martes, abril 23, 2024
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Pinchazos para «todes», por Javier Maceira

Con la vacuna del COVID-19 cada vez más cerca, se me inspiran ciertas reflexiones que merecen ver la luz.

Pilar Cancela, diputada del gobierno socialista, se jactaba recientemente en Twitter de que la vacuna de Pfizer había sido pagada y traída a España por el ejecutivo de Sánchez. La realidad es bien distinta: es la UE la que ha gestionado la compra de 300 millones de dosis a la farmacéutica y organizado el aparato logístico necesario para su distribución. Todo esto, habiendo pagado los españoles nuestra parte correspondiente. Sin embargo, parece que en la realidad paralela en la que acostumbran a vivir los socialistas no es así.

Y digo parece porque ellos bien saben que esa versión de Sánchez como padre de España, y del resto del gobierno como guardianes defensores de los intereses nacionales, es mentira. No obstante, la sutil campaña de propaganda peronista que llevan a cabo para hacer creer lo contrario a sus seguidores, revela un gran interés en que los ciudadanos nos dejemos pinchar y que además lo hagamos con agradecimiento.

Sospecho de sus sibilinas intenciones, como de otras tantas jugadas del “Poder”, y más aún cuando está respaldado por los abanderados socialistas. Porque más de 100 millones de muertos en la Historia merecen, por lo menos, una sospecha. Pero sobre todo sospecho de sus intenciones porque demuestran repetidamente que se alejan de los intereses de los ciudadanos libres con cada una de las decisiones que, hasta ahora, han tomado.

“Dime con quién andas y te diré quién eres”, dice el refrán. Acompañarse de terroristas y asesinos ya dice bastante de ellos, por mucho que haya quien les quiera excusar. Pero tratar tan estrechamente (casi en régimen de sumisión) con “Señorías Eugenésicas” del grado de George Soros, revela todavía más del carácter de los mentados.

Porque verán; la industria farmacéutica se encuentra entre las primeras del mundo y sus principales inversores, como es natural, son fondos de capital y holdings bancarios. Instituciones que cuentan con grandes participaciones de individuos y corporaciones multimillonarias. Éstas, a su vez, poseen un historial de simpatía y promoción (cuando no de financiación) de prácticas eugenésicas de todo tipo a través de supuestas ONG’s, entre las cuales destaca el control de la natalidad a través de la esterilización selectiva mediante vacunas. Lo cual es un dato desconocido por muchas personas en nuestro país, sorprendentemente. No sucede así en África, Asia y Sudamérica, donde se tiene memoria reciente de estas prácticas horrendas.

Al mismo tiempo, el Foro Económico Mundial publicó en Julio su nueva hoja de ruta, que dio en llamar “El Gran Reseteo”. Campaña que consiste en promocionar el denominado “capitalismo de partes interesadas”, que no es sino un eufemismo de “capitalismo de Estado”, a la vieja usanza China. Macroempresas aliadas con gobiernos que deciden sobre el destino de los ciudadanos.

En mi mente, la pescadilla se muerde la cola. No sé si les pasa lo mismo a ustedes. Lo que está claro es que hay una multitud de personas que, generalmente por su bondad e ignorancia, caminan directamente hacia el barranco de las promesas vacías. Entre los que no, percibo un deje de sumisión social. De peligroso conformismo. Como los médicos y enfermeras a las que ordenarán pinchar esas vacunas a otros, pero que niegan con vehemencia la intención de recibirla en sus propias carnes.
No tienen por qué creerme, pero les aseguro con la mano en el corazón que he conocido a varias personas del sector sanitario que coinciden en este criterio. Será que debemos “aprender a cabalgar contradicciones”, como afirmó la delincuente condenada de Podemos, Isabel Serra.

La clave de la propaganda es diluir su influencia en el tiempo para que ésta se vuelva invisible a los ojos, tanto de los cautos como de los incautos. Entre eufemismos y dobles morales hemos llegado hasta aquí. Hoy está de moda el aparentar, el cumplir órdenes ciegamente sin atender a la moral propia. El dar ejemplo, si no de acción, por lo menos de palabra, que quede bien. No sea que se rompan las convenciones sociales y se pisoteen la “tolerancia”, el “respeto”, la “inclusividad”. Conceptos entrecomillados para manifestar lo eufemístico de quienes abusan de ellos en sus discursos. Seguro que se me entiende.

Pero el caso es que no puedo evitar preguntarme, ¿de verdad vamos a arrojar nuestro estilo de vida, nuestras convicciones y nuestras sospechas por una convención social? ¿vamos a quedarnos quietos, con una sonrisa, mientras nos inyectan sabe Dios que cosa, con sabe Dios qué intenciones? ¿qué va a pasar cuando se pongan las cartas sobre la mesa? ¿por qué seguimos esperando a que alguien venga a salvarnos?

Me gustaría pensar que el kilo de español le saldrá más caro a los enemigos de la verdad de lo que éstos suponen. Como siempre ha sido.

Mientras tanto, gobierna la nave un capitán cobarde y borracho de poder, que brama promesas que luego no cumple. Encallar es inevitable con esta tripulación, pero dudo de que inyectarnos ese fluido mágico, cuyas virtudes tanto alaban los mentirosos que se agarran con los dientes al castillo de popa, sirva solamente para aquello que prometen.

Mucho me temo que descubriremos tarde o temprano el resto de intereses que se ocultan tras la aparente filantropía de estos sátrapas. Probablemente demasiado tarde para muchos. Porque quizá sueñan nuestros gobernantes, al igual que sus colegas/jefes eugenistas, con ese “Mundo Feliz” del que nos advirtió Huxley, mientras someten a los ciudadanos libres con medidas orwellianas.

Comienza la ronda de vacunación mundial. ¿Quién se apunta?

 

Por Javier Maceira

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