sábado, abril 20, 2024
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Enfrentamientos entre el Polisario y Marruecos en el Sáhara

Los medios marroquíes han dado un cerrojazo a cualquier información que hable de la nueva guerra del Sáhara, un conflicto interno para Rabat, mientras que de los medios saharauis la información es intermitente en lo que respecta a un conflicto por la liberación de su territorio ocupado por una potencia extranjera.

Como vemos, las perspectivas son irreconciliables, tanto como para que se haya revitalizado la guerra entre el Polisario y Marruecos por el territorio de la antigua provincia española, la primera guerra saharaui-marroquí duró dieciséis años (1975-1991) y marcó una gran parte del reinado de Hassan II y ahora, tras los eventos del 13 de noviembre podemos hablar de la segunda guerra saharaui-marroquí que no se sabe cuándo acabará.

Desde el 13 de noviembre hasta ahora los enfrentamientos entre el ejército de Marruecos y el Frente Polisario se están dando a lo largo del muro de seguridad marroquí, un muro de 2720 kilómetros de largo con minas antipersona, torretas de seguridad y fortificaciones construido a imagen y semejanza de la “Línea Bar Lev”.

El objetivo de este muro es diverso, en primer lugar separar los territorios saharauis bajo control de Marruecos de los territorios libres del Sáhara, reforzar la presencia militar marroquí y ayudar a la colonización del territorio soberano saharaui que fue anexado parcialmente por Marruecos en el periodo 1975-1991 violando los principios básicos del derecho internacional público.

Uno de ellos es el Utis Possidetis Iuris, un principio jurídico que no permite la modificación de las fronteras heredadas de la descolonización que es refrendada por la doctrina Stimson, que no permite la convalidación legal en el tiempo de situaciones cuyo origen era ilegal. Estas fronteras fueron modificadas por la intervención marroquí que, al mismo tiempo viola otro principio anexo: el de prohibición de anexión de territorios por la fuerza, asimismo complementado con el trato vejatorio y los castigos colectivos hacia la población saharaui autóctona que se encuentra en una posición de desventaja frente a los colonos marroquíes.

Ni que decir tiene los ataques llevados a cabo contra los refugiados saharauis que huían de la zona de conflicto y que fueron masacrados por el ejército marroquí en los años setenta pero también en fechas tan recientes como en 2010, cuando Marruecos castigó duramente a los saharauis que protestaban en El Aaiún.

En todo esto se encuentra también la ONU con su misión para el mantenimiento de la paz y la vigilancia a la hora de realizar el referéndum que debería decidir el destino del territorio, frente de otro conflicto. Marruecos desea que voten todos esperando que la masa marroquí movilizada en el Sáhara con ventajas económicas voten a favor de mantenerse en Marruecos mientras que los saharauis aducen que los marroquíes, al no ser saharauis étnicos y el Sáhara no ser parte de Marruecos ni jurídica ni históricamente, no deben votar, sólo los saharauis de 1975 (cuando España abandona el territorio) sus descendientes y los refugiados deben votar.

Sobre los refugiados hay otro frente abierto ya que son los protagonistas del éxodo del Sáhara, sin embargo esta masa poblacional crece sin nacionalidad ya que el estatus de refugiado no se pierde y se puede llegar a heredar, mientras tanto se encuentran en las regiones del sur de Argelia, país que les acogió amigablemente y que tiene un compromiso con los saharauis.

Los intentos de Marruecos de reforzarse en El Gergerat, zona bajo control de la ONU es vital para los intereses de Rabat ya que la necesidad de dinamizar su carretera en la costa le reforzaría económicamente al ser un nudo que uniría Marruecos con Mauritania en el sur y con el estrecho de Gibraltar al norte, lo que sería un gran revulsivo financiero para el país.

Sin embargo frente a la dejadez de las tropas desplegadas por la ONU se suma la constante vigilancia del ejército del Polisario en la región, que impide cualquier penetración marroquí en ese territorio.

Sin embargo la MINURSO, que vela por la estabilidad de la zona, tiene pocos efectivos y está debilitada porque el puesto de Enviado Especial del Secretario General para el Sahara Occidental está vacante desde 2019 tras la dimisión de Horst Köhler por motivos de salud. Nada tiene que ver el planteamiento de la ONU en el Sáhara como el realizado en los Balcanes, Líbano o Afganistán donde el despliegue fue mucho más serio.

Marruecos, que está llevando a cabo una campaña diplomática en Europa y África ha logrado ir restando apoyos al Sáhara con mayor o menor fortuna al mismo tiempo que se armaba con material estadounidense de último modelo como los nuevos A1 Abrams, nuevos F-16 o el establecimiento del servicio militar obligatorio, en paralelo a Argelia que ha sido el único país del mundo que ha comprado los Su-57 a Rusia, el mejor caza del mundo.

Dentro de esta guerra fría regional está el Polisario con un ejército pequeño pero tenaz a la hora de defender a su población en los campamentos de refugiados, en los territorios libres y dentro de la zona ocupada por Marruecos, que monitorizan los movimientos de Rabat en las zonas controladas por la MINURSO y siguen planteando la independencia de su territorio soberano bajo ocupación ilegal aunque eso implique romper los acuerdos de 1991, declarar la guerra y comenzar las hostilidades a lo largo del inmenso muro marroquí, una guerra que empieza en 2020 pero no sabemos cuándo acabará.

Por Koldo Salazar López

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