jueves, marzo 28, 2024
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El Donbás pasa a primer plano en la guerra entre Rusia y Ucrania: historia de un conflicto incesante desde 2014

La sublevación armada de hace ocho años ha tenido mucho que ver en el recrudecimiento de la tensión entre ambos países

El Donbás, una zona conocida históricamente por sus minas de carbón, es una región ucraniana limítrofe con Rusia con salida al mar de Azov donde en 2014 estalló un conflicto armado entre el Ejército ucraniano y las milicias prorrusas, que, según la ONU, ha causado más de 14.000 muertos en ambos bandos, entre militares y civiles.

Geografía de la región

Donbás es la denominación no oficial de las regiones de Lugansk y Donetsk de Ucrania. Proviene del nombre de la cuenca hullera de Donetsk, ubicada en la mayor parte del territorio de la región de Donetsk, así como en el sur de Lugansk.

El área total de las regiones de Lugansk y Donetsk es de casi 53.000 kilómetros cuadrados, mientras la población a principios de 2015 era de unos 6,5 millones de personas, un 15 % de la población total de Ucrania.

Se trata de una región poblada en su mayoría por rusoparlantes y rica en recursos naturales, principalmente hulla. Su industrialización comenzó en el siglo XVIII y las ciudades más grandes, Lugansk y Donetsk, surgieron como asentamientos cerca de plantas metalúrgicas.

Los minerales extraídos predeterminaron el futuro desarrollo del Donbás: tanto el Imperio ruso como la URSS lo consideraban una de sus regiones industriales más importantes.

Tras la desintegración de la Unión Soviética, la región sufrió una grave crisis y muchas empresas que lograron superarla perdieron gran parte de sus ingresos y funcionaban merced a ayudas estatales.

Según datos de 2013, de las 83 millones de toneladas de carbón extraídas en Ucrania ese año, el 45 % correspondían a la región del Donbás.

Sublevación armada de 2014

En abril de 2014 en Slaviansk, en el Donbás, comenzó una sublevación armada prorrusa que acabó partiendo en dos las regiones de Donetsk y de Lugansk, una mitad controlada por los separatistas prorrusos y la otra bajo dominio del Ejército ucraniano.

Como consecuencia de ese conflicto surgieron las repúblicas populares de Donetsk y de Lugansk, que pasaron a controlar cerca de un tercio del Donbás con una población de cerca de 4 millones de personas.

A la vez, ambas repúblicas secesionistas reclaman el control sobre todo el territorio de las regiones de Donetsk y Lugansk, algo que parece ser uno de los objetivos de la actual campaña militar rusa en Ucrania, que busca además unir el Donbás con la península de Crimea a través de un corredor terrestre.

A diferencia de Crimea, que Moscú anexionó tras un polémico referéndum celebrado en 2014, los plebiscitos que tuvieron lugar en las separatistas Donetsk y Lugansk ese mismo año no fueron reconocidos por nadie, tampoco por Rusia, que llegó a reconocer la independencia de las regiones separatistas el 21 de febrero, tres días antes de anunciar la intervención militar en Ucrania.

Acuerdos de Minsk

En febrero de 2015 los líderes de Rusia, Ucrania, Francia y Alemania fraguaron los Acuerdos de Minsk para el arreglo en el Donbás, que estabilizaron el frente y trazaron una línea de separación de fuerzas entre ambos bandos.

El pacto contemplaba, en particular, la convocatoria de elecciones locales en el Donbás y la concesión del autogobierno a los separatistas si los comicios fuesen declarados democráticos por observadores internacionales.

Moscú y las autoridades prorrusas de Donetsk y Lugansk criticaron en repetidas ocasiones a Kiev por su reticencia a conceder un estatus especial al Donbás.

Las autoridades ucranianas condicionaban a su vez la cuestión del estatus a la recuperación del control sobre la frontera entre las regiones rebeldes y la Federación de Rusia, así como la celebración de elecciones locales bajo la legislación ucraniana en los territorios bajo control de los separatistas prorrusos.

De esa forma, el problema de la secuencia se convirtió en uno de los principales escollos en el proceso de paz, puesto que Kiev insistía en recuperar primero el control sobre la frontera y solo luego celebrar elecciones, en tanto que Moscú afirmaba que en los Acuerdos de Minsk suscritos en 2015 el calendario era al revés.

Conflicto latente

Tras la firma de los acuerdos, la guerra a gran escala cesó, pero las hostilidades y escaramuzas entre el Ejército ucraniano y las milicias prorrusas han sido constantes.

Durante ocho años las partes se han acusado mutuamente de la violación del alto el fuego, combates que se saldaron con más de 14.000 muertos, según los cálculos de las Naciones Unidas.

El conflicto se recrudeció a principios de 2022 en el marco de las tensiones entre Rusia y Occidente por la concentración de más de 100.000 efectivos rusos cerca de la frontera con Ucrania.

Fuente: EFE

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