viernes, abril 26, 2024
viernes, abril 26, 2024

El cretino en su salsa

Cada día en el albor de la fecha que inexorable se cierne sobre cada uno de nosotros, jugamos con las cartas marcadas y haciéndonos trampas al solitario; pues parece que de esa forma el mundo con sus leyes se hace más soportable. Sabemos que nada suele cambiar, pero afanosos estamos siempre repitiendo mecánicamente nuestras rutinas como la cobaya y el hámster enjaulados se afanan en el “molinillo estéril” que llamamos “ruedas de ejercicio”.

Nunca sabré si eso les calma, les estresa más, les alarga la vida, se la hace placentera, o ruin… Sinceramente no lo sé, y ningún tratado sobre las diecinueve especies de cricetinos consultado dice nada de rutinas pertinentes a la raza o al bienestar de la especie sobre ese particular, puesto que no hay “ruedas de entretenimiento” allí donde moran estos bichejos.

Por analogía, traída por los pelos, veo que más que Cricetinos nosotros nos comportamos como cretinos, y no por sufrir desgraciadamente una afectación grave hipotiroidea si no porque cuadra constantemente con las rutinas que veo del amanecer a cada noche de forma creciente y masiva. Vaya por delante que Dios me libre de cualquier resquicio “jugando retóricamente” a costa de aquellos, con tal mala fortuna y desgracia, de nacer bajo ese síndrome por ausencia de yodo o por mal funcionamiento de la glándula tiroides, ocurra como antaño por deficiente alimentación en las madres o por azares crueles del destino genético.

Yo me refiero y observo “para señalamiento de presa”, a aquellos que lejos de un diagnóstico real de tan terrible patología, obran enteramente y creo que de forma consciente como si afectados fueran en todo acto, omisión o pensamiento formulado, por la lacra de una enfermedad que parece fue casi extinta hace años por la mejora en nutrición y cuidados neonatales; pero que parece repuntar con fuerza inusitada.

Veo gente que sin pudor y de forma rítmica reproduce comportamientos cercanos a un retraso en la madurez intelectual y física, siendo a demás valorados por esa capacidad de “girar eternamente sin sentido en una rueda”, sea personal, profesional o de cualquier índole. Una macroglosia permanente (la lengua no les cabe en la boca) pero no de corte fisiológico si no de los relatos y narrativas que repiten como mantra indefectiblemente y como retahíla eterna. Un sin sentido pero que parece que les dota a ojos de ciertos políticos y lobbistas de un perfecto perfil para nutrir los consejos de administración, la función pública como cargo de confianza, y básicamente cualquier puesto que permita medro o paralice cualquier mejora a implantar. Vamos que no les cabe la lengua en la boca de la sarta de consignas y necedades que dicen. Incluyen todo el arco parlamentario y sobre todo en buena parte de la sociedad civil con peso en asociaciones, o grupos sectoriales. E incluso heredan puestos durante generaciones no por valía o capricho de los dueños. Si no de manera programada para como decía El Gatopardo: “Cambiar todo para que nada cambie”.

Como parte de su circunstancia y esencia cretina, no les gusta el frio compartido por la ciudadanía que asocian a esfuerzo o tareas, fuesen las que fueran. Tienen frecuentes episodios de estreñimiento fundamentalmente en la toma de decisiones, que siempre procrastinan para que otros las ejecuten.
Mientras están en su rueda haciendo como que se ufanan en mejorar algo pensando que el mero movimiento y trasiego veloz es suficiente para que taumatúrgicamente se avance en cualquier materia. Su entorno se deteriora y es difícil hacer que la sociedad mejore. Normalmente porque ellos viven opíparamente bajo blasones y apellidos, o cubiertos del estiércol de años de molicie.

Como cretinos en rueda, siempre sufren perdida de memoria cuando tocan responsabilidades, reparto de competencias o sencillamente se le pide opinión; sufriendo entonces una psicosis de estar bajo observación y vigilancia, no para comprobar su falacia laboral, si no porque hay una “conspiración para quitarte lo que tienes”. Es decir, se creen en posesión de puesto, prebendas incluidas, con tan sólo estar en la rueda dando vueltas.

Se deprimen con suma facilidad, mudan en expresión facial triste y retienen líquidos de forma sorprendente para evitar ausentarse y que “le quiten su sitio”, duramente ganado con genuflexiones y rodilleras de cuero. Eso sí, cuando ya por evidencia palmaria, les toca hacer algo y se le baja de la rueda, sufren apoplejías, insensibilidad en el trato humano y manos sudorosas.

Hay unas señales claras para identificarles antes de que te los presenten, anidan en Cámaras de Comercio, Colectivos en Secciones o Colegios profesionales, así como en colectivos sectoriales de la sociedad civil o la función pública, encaminados a nunca hacer nada, proteger los intereses creados y si se puede ascender a otra jaula con la rueda más grande, para así parecer que hacen algo.
Sus silencios no son de meditación o pensamiento, si no de esperar que pase “turno” y llevárselo crudo todos los días. Por eso cualquier iniciativa que vulnere los principios de su rueda de “hámster” es detenida inmediatamente.

Pero llegará un día que podamos decir nombres y apellidos, que limpiaremos de populistas convertidos en casta a los diez minutos, y castas que se popularizan para camuflarse y que no les pillen. Yo por mi parte ya estoy preparado, por que me los encuentro por doquier… no se si eso significa que el Cretino soy yo. El tiempo lo dirá.

Relacionados

spot_img

Colaboradores