viernes, abril 19, 2024
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El coronavirus y el Tribunal Supremo centran un debate vicepresidencial menos bronco

El republicano Mike Pence y la demócrata Kamala Harris replicaron el debate protagonizado por Trump y Biden hace diez días en una versión más inteligible pero igual de gris en lo dialéctico

Sentados, separados por un plexiglás y comportándose de forma bastante más civilizada que sus jefes. Así se desarrolló en la madrugada de este jueves, hora española, el debate entre los candidatos a vicepresidente de Estados Unidos, el republicano Mike Pence (actualmente en el cargo) y la demócrata Kamala Harris.

En efecto, poco tuvo que ver el intercambio dialéctico de anoche con el protagonizado hace diez días por el presidente Trump y Joe Biden. Esta vez las interrupciones, las subidas de tono y el pasarse de tiempo quedaron reducidos a una expresión más razonable. Esto no significa, no obstante, que el debate tuviera más calidad que el de los candidatos a ocupar el Despacho Oval: quitando algún momento de mayor brillantez, ni Pence ni Harris pudieron (o quisieron) salirse del intercambio plano, apenas una mera repetición del argumentario que republicanos y demócratas llevan repitiendo durante los últimos meses.

Tampoco los temas que centraron el debate fueron ninguna novedad. La noche pivotó en torno a las dos grandes cuestiones sobre las que van a decidirse estas elecciones. Por una parte, la gestión sanitaria y económica que la Administración Trump ha llevado a cabo a raíz de la crisis provocada por el COVID-19. Por otra parte, la vacante abierta en el Tribunal Supremo de Estados Unidos tras la muerte de la juez Ruth Bader Gingsburg.

Acerca del primer asunto, los razonamientos fueron los mismos que en el debate Trump-Biden. Por los demócratas, Harris se dedicó a recordar las cifras de 210.000 muertos y siete millones de contagiados que ha provocado la pandemia. Además, al hilo de la información desvelada por el mítico periodista Bob Woodward, acusó a Pence —y, por extensión, a Trump— de ocultar la magnitud de la enfermedad al pueblo americano, una enfermedad que ha llevado al propio presidente al hospital.

Pence replicó defendiendo la gestión que la Administración Trump ha hecho de la situación y aseguró que la vacuna estará lista «en tiempo récord». El actual vicepresidente señaló que tres farmacéuticas estadounidenses se encuentran ya en la fase 3 del desarrollo del antídoto y que ya se están produciendo «decenas de millones de dosis».

La guerra por el Tribunal Supremo

El otro asunto sobre el que más se discutió fue la vacante en el Tribunal Supremo. Los republicanos nominaron hace diez días a Amy Coney Barrett como su candidata a suplir a la desaparecida juez Gingsburg y esperan confirmar su nombramiento antes de las elecciones del 3 de noviembre. Ante esto, la demócrata Harris señaló que cuatro millones de personas ya han votado por correo y que debe ser el próximo presidente quien elija al nuevo juez del Supremo.

Por su parte, Pence defendió el derecho recogido en la Constitución de que sea el actual presidente haga el nombramiento. Además, el vicepresidente volvió a acusar a los demócratas de que, en caso de ganar las elecciones, vayan a aumentar el número de jueces del Supremo —actualmente fijado en nueve— para devolver el equilibrio entre conservadores y progresistas. Trump ya preguntó a Biden sobre esta cuestión en el debate presidencial y, tal y como hizo entonces Biden, Harris evitó contestar directamente a la pregunta.

Además, Harris cargó de forma insinuada contra la posición de la conservadora Amy Coney Barrett sobre el aborto y señaló que luchará siempre «por el derecho de una mujer de tomar una decisión sobre su propio cuerpo». El vicepresidente Pence respondió diciendo que no podría estar más orgulloso de servir al lado de un presidente «que defiende la santidad de la vida humana y que no necesita pedir perdón por ello».

El tema racial también sobrevoló el debate de ayer celebrado en Utah, impulsado en esta campaña por el movimiento Black Lives Matter. Pence quiso salir al paso de los que acusan al presidente Trump de no condenar a las organizaciones supremacistas blancas y afirmó que lo ha hecho en repetidas ocasiones (la última de ellas, hace unos días en la Fox). Por su parte, Harris prometió reformar el sistema judicial y la Policía para evitar muertes como la de George Floyd.

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