miércoles, abril 24, 2024
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La economía española, desnortada; la madrileña, OK

La situación crítica de nuestra economía es un dato objetivo y generalmente reconocido. Una de sus causas, común a nuestro entorno internacional, es la crisis previa a los desmanes criminales de Putin y que ha resultado agravada por éstos. El otro motivo del caos económico que atraviesa España es la preocupante desorientación del Gobierno de Pedro Sánchez. Hay varias pruebas que así lo acreditan.

No hace ni quince días que, a la conclusión de la última Conferencia de Presidentes, Sánchez prometió rebajar la fiscalidad de los hidrocarburos. A las 48 horas de su promesa, desde su Gobierno y con la vicepresidenta económica a la cabeza le desmentían. Para justificar este trepidante incumplimiento de un compromiso de un presidente de Gobierno (ha batido cualquier récord histórico), Nadia Calviño esgrimió un argumento con el que hubiera suspendido cualquier examen en la Facultad de Económicas. Argumentó que la reducción del impuesto que grava el consumo de un bien es intrascendente para el precio que se paga al consumirlo. Y, como pretendido apoyo a su absurda tesis, expuso que con la reducción del impuesto que grava la electricidad no se había logrado que los hogares españoles pagáramos menos por nuestra factura eléctrica.

Señora Calviño, no se engañe usted y/o no intente engañarnos a todos. Entre medias, el precio del gas siguió subiendo. Quiere decirse que, de no haberse reducido (aunque tarde y poco) la fiscalidad de la electricidad, ahora estaríamos pagando más por nuestro consumo eléctrico. Recuerde la condición caeteris paribus que aprendió cuando era universitaria.

Con sus argumentos falaces y con sus enredos políticos, el Gobierno español viene haciendo lo contrario de lo que hacen nuestros socios europeos. Ellos venían bajando los impuestos en los últimos años, Pedro Sánchez los viene subiendo desde que accedió al poder. En la actual coyuntura, ellos reducen la fiscalidad de los combustibles; Nadia Calviño se niega a hacerlo.

Con todo, la mayor evidencia de lo grogui que está el Gobierno español se observa en su postura ante el grave problema del transporte por carretera. Que, tras diez días de colapso absoluto en la cadena de distribución por no atender las más que justas reivindicaciones de los pequeños transportistas, siga negándose a reunirse con ellos es incomprensible. Que el autoconsiderado “campeón del diálogo” se niegue a dialogar con quien ha demostrado tener la representatividad real del sector en crisis resulta abracadabrante. Y que, entre medias, les haya regalado insultos como el de ser “agentes de Putin” indica una torpeza ilimitada. Valiente modo de intentar solucionar un conflicto.

En estas condiciones, la inflación española es mayor que la de nuestros vecinos, nuestra recuperación económica es mas débil, lideramos la estadística del paro en la Unión Europea, nuestro déficit público sigue a la cabeza de los existentes en nuestro entorno…

Frente a este pandemonio económico que es el Gobierno de Pedro Sánchez, contrasta el orden y la eficacia imperantes en la gestión de la economía madrileña por parte de su Gobierno regional. La objetividad de los datos lo revela de manera incontestable.

Sabemos que, frente a las infundadas previsiones de Nadia Calviño y Pedro Sánchez, el crecimiento del PIB español en 2021 se quedó en el 5,1%. Frente a esto, el PIB de la Comunidad de Madrid aumentó un 6,5%. La diferencia es mayor si se contrasta el crecimiento de Madrid con el correspondiente al resto de España, pues entonces la comparación es 6,5% frente a 4,3%.

Algo similar sucede en el ámbito laboral. Frente al 13,3% de desempleo que existe en el conjunto de la economía española, el existente en Madrid se limita al 10,1%. Pero hay más. Dos de cada tres euros de la inversión extranjera que han elegido a España como destino se han localizado en Madrid. Una de cada cuatro de las nuevas sociedades españolas constituidas en 2021 han sido creadas en Madrid. Y así sucesivamente.

¿Cuál es el atractivo de Madrid? Una inteligente política de moderación tributaria, una política eficiente de gasto público, una eficaz política de liberalización económica, un decidido apoyo a la iniciativa empresarial y al emprendimiento… Así se construye el éxito del Gobierno autonómico de Madrid. La comparación con el fracaso del Gobierno nacional es inevitable.

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