jueves, marzo 28, 2024
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Lágrimas en Bataclan: entrevista a dos supervivientes en el quinto aniversario de los atentados

En el quinto aniversario del atentado en la sala Bataclan, que dejó 89 fallecidos, hablamos con dos supervivientes: “Son terroristas, han venido a matarnos”

Bataclan, París, 13 de noviembre de 2015, viernes. Diez menos diez de la noche. Ramón González, un español afincado en la capital francesa desde 2011, se encontraba junto con dos amigos (Lucía y Carlos) y su novia Paola, entre los miles de fans que acudían al concierto de la banda Eagles of Death Metal. Allí también estaba Pierre Janaszak, Dj de una emisora francesa, donde dirige un programa de rock y música alternativa. Comenzaba el fin de semana en París. Pero para cientos de personas ese no fue un fin de semana cualquiera.

La noche en la que París sangró

Hasta seis ataques simultáneos golpearon la capital francesa durante tres horas. En primer lugar, una serie de explosiones tuvieron lugar en Saint Denis, en los alrededores del Stade de France, donde se disputaba un partido entre Francia y Alemania. Los otros escenarios de los ataques fueron el restaurante ‘Le Petit Cambodge’, el local ‘Belle Équipe’, el bar ‘Le Carillon’, el Boluevar Fontaine y la sala de espectáculos Bataclan. Allí varios hombres armados con kalashnikovs, al grito de «¡Alá es grande!», dispararon a quemarropa contra todo el que se cruzara en su camino, provocando lo que hasta la fecha es el mayor atentado de la historia de Francia. En total, al menos 130 personas murieron (89 de ellas, en la sala Bataclan) y más de 350 resultaron heridas.

Pesadilla de las kalashnikov

“Vivía despreocupado —cuenta Pierre—. Pensaba que las cosas malas solo les pasaban a los demás y lamentablemente no es así”. Se encontraba en el piso de detrás a la izquierda, frente al escenario de la sala. “Ese día en Bataclan perdí a dos amigos, un británico y la persona que se ocupaba de las luces del pasillo”, cuenta. Esta última persona de la que Pierre habla fue una heroína para todos los supervivientes, pero fue asesinada. Según la mataron, apretó los botones para que todo se encendiera y todos pudieran escapar.

Pierre describe el infierno que se vivió en Bataclan durante aquella noche: “Al principio pensé que era un efecto de sonido para el espectáculo y cuando me incliné sobre el balcón vi a los terroristas disparando y el pánico en la sala”. Describe cada detalle que se le ha quedado marcado en su memoria: “La gente cae, se ve sangre salpicar, gente gritando, se oyen gemidos de las personas heridas”. “En ese momento, el ser humano se convierte en algo completamente diferente a lo que conocemos. Entra en modo de protección y no existe nada más”, cuenta Pierre refiriéndose a cómo las personas tienen ese instinto de supervivencia.

Última fotografía de la sala Bataclan minutos antes del atentado

«Está pasando algo y me temo que sé lo que es»

Ramón González, un español afincado en París, también estuvo ese día en Bataclan. Se encontraba en la parte derecha-delantera, a unos cinco metros del escenario.

Cuenta que se encontraba bailando y un instante después estaba tirado en el suelo. Oyó los gritos y unos sonidos que, aunque en un principio pensó “irracionalmente” que podían ser petardos o fuegos artificiales, enseguida se convenció de que algo muy distinto estaba sucediendo: “Van pasando los segundos, se escuchan gritos y en un momento dado digamos que empieza a durar demasiado. Al mismo tiempo empecé a decirme a mí mismo “no pueden ser petardos, está pasando algo y me temo que sé lo que es. Cada vez ese pensamiento de ‘son terroristas, han venido a matarnos’ tomaba más fuerza”, explica.

En un momento dado, Ramón levantó la cabeza del suelo y vio a tres terroristas disparando. Se fijó en el rostro de uno de ellos: “Recuerdo que su expresión de los ojos… era dura, como si estuviera controlado por alguien, fuera de sí. Era una mirada que no reflexionaba que no analizaba lo que hacía”.

Escondidos en el baño a unos metros de los terroristas

El destino quiso que Pierre pudiera esconderse en un baño junto con otras cuatro personas: “Todo pasó muy rápido. Para mí la idea de escondernos allí no era la mejor, pero era la única solución. Apagamos nuestros móviles. Esperamos y pensamos en nuestros seres queridos, en nuestros amigos. El menor ruido que hacíamos parecía que iba a ser una catástrofe”.

“Los que estábamos en ese baño no nos conocíamos, sin embargo, estuvimos unidos, juntos y, obviamente, aterrorizados”, añade. En los lavabos donde estaba Pierre también se encontraban los terroristas: “Estaban justo al lado de nosotros, al otro lado de la puerta. La pregunta que nos ha quedado es por qué no intentaron abrir nuestra puerta. Las abrieron todas salvo esa”.

La cercanía a ellos hizo que este ciudadano francés pudiera escuchar el verdadero horror que estaba ocurriendo a tan solo un metro de ellos. Pierre recuerda con nitidez el diálogo que escuchó entre una rehén que había roto a llorar y uno de los terroristas.

— ¿Pero por qué lloras, por qué lloras?

— Estoy estresada.

— ¿Y te crees que sirve para algo? Vas a morir, ¿qué más te da?

Después dijeron que la culpa la tenía François Hollande porque al bombardear Irak y Siria masacró a inocentes, a niños, destruyó a familias, y que ellos iban a Bataclan a hacer eso. «Matar inocentes y destruir familias».

El último adiós

Por su parte, Ramón echó a correr y se deslizó por un pasillo lleno de jóvenes que intentaban esconderse: “Caí al suelo, la gente me pasaba por encima, era normal porque ahí nadie mira nada, es sobrevivir y ya está”. “Fueron momentos difíciles, en el suelo vi gente que estaba como yo, que intentaban levantarse, pero no podían, estaban siendo aplastados”, añade.

Pero la pesadilla no solo estaba ocurriendo en Bataclan: “Al principio mucha gente de España me escribía preguntándome si estaba bien, y me dijeron que estaba habiendo atentados en distintos puntos de Paris. Ahí comprendí que era más aterrador aún porque no sabes lo grande que puede ser. Entonces no es lo mismo que ataquen una sala a que estén atacando más lugares. Significaba que esa noche estaba muy preparada y, por lo tanto, era mucho peor”.

Ante tanta tensión e incertidumbre, Ramón vivió uno de los que quizá sean los momentos más difíciles que cualquier persona puede vivir, despedirse de sus seres queridos: “Escribí a mis amigos. No me comuniqué con mis padres porque no quería que me vieran con esa tensión. El hecho de saber que tu hijo está en medio de un atentado terrorista en ese mismo momento es muy duro y mi madre tiene problemas de corazón. Les dije a mis amigos que si no salía con vida les dijeran que los quiero”.

Intervención de la policía

Tras dos largas horas la pesadilla llegó a su fin. Pierre cuenta que escuchó a los bomberos y a la policía y que en ese momento supo que iban a intervenir las fuerzas especiales. Oyó disparos y hubo una explosión.

“Pedazos de la pared se desprendieron y la luz se apagó. Abrí la puerta y una pistola apuntó a mi frente con una luz cegadora, había varias armas apuntándome. Obviamente me asusté, pero sabía que eran las fuerzas especiales. Nos dijeron que saliéramos sin mirar al suelo (para evitar quedarnos traumatizados), lamentablemente, no hice caso, miré al suelo y fue monstruoso, no tendría que haber mirado”.

“Temblamos, lloramos, los nervios ceden y sobre todo volvemos a ser nosotros, volvemos a ser los mismos que antes del ataque. Tuvimos que poner las manos sobre la cabeza, y caminamos sobre cadáveres o heridos para salir de la sala”, añade Pierre a quien ese viernes 13 se le quedará grabado siempre.

Homenaje a las personas fallecidas en la sala Bataclan

Sanar las heridas

Finalmente la policía les liberó, pero las consecuencias de una vivencia así aparecen a corto y a largo plazo: “El principal cambio es que tu vida no continúa como antes, el estrés postraumático hace que tengas miedo del ruido, de la gente, de salir… y luego viene algo mucho más existencial. Te planteas que allí podrías haber muerto, te planteas el sentido de la vida”.

Todo esto llevó a Ramón a dejar su trabajo de entonces, que no le acababa de “gustar ni de llenar”, e inició “una búsqueda de lo que quería hacer realmente”. “Entre tanto surgió la escritura del libro, como catarsis. Me lo recomendó una psicóloga, le conté que siempre me había gustado escribir, me lo recomendó y fue una manera de limpiarme”, concluye.

Ramón rememoraba cada detalle de este día manchado de sangre, en su libro ‘Paz, amor y death metal’ afortunadamente el tiempo ha hecho su trabajo y cada vez le cuesta más recordar. Aún no ha vuelto a Bataclan desde aquel día, pero tiene pensado hacerlo pronto.

“Lo que quiero decir especialmente, desde el fondo de mi corazón, es que no se deben tomar ejemplos como este ataque para estigmatizar a una población que es de una bondad increíble, de un amor loco y de una generosidad que quita el aliento”, añade Pierre.

La vuelta del rock ´n roll

Casi tres meses después de aquel 13 de noviembre, unas letras rojas gigantes se iluminaron en París. “Eagles of Death Metal”, decía el cartel. Las estrellas del rock volvían para terminar el concierto de aquel noviembre. Lo habían asegurado, querían tocar de nuevo. Tenían que tocar. Decir con firmeza que sí, que “el rock ‘n roll podía salvarnos”. Todos los supervivientes del concierto de noviembre habían sido invitados. La mitad estuvo presente. Algunos iban en sillas de ruedas. Los organizadores tuvieron que tranquilizar a todos aquellos que preguntaban por las salidas de emergencia. Y el rock triunfó.

Concierto en París tres meses después de los atentados

La magnitud y organización de los ataques perpetrados el 13 de noviembre en Francia se consideró un atentado contra la forma de vida occidental. Un pedazo de nuestros corazones se quedó en París esa noche y cinco años después, aún nos lo seguimos preguntando: “¿en nombre de quién?”.

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