viernes, marzo 29, 2024
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La historia de los dos sacerdotes que salieron con vida de la explosión de la calle Toledo

Dos de los tres sacerdotes que vivían en la residencia que fue arrasada por la explosión de este miércoles en Madrid salieron con vida

«Es un auténtico milagro. Es duro decirlo cuando ha habido fallecidos, pero esta tragedia podría haber tenido una magnitud muy, muy considerable«. Estas palabras del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, resumen bien lo ocurrido ayer tras la explosión de un edificio de la calle Toledo de la capital.

A pesar de que este jueves la cifra de muertos ha subido a cuatro, tras el deceso del sacerdote Rubén Pérez de Ayala, lo cierto es que la tragedia podría haberlo sido mucho más. Basta con recordar que el edificio que estalló, una residencia de sacerdotes perteneciente a la parroquia de la Virgen de la Paloma, en el número 98 de la calle Toledo, estaba anexa a la residencia de ancianos Los Nogales y al colegio de La Salle. No hubo víctimas, sin embargo, ni entre los mayores ni entre los niños.

Pero otras dos historias dan una idea de lo «milagroso», en palabras del alcalde, de las relativamente pocas consecuencias de la explosión de ayer en comparación con lo que pudo haber sido.

La primera de ellas es un vídeo grabado por Matías Quintana, uno de los sacerdotes que vivía en la residencia parroquial y que quedó atrapado en el quinto piso.

Las cuatro plantas inferiores habían quedado arrasadas por la explosión y Matías no podía salir por la acumulación de escombros y por el fuego a su alrededor.

Su testimonio es escalofriante: «Se acaba de estallar nuestra casa por la tubería del gas. Estoy atrapado en el quinto piso y hay un incendio, no puedo bajar. Reza por mí, no sé si me van a poder rescatar de aquí«.

Afortunadamente, los servicios de emergencias lograron finalmente rescatarlo sano y salvo.

Abrazando una Biblia

La segunda historia es la de Gabriel Benedicto, de 40 años, el vicario de la VI vicaría del Arzobispado de Madrid, otro de los sacerdotes que vivía en las dependencias parroquiales. La explosión lo sorprendió cerca de la caldera pero un piso por encima, lo que le salvó la vida.

Cuando los servicios de emergencias se abrieron paso, se lo encontraron aferrado a una Biblia calcinada. Benedicto no paraba de repetir: «Esto ha sido un milagro».

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