sábado, abril 20, 2024
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La historia de Isabel Zendal, la pionera que da nombre al nuevo hospital de Ayuso

Isabel Zendal fue reconocida por la OMS como la primera enfermera de la historia en misión internacional

El Gobierno de la Comunidad de Madrid, liderado por Isabel Díaz Ayuso, anunció hace unas semanas la apertura de un nuevo hospital para la capital en estos tiempos de pandemia. El complejo, que contará con 240 camas, 16 de ellas de UCI, así como con 103 médicos y 247 enfermeros, ha sido objeto de debate por parte de la oposición al considerar que, para dotar al nuevo hospital, la Consejería de Sanidad iba a menguar las plantillas de otros centros hospitalarios.

Pero polémicas al margen, un detalle no menor en relación con el hospital es el nombre con el que la Comunidad de Madrid ha decidido bautizarlo: Isabel Zendal. Hablamos de una enfermera gallega fallecida en Puebla (México) en una fecha que no ha llegado a nuestros días.

Pero, ¿quién era Isabel Zendal y qué hizo para que un hospital lleve su nombre? Su historia tiene que ver con la de otro nombre propio relacionado con la lucha contra la pandemia del coronavirus. Hablamos de Francisco Javier Balmis, el médico responsable de una masiva campaña de vacunación de la viruela a inicios del siglo XIX y en cuyo honor se bautizó la operación de las Fuerzas Armadas españolas para combatir el COVID durante la primera ola de la pandemia.

El hospital Isabel Zendal de Madrid, durante su construcción. EFE.

Una enfermera citada con la historia

La historiografía encuentra muchas lagunas en la vida de Isabel Zendal. Sabemos que nació en Órdenes (La Coruña) en 1773 en una familia de agricultores de clase humilde. Cuando tiene 13 años, muere su madre e Isabel se ve obligada a abandonar su casa para ponerse a trabajar. En 1793, tenemos noticia del nacimiento de su hijo, Benito Vélez, no sabemos si natural o adoptado.

El caso es que en 1803, a la edad de treinta años, Zendal ocupaba el cargo de rectora de la Casa de Expósitos de La Coruña, donde dirigía los cuidados a los huérfanos de la ciudad. En esa época, una epidemia de viruela asolaba España. La propia madre de Isabel había muerto por acción de este virus. La enfermedad afectaba especialmente a los niños y la propia hija del entonces rey Carlos IV, la infanta María Teresa, había sido víctima de la epidemia.

El monarca se convenció entonces de la necesidad de actuar en toda España, tanto en la península como en los territorios de ultramar. Carlos IV encargó entonces al cirujano de la Corte, Francisco Javier Balmis, que organizara una expedición que llevase la vacuna, recién descubierta en 1796, a todos los rincones del Imperio.

La historia llamó entonces a la puerta de Isabel Zendal. La enfermera brigantina fue el último miembro en incorporarse a la expedición que partió de La Coruña el 30 de noviembre de 1803, siendo la única mujer a bordo. Su cometido, dada su experiencia en el cuidado de niños, fue ocuparse de los pequeños que viajaban con la expedición y que llevaban inoculada la vacuna. En concreto, tal y como rezaba el decreto real que recogía su nombramiento, Zendal fue contratada para que “cesara la repugnancia que se experimenta en algunos padres de fiar sus hijos al cuidado de aquellos [hombres], sin el alivio de una mujer de probidad”.

El navío ‘María Pita’ parte del puerto de La Coruña en dirección a América para llevar la vacuna de la viruela a todos los rincones del Imperio español. Grabado de Francisco Pérez.

La expedición hizo escalas en Canarias, Puerto Rico, Colombia, Venezuela, Cuba, México y Filipinas. El viaje filantrópico se prolongó durante varios años. Las fuentes parecen indicar que Isabel Zendal se quedó en México en 1809. Allí vivió con su hijo hasta su muerte, de la que no se conoce la fecha ni el lugar.

«El más noble y amplio ejemplo de filantropía»

Impulsada por el afán humanitario del cirujano real, la expedición de Balmis no quiso limitarse a llevar la vacuna a los territorios españoles, sino que llegó incluso a internarse en China, en concreto en Macao y en la actual provincia de Guandong.

En la ruta de regreso a España, el médico alicantino también convenció a las autoridades británicas para que le permitieran vacunar a la población de la isla de Santa Elena. Edward Jenner, descubridor de la vacuna de la viruela, escribió sobre el viaje de Balmis: “No puedo imaginar que en los anales de la historia se proporcione un ejemplo de filantropía más noble y más amplio que este”.

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