sábado, abril 20, 2024
sábado, abril 20, 2024

Disrupción en Inteligencia y Seguridad

El Emboscado

Hace unos días, mientras regresaba de un viaje, fuera de la calidez de mi “Emboscadura” leía los últimos acontecimientos políticos, económicos, sobre seguridad, el Bitcoin, la carrera espacial, la lucha entre china y USA, la creación de las primeras “quimeras humanas” (por cierto de la mano de un Español)… y me vino a la cabeza que de toda esta “avalancha de información e intereses publicitarios del poder de cada uno”, había de común para al menos, si no tener una guía de acción del futuro, tener una idea por dónde viene el porvenir para nuestros hijos, y si nos ponemos poéticos, para la razón de ser de nuestros intereses como civilización.

No me suelo caracterizar por ser demasiado etnocentrista, ni siquiera un defensor del inmovilismo en valores, costumbres e idiosincrasias de eso que se suele llamar pueblo. Pero me he dado cuenta recientemente (ya me vale a la edad que profeso), que el ser humano no ha cambiado mucho en los últimos diez mil años en lo esencial. Y que un falso buenismo que postula de forma axiomática un a priori en el que de forma natural se cree que el ser humano va a llegar por si mismo al convencimiento de una paz y armonía entre los pueblos y una fusión que hará cual providencialismo que “seamos todo con el Uno”. El cual dicho sea de paso nadie dice qué es, y todos intentan imponer su propia visión; es decir que prime la razón de la Fuerza y no la Fuerza de la razón, sea esta sentimental o puramente intelectual.

Me costó bastante depurar de forma clara cuál era el concepto que permitiría a los míos, sean los que fuere, sobrevivir ante tanta supuesta incertidumbre, emboscarse con éxito, y por que no quizás tener el éxito de vivir con comodidad (pasando desapercibidos). Lo logré y ese concepto es: “disrupción”.

No podemos superar las economías pujantes basadas en el esfuerzo que hemos perdido culturalmente; no podemos mejorar el rendimiento o la tasa de éxito de aquellos que nos superan en capacidades y recursos; mucho menos podemos cambiar en tiempo suficiente y en el suficiente silencio la pirámide poblacional que nos diera la ventaja del factor humano como inteligencia o fuerza bruta… por tanto, si no tenemos energía, materias primas, masa critica humana, capacidad de liderazgo e incluso perdemos en capacidad de innovación, sólo nos queda engancharnos al tren del futuro, en el último vagón, como “polizones de ferrocarril” o picaros de novela, sobre las alas de la capacidad de generar conocimiento disruptivo, gente con capacidad de creación disruptiva, y sobre todo un entorno fértilmente disruptivo.

Cuando siempre he defendido las tareas colectivas, y sigo creyendo en ellas aún, lo hacia desde el paradigma equivocado de que se podía crear desde la comunidad de intereses. Ahora me doy cuenta de que en esta sociedad del conocimiento en red, esa comunidad de intereses es la meta a la que llegar y no el principio desde el que ya, lamentablemente, podamos construir un futuro.

El futuro está en la educación, el futuro está en la capacidad que tengamos de formar mentes capaces de “agilizar” los procesos de cualquier índole, hacerlos rentables, coger los réditos y volver a comenzar el proceso volátil de volver a pensar en el siguiente escalón “para sorprender” a un entorno cada vez más torpe para darse cuenta de lo frugal de la vida y lo corto de los ciclos de productividad.

Creo firmemente que ahora nos encontraremos en el camino, con suerte, con gente que salga de la “espesura” para compartir algo que les hace diferentes, a cambio de recibir algo en lo que ellos son deficitarios. Esa nueva forma de habitar, esa vida casi Diletante, debe tener un nombre, debe tener unas reglas, un sistema por mínimo que sea que lo articule epistémicamente. Eso es lo que parece que subyace al concepto de Inteligencia: “datos estructurados o por estructurar, que convertimos en conocimiento gracias a un método, que permite tomar decisiones en tiempo, plazo y forma”, para al menos mantenerse a flote hasta que las cosas cambien (esperanza que he abandonado, pero que queda muy poética formular). Ese individuo, grupo o sistema tiene que sentirse medianamente profesional de algo, tiene que valerse de cierta fuerza tecnocrática, y por supuesto debe huir de la falsa “vocación” para centrarse en “lo que hace bien y la parte más profesional de sus acciones”. Cuando alguien me dice que hace algo por vocación, me llevo la mano a la cintura, tomo la empuñadura del arma (que no tengo), porque lo siguiente es que me pretenda convencer con sus ojos y actos de iluminado que no sólo tiene la razón, sino que además quiere compartirla “para salvarme”. Huyo de esos vocacionalistas que son en el fondo dictadores de lo ético que postulan “utopías” que siempre nos llevan a precipicios periódicamente.

No significa que no sea importante la vocación o el placer que causa el propio acceso al conocimiento, sobre todo cuando es aplicable y es válido al menos en lo estético. Lo que significa es que no debería mezclarse lo que “yo quiero” con lo que “se debe hacer o hay que hacer”. Sí, suena formalista, porque lo es; suena utópico por que hoy ya no se estilan las visiones holísticas o humanísticas.

Y esa inteligencia, esa disrupción, sólo puede estar dirigida, al menos en primera instancia, a la consecución de una “seguridad integral”, de una mínima garantía de poder defender nuestras identidades compartidas. Ya que no tenemos dinero, no tenemos infraestructura, no tenemos masa humana crítica, tengamos al menos herramientas de Inteligencia Competitiva, Educativa, Económica y de Prospectiva para que nuestros pasos sean lo menos errados posibles. La tecnología, las herramientas del nuevo mundo “ciber” o las nuevas formas de productividad, no quedarán lejos si al menos sabemos articular este pensamiento. Esta Inteligencia que parte del propio individuo, del propio grupo, se hará disruptiva, se hará compartida y nos permitirá sobrevivir o quizá ser menos “prescindibles”. No nos obstinemos en tomar delantera o hacer carreras en lo que ya llevamos décadas de retraso colectivo. Olvidemos las viejas formas de “saber hacer” y demos entrada a las del “poder hacer y el hacer efectivo”.

Creo firmemente que es un camino posible, viable y ciertamente de los pocos que quedan por explorar. Yo al menos salgo periódicamente de mi “emboscadura” a buscar esa gente, no por que crea que tenga nada que aportarles, si no por que anhelo que ellos lo tengan y quieran compartirlo o me dejen acompañarlos. Entonces ya no será una tarea individual, si no colectiva; entonces quizá, hallamos encontrado, la manera de habitar en esta nueva era, hacernos competitivos y quizá algún día “recuperar algún peso específico en el mundo”.

Estaremos haciendo Inteligencia y Seguridad Disruptiva, en lo individual, en lo económico, en lo social, en aquel lugar en el que nacimos, decidimos estar y quizá queramos acabar nuestros caminos. Estaremos quizá salvando lo poco que nos quede antes de la próxima colonización que ya llama a las puertas de nuestras casas.

Relacionados

spot_img

Colaboradores