Solo tres días después del día en que iba a celebrarse el acto, el Gobierno salvó el decreto de medidas anticrisis gracias a los votos de Bildu
Muchas veces se insiste, y con razón, en que la violencia de ETA no terminó por iniciativa de los propios terroristas. Tampoco, al menos no en la mayor medida, por la actitud de la sociedad española, que solo empezó a despertar de su miedoso letargo en los años noventa, sobre todo a partir del asesinato de Miguel Ángel Blanco. Y es que los verdaderos artífices de la derrota de la banda fueron las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.
Las cifras hablan por sí solas: de las 853 víctimas de ETA, más del 58% fueron militares, policías y guardias civiles. Un colectivo que tenía intención de conmemorar su decisiva —y sangrienta— lucha contra el terrorismo en un acto que iba a tener lugar el pasado 25 de abril. Sin embargo, tal y como publica el diario El Mundo, el proyecto se vio frustrado entre otros motivos por la negativa del Gobierno a autorizar la presencia del Rey en tan solemne ocasión.
Distintas asociaciones de policías y guardias civiles habían conseguido ponerse de acuerdo en celebrar este homenaje en el pabellón WiZink Center de Madrid. Todo fueron facilidades por parte del recinto y de la propia Casa Real, que, al ser contactada al respecto, no tuvo dudas en apoyar la iniciativa. Sin embargo, todo se paró dos semanas antes de la fecha escogida para el acto por el rechazo del Ejecutivo de Pedro Sánchez a que el rey Felipe participase en el homenaje.
Curiosamente —o tal vez no tanto— solo tres días después de ese 25 de abril en que policías y guardas civiles iban a conmemorar a sus compañeros caídos ante el terror de ETA, el Gobierno salvó in extremis el decreto de medidas anticrisis gracias a los votos de Bildu en el Congreso.
Mientras, continúa la deuda pendiente de un acto conmemorativo para los cientos de militares, policías y guardias civiles que vencieron a ETA.
