sábado, abril 20, 2024
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¿EPA? Sí, pero menos

La publicación por el INE de los datos de la Encuesta de Población Activa relativa al tercer trimestre ha servido para que, indebidamente, el Gobierno vuelva a sacar pecho. El mensaje que nos lanzan viene a ser: los datos son buenos, ergo… lo estamos haciendo bien. Pues ni los datos son tan buenos ni, por supuesto, lo están haciendo bien.

Es cierto que la EPA revela que ha aumentado el número de ocupados y que ha disminuido el número de parados. Pero también lo es que ambas cuestiones no pasan de ser sino una prolongación del “efecto rebote” sucedido en nuestra economía tras la hecatombe económica provocada por la pandemia. Es sabido que cuando la fiebre de un enfermo llega a 42 grados, su temperatura solo puede descender.

Pero si apartamos el humo del autobombo, podemos observar claramente que: 1) Aún no hemos alcanzado la situación previa a la pandemia; y 2) Permanecen sin resolver todos los grandes problemas de nuestro mercado de trabajo, como son el paro juvenil, el desempleo de larga duración o la temporalidad del empleo.

Adicionalmente, debemos tener en cuenta que actualmente existe un variado conjunto de grandes riesgos que ensombrecen nuestro futuro. Entre ellos: una inflación desbocada que nos retrotrae a épocas turbulentas de la economía española; los precios desorbitantes de la energía; la escasez de productos industriales; el cuello de botella que atenaza el transporte internacional de mercancías … Y, además, el dato confirmado este viernes por el propio INE según el cual nuestro PIB solo creció un 2% entre julio y septiembre, dato que evidencia que es imposible alcanzar el 6,5% de crecimiento anual previsto por el Gobierno y con el que se han construido los “alegres” Presupuestos para 2022, presupuestos que cada vez aparecen como menos realistas.

Con el escenario descrito y la pelea interna de la “coalición socio podemita” que nos gobierna sobre quién se apuntará el pretendido tanto de la “contrareforma” laboral con la que nos amenazan todos los días, resulta indudable que el futuro a corto plazo de la economía española ofrece más incertidumbres que certezas. Lo resulta para todos -analistas, institutos de previsión, empresas de rating-, menos para el Gobierno que parece dispuesto a mantener la ficción de su previsión de crecimiento hasta final de año. Ellos saben por qué.

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