viernes, abril 19, 2024
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¿Decidirá ERC los impuestos de Madrid?

Según se acerca el momento en el que los expertos fiscales de la ministra de Hacienda suscriban el informe que se les ponga a la firma, crece la sospecha. Una vez más, Pedro Sánchez parece dispuesto a ceder ante las exigencias de los soberanistas de Cataluña condenados por golpismo y, en esta nueva cesión, se aviene a romper la autonomía fiscal de las Comunidades Autónomas impidiendo así que Isabel Díaz Ayuso puede aplicar la política tributaria que ha sido elegida por los madrileños hace apenas unos meses.

Con independencia del posible conflicto jurídico que se plantearía, pues la reducción de la autonomía fiscal de las Comunidades choca con el espíritu de la Constitución, con la letra de las leyes estatales y autonómicas que la desarrollan y con la anunciada Ley de Defensa de la Autonomía Financiera y Fiscal de la Comunidad de Madrid, son varias las paradojas presentes en lo proyectado por Sánchez.

La primera paradoja es que un partido ultranacionalista abogue por reducir las competencias autonómicas y acrecentar las del Estado. Es fácil imaginar los adjetivos que recibiría cualquier político de la oposición de centro derecha que hiciera una propuesta semejante.

La segunda, que desde el Gobierno se vaya a impulsar el recorte de unas competencias autonómicas que provienen del desarrollo legislativo del Título VIII de la Constitución, y que esté dispuesto a hacerlo sin el más mínimo acuerdo político ni con la oposición ni con las Comunidades. Sánchez parece dispuesto a romper uno de los consensos básicos en los que se asienta nuestra democracia. No es difícil adivinar los epítetos que se dedicarían a cualquier político de la oposición que se mostrara dispuesto a romper así nuestra convivencia.

La tercera, que realizando lo que pretende realizar, el Gobierno defraudaría las normas más elementales del quehacer democrático. No debe olvidarse que en el mes de mayo los madrileños elegimos el modelo fiscal de Ayuso, relegando al modelo alternativo propugnado por el PSOE al tercer lugar de la clasificación electoral. Tras su estrepitoso fracaso y, descontento con el resultado, todo apunta a que Sánchez parece dispuesto a cambiar las reglas del juego para ganar en los despachos el partido que perdió en las urnas. Toda una demostración del escaso o nulo respeto por la voluntad demostrada electoralmente por los madrileños, recurriendo a una indigna artimaña propia de un truhán profesional.

Pero sí. Pese a todo, parece dispuesto a hacerlo. Si lo hace, Sánchez pasará a la Historia por quebrar un consenso básico del constitucionalismo español obligado por la exigencia de un partido independentista liderado por delincuentes que han sido condenados por golpistas. Pero seguirá un poco más en la Moncloa. Actuando como actúa, Sánchez no hace sino dar la razón a todos aquellos que afirman que eso es lo único que le importa.

Pero ofrece interés intentar vislumbrar la causa de la causa. Parece evidente que el motivo que lleva a la siniestra soberanista de Cataluña a querer horadar la autonomía fiscal de Madrid es tapar las vergüenzas de su desastrosa gestión de gobierno. En los últimos años, la Comunidad presidida por Isabel Díaz Ayuso ha superado a la Generalitat en todos los indicadores económicos posibles: evolución del PIB, evolución del empleo, creación de empresas, inversión internacional… en todos. Y, por si eso fuera poco, además Ayuso nos libra a los madrileños de pagar un impuesto tan rancio como el de Patrimonio -inexistente en ningún otro país de la Unión Europea-, al tiempo que exonera a los hijos de pagar por la herencia de su padre o madre fallecidos en el atrabiliario impuesto sobre Sucesiones.

Ni una ni otra circunstancia disfrutan los catalanes que anualmente han de pagar por el tributo reseñado y ocasionalmente por el segundo. Ellos son conscientes de cómo los fondos que les detrae el Gobierno independentista fueron utilizados en su momento para perpetrar el intento de golpe de estado perpetrado, y de cómo se utilizan ahora para financiar la política segregacionista allí practicada. De ahí la pretensión de los “rufianes”.

Pero no cabe engañarse. Siendo esa la causa de la causa, lo que resultaría execrable es que Sánchez cediera también esta vez.

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