viernes, marzo 29, 2024
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Imperio chino (parte 5): el asalto a África (parte II)

Como hemos visto antes, vemos que esta red de puertos y su infraestructura asociada permite una penetración en el continente africano muy importante.

En Sudán, donde se encuentra la red norte, China invirtió entre el año 2000 y 2011 en la construcción de un ferrocarril desde Jartum (Capital de Sudán) hasta Port Sudán, así como una planta de energía de carbón de 500 MW. No podemos olvidar que China es el mayor socio inversor de Sudán, sobre todo tras las sanciones por parte de Estados Unidos a Sudán por haber albergado a Osama Bin Laden o por conflictos como el de Darfur, que a los chinos les trae sin cuidado.

China, en todo este proceso, estrechó lazos con Sudán mediante un acuerdo para la exportación de su petróleo, de modo que al poco de producirse las sanciones China entró en el mercado petrolero sudanés con su Corporación Nacional de Petróleo de China (CNPC), que compró el 40% de la Compañía Operadora de Petróleo del Gran Nilo (Petronas de Malasia tomó el 30% y ONGC Videsh de India adquirió el 25%). Debido a la salida de las compañías occidentales, se entregó el petróleo de Sudán en exclusiva a China.

Sin embargo, en Sudán las relaciones han profundizado hasta alcanzar el campo de la minería, las infraestructuras civiles como la construcción de viviendas y el comercio, por lo que la red ferroviaria que une Jartum con Port Sudán es básica y ha dinamizado la pobre economía del país africano, enfrascado en un grave conflicto interno en Darfur y con la secesión de Sudán del Sur. Esta política de importación e inversiones en África llegó a sobrepasar la mitad del PIB chino, lo cual ha generado un dilema, y es el siguiente:

A) China es relativamente pobre en recursos naturales como para sostener su desarrollo de forma autárquica;

B) China importa masivamente los productos que hemos mencionado. Esto copa su mercado interno, que no puede absorber todos estos recursos importados;

C) Este excedente de la importación se guarda como una provisión de fondos en caso de crisis o de ruptura de las rutas de suministro y el sobreexcedente, una vez aseguradas las reservas, se exporta de nuevo, siendo revendido. Creando un doble estándar por el cual China necesita tanto proveedores estratégicos para su desarrollo como mercados donde reinvertir su excedente y, curiosamente, es África también uno de sus grandes socios comerciales.

Como ya hemos visto en los modelos de ferrocarriles en Sudán y Kenia, que penetran hacia el centro del continente, en Yibuti la cosa no es diferente. El gigantesco puerto militar-comercial posee una red de ferrocarriles que une este puerto con Addis Abeba, la capital etíope, en lo que es una penetración que logra captar desde estos puntos logísticos toda la región entre las costas y las regiones al este del Nilo y el Gran Valle del Rif.

Sin embargo, China no se para ahí. Entre sus proyectos más ambiciosos está la inversión multimillonaria en la red de ferrocarriles de Nigeria, a través de la China Railway Construction Corporation, con un coste de 12.000 millones de dólares y 1.402 kilómetros que recorrerá toda la costa nigeriana uniendo las ciudades de Lagos y Calabar (que se encuentra en el delta del río Cross).

Sin embargo, la penetración en África Occidental es también muy poderosa, ya que desde 2015 China es el segundo socio comercial de Senegal tras la Unión Europea. Las relaciones Dakar-Pekín implican unas exportaciones valoradas en 349 millones de dólares desde China al país africano y las importaciones chinas desde Senegal representan 26.000 millones de dólares anuales.

Las relaciones son profundas, ya que la Senegal Peche, la mayor empresa de pesca y transporte comercial, es ahora una subsidiaria de la Asociación Nacional de Pesca de China y en cuanto a la relación de importaciones-exportaciones China extrae de Senegal recursos naturales mientras que Senegal importa productos tecnológicos como maquinaria, telefonía móvil, textiles, manufacturas, vehículos, etc, que al ser más baratos se vuelven asequibles para los consumidores africanos.

De hecho, China es presa de una fiebre ferroviaria cuyo objetivo es realizar el proyecto que tanto desearon los británicos en el siglo XIX y comienzos del XX con su proyecto ferroviario Ciudad de El Cairo –  El Cabo. En este caso, China propone todo un sistema de carreteras y raíles (para uso comercial y civil) que permita una dinamización socio-económica en el continente uniendo estas infraestructuras, que rodearían el continente bordeando sus costas, y, desde ahí, penetrarían dentro del territorio uniendo, como una red nerviosa, las costas del oriente y occidente africano.

China tiene un interés más profundo que la mera extracción de recursos. Su interés va de la mano de un desarrollo que permita convertir a este gigantesco continente en su mercado. Entiende que si África comienza a desarrollarse financieramente y nace, como en su país, una emergente clase media en las ciudades, quien posea ese mercado poseerá un poder casi total a nivel internacional, sin necesidad de desplazarse militarmente o encender regiones enteras.

De ahí que la visión comercial de China sea doble: África como lugar de extracción estratégico para el sostenimiento de su imperio comercial y futuro (o presente en muchos casos) mercado de exportaciones que diversifique el mercado europeo o de Medio Oriente. Para ello se ha apoyado no sólo en la inversión en infraestructuras o en el comercio, sino en el préstamo y en la ingeniería financiera a través de los préstamos estatales del China Eximbank, del China Development Bank y la creación de zonas especiales económicas (SEZ).

Del IED obtenemos la información, poco fiable aún, de que en África existen del orden de 2000 empresas que podrían ser definidas como pymes estatales chinas y cuyo objetivo es la industria extractora de petróleo y materiales (aunque podrían ser miles más), pero en el ámbito financiero China también invierte, como en el caso de la inversión que hizo en la Standard Bank of South África a través de su banco público ICBC (Industrial and Commercial Bank of China) por un valor de 5.500 millones de dólares en lo que era una inversión del 20% del capital de este banco (el primero de Sudáfrica).

Sudáfrica es de los principales mercados de exportación de China, que a nivel financiero invierte en el continente a través de sus bancos Chinese Eximbank (CHEX) y China Development Bank (CDB), y ambos bancos superan cada uno la inversión del Banco Mundial en el continente. Además, al contrario del BM, las condiciones chinas son flexibles y con facilidades que desde Europa no se dan.

En el periodo 2001-2010, la financiación del CHEX fue de 67.200 millones de dólares, siendo la del BM para esos años de 54.700 millones de dólares. El core del CHEX es la inversión en infraestructuras (el 80% de los proyectos financiados por este banco tiene como objetivo este campo). Desde este punto es importante conocer, como ya hemos dicho, que China tiene un serio compromiso en África como mercado y socio comercial.

De hecho, en 2013 las relaciones África-China superaron los 200.000 millones de dólares, mientras que el comercio europeo con África fue de 137.000 millones de dólares y 96.000 millones con Estados Unidos. Como vimos antes en la lista de países que exportaban a China, ahora veremos cuáles importan productos chinos: Sudáfrica (21%), Egipto (12%), Nigeria (10%), Argelia (7%) y Benín (5%). Estos cinco países representan más de 60% de las exportaciones de China a África. De hecho, todo este proceso de «conquista de África» sin conflictos militares ni políticos se consolida con la retirada del dólar como moneda de comercio y su sustitución por el yuan chino.

En mayo de 2018, en Harare (capital de Zimbabue), el foro ‘Tendencias en manejo de reservas soberanas’ contó con la presencia del Instituto de Gestión Financiera y Macroeconomía de África Meridional y Oriental, integrado por 14 países: Angola, Botswana, Burundi, Kenia, Lesoto, Malawi, Mozambique, Namibia, Ruanda, Suazilandia, Tanzania, Uganda, Zambia y Zimbabwe. En este foro se planteó de forma muy seria el desplazamiento del dólar en el comercio y el pago de la deuda soberana, arguyendo que la mayoría de los países de esta región tienen préstamos de China y lo lógico sería saldar la deuda en yuanes chinos en vez de dólares estadounidenses.

John Mangudya, el portavoz del Banco Central de Zimbabue, declaró que la moneda comercial en África debería ser el yuan debido al peso de las inversiones chinas en el continente, que, como hemos visto, superan a las inversiones de Estados Unidos. Además, las calificaciones de las agencias financieras espantan inversores que no sean chinos, por lo que, en el fondo, África debería rechazar el dólar y usar el yuan.

Esta idea la refrendó Gladys Siwela-Jadagu, portavoz del Instituto de Gestión Financiera y Macroeconómica de África Meridional y Oriental, cuando declaró en Zimbabue que existía una gran problemática con Occidente debido a que las relaciones comerciales con Estados Unidos-Unión Europea habían caído en picado frente a las relaciones comerciales con China, que sólo aumentan, de modo que esto hace peligrar la hegemonía del dólar en el continente y, de forma colateral, la hegemonía del Franco CFA francés. Además, no olvidemos que el FMI incorporó al yuan a la cesta de divisas especiales de giro en el año 2016 y que por su participación ocupa el tercer lugar superando al yen japonés y a las libras esterlinas.

China ve el continente como un medio y un fin, no como una gigantesca mina o un pozo de petróleo. El Gobierno chino siempre entendió que uno de los puntales más importantes para su poder se encontraba en África, un continente donde la media de edad es de 19 años y que en treinta años doblará su población.

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