaron […] como si no hubiera existido”. Fue hace cuatro años cuando uno de los conocidos como “ayuntamientos del cambio” le retiraba el busto que tenía en su ciudad, algo que justificaron diciendo que “el modelo de mujer que defendía Formica no es el que nosotras defendemos”. Es decir, porque no se ajusta al perfil (único) de mujer en el entienden que debería enmarcarse. La no-diversidad de una diversidad en la que está permitida toda la diversidad, a excepción de la ideológica.


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