sábado, abril 20, 2024
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La destrucción del espacio eslavo

Una de las prioridades del mundo anglosajón (Estado Unidos-Reino Unido y las instituciones afines)  una vez caída la URSS fue la de reestructurar su política postsoviética hacia una nueva vertiente, una vertiente enfocada en leer de nuevo la coyuntura histórica y proponer un nuevo modelo de lucha antirusa.

Durante la era Yeltsin la debilidad del mundo eslavo quedó patente: las guerras postsoviéticas, Chechenia, el terrorismo, la corrupción rampante y una economía destrozada producto de la Perestroika hacían prever una cómoda colonización y occidentalización de estados eslavos. El plan ya venía trazado y tenía que ver con la destrucción del mundo hispánico.

El gran enemigo, durante años, del mundo anglosajón fue el mundo hispano y España. Las guerras de sucesión ya implicó el inicio de, por lo menos, una meseta geopolítica descendente lentamente hasta la guerra de la independencia: frente a las bajas españolas y la destrucción de la industria por la guerra, no sólo de los franceses sino de los ingleses que mataron miles de ovejas castellanas para que la lana de Castilla no compitiera con la lana escocesa (entre otras “ayudas” anglosajonas) fue el inicio de nuestro declive.

El poder anglosajón creciente al otro lado del charco quedó patente y rápido comenzaron las guerras con los estados hispanoamericanos secesionados…de entrada la Gran Colombia, para beneficio de Estados Unidos, quedó en agua de borrajas, se quitaron medio México de encima con el tratado Guadalupe-Hidalgo y para apuntalarse en el Caribe la guerra del 1898 y la toma de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. 

Luego vino la otra guerra, ¿una unión geopolítica España-América Latina como la que existe entre Estados Unidos y Reino Unido?, ni de cerca…y llegó la propaganda: la leyenda negra española que nos hemos tragado a ambos lados del Océano, la leyenda del genocidio americano, cuando Hispanoamérica es un continente de mestizaje y de pueblos indígenas, pues esa leyenda es alimentada por aquellos que arrasaron a los pueblos autóctonos del moderno Estados Unidos y Canadá y los confinaron en reservas.

Las élites locales hispanoamericanas, con un fuerte carácter masón, se tragaron y usaron esa propaganda anglosajona bien vinculada a las logias masónicas leales a la Gran Logia de Londres para adoctrinar al pueblo y de ahí nacieron todas esas divisiones que unida a las torpezas diplomáticas españolas como el apoyo al golpe de estado contra Hugo Chávez en 2002 envenenó nuestras relaciones con la América española. De hecho incluso la penetración anglosajona ha llegado a la religión: frente al tradicional cristianismo católico cada vez es más fuerte el evangelismo de corte estadounidense.

Y ahora ustedes dirán ¿qué tiene que ver esto con Rusia y Ucrania?, porque Ucrania es a Rusia lo que América Latina es a España, un espacio natural de desarrollo comunitario, no es sólo un espacio geopolítico, económico y militar sino parte de su historia. Rusia nace en Kiev y la Iglesia Ortodoxa Rusia nace en Kiev con la metrópolis, antes de lograr la autocefalia.

Tras la caída de la URSS la propaganda anglosajona se encargó de envenenar a los ucranianos usando la leyenda negra rusa creando una paranoia y desvinculando psicológicamente a los rusos de los ucranianos haciendo a estos últimos que vieran a Moscú como su gran enemigo.

Y es que cercenar Ucrania de Rusia a nivel cultural e identitario generaría la misma crisis de identidad que la pérdida de los últimos restos del Imperio español en 1898.

Rusia no puede permitirse eso. La utilización de esta propaganda ha provocado un cisma religioso también (en lo administrativo pero no en lo dogmático) con la negativa de la iglesia ucraniana de ser una metrópolis del Patriarcado de Moscú aduciendo que ese patriarcado autocéfalo tiene su origen en Kiev por lo que al final el Patriarcado de Moscú (a la que se adscriben los rusos) es independiente de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana – Patriarcado de Kiev, que se declara autocéfala (independiente jerárquicamente de otro mando) y ordena a sus sacerdotes, monjes, monjas y administran sacramentos.

Al principio el Patriarca de Constantinopla Bartolomé fue reacio a reconocer a la iglesia ucraniana hasta que el 5 de enero de 2019 reconoció la autocefalia (ergo independencia) de esta iglesia dando carta de naturaleza y separando religiosamente ambas naciones. Ni que decir tiene que el conflicto dentro de la Iglesia es grande ya que mientras el Patriarca de Constantinopla es un primus inter pares cuya autoridad (muy limitada) emana de su cargo como sucesor de Andrés el Apóstol.

El problema es que el líder de cerca de cuatro millones de fieles preside su cargo desde un país islámico en el cual los cristianos son minoría mientras que el Patriarca Kiril I de Moscú es el líder de entre 80 y 160 millones de fieles y rige la iglesia ortodoxa más grande del mundo desde un estado tradicional y conservador por lo que en términos absolutos sería el más poderoso de todos los jerarcas de la iglesia ortodoxa (cuya administración es diferente a la Católica Romana).

Por lo que el apoyo de Occidente a esta división religiosa implica la separación de ambas naciones. El Dniéper corre el riesgo de convertirse en la separación entre rusos y ucranianos de la misma forma que el Atlántico se ha convertido en el muro de separación de españoles y latinoamericanos. 

Ya que el mundo hispano está destruido y dominado a ambos lados del Océano por Washington, Londres y las instituciones atlantistas y por lo tanto no es una amenaza contra el mundo germánico occidental (Reino Unido y Estados Unidos) ni contra el mundo germánico continental (Alemania y Francia) ahora toca el turno al mundo eslavo. De entrada parte de ese mundo ya está capitalizado políticamente (forma parte de la UE), militarmente (tiene bases de la OTAN) e ideológicamente (están en un vertiente de progresiva modernización ideológica a nivel social por parte de las ideologías prefabricadas en las universidades norteamericanas).

Países como Polonia, Eslovaquia o República Checa ya ven a Rusia como algo ajeno y en Ucrania el proceso de separación bien documentado e ideologizado especialmente desde la revisión del maltrato soviético (donde todos, rusos incluidos, fueron maltratados por los comisarios soviéticos) y ahora por la guerra y la anexión de Crimea.Los rusos saben que están en una guerra ideológica en su espacio natural de proyección étnico-cultural y también saben que están perdiendo mucho terreno. Ucrania es la línea roja…si al final se decantan por Washington el mundo eslavo estará herido de muerte y la injerencia y contaminación en Rusia y Bielorrusia será cuestión de tiempo. España pasó de ser un imperio capaz de poner de competir en igualdad de condiciones con Inglaterra bajo Carlos III a estar absolutamente cercenada, empobrecida, dominada y derrotada con Fernando VII (su nieto)…Putin, que sabe lo que se juega, sabe que en Ucrania con esta maniobra se juega mucho más que una guerra o unas sanciones, se juega el destino del bloque eslavo oriental y eso es, literalmente, jugarse su espacio imperial natural.

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