jueves, marzo 28, 2024
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Cuatro cantos para recordar a Dante en el 700 aniversario de su muerte

La Divina Comedia continúa siendo uno de los grandes referentes del canon literario occidental

Dante Alighieri murió hace 700 años, el 14 de septiembre de 1321, enfermo de malaria, repudiado y exiliado de su Florencia natal, en una Italia unida en la celebración durante todo el año de su «sumo poeta», pero que entonces aún tardaría cinco siglos en existir como Estado.

Curiosamente, el día nacional del poeta, bautizado como Dantedì, no tiene que ver con su muerte ni con su nacimiento (en 1265, aunque el día no se ubica con exactitud), sino con la jornada que los estudiosos han fijado como la de inicio del viaje imaginario hacia el más allá de la Divina Comedia, el 25 de marzo.

Dante es la Divina Comedia, obra cumbre de la cultura italiana y una de las más importantes de la literatura universal, pues el poema recoge su pensamiento, sus sentimientos y sus vivencias.

Pero siete siglos después de la muerte de su autor, como ocurre a menudo con los clásicos, se puede leer no solo como la conjunción perfecta de las ideas de la Edad Media y el primer Humanismo renacentista, sino también con un enfoque actual e incluso con ciertas similitudes con nuestro tiempo.

De las tres etapas -Infierno, Purgatorio y Paraíso- que recorre Dante en su viaje de ultratumba, la primera, el Infierno, en la que lo acompaña el poeta clásico Virgilio, es en la que el «sumo poeta» expresa con mayor claridad sus ideas sobre múltiples temas, desde la filosofía hasta el amor, pasando por la política o la religión.

«A mitad del camino de la vida, en una selva oscura me encontraba porque mi ruta había extraviado»

A sus 35 años, Dante se encuentra en la que podría haber sido la mitad de su vida por la media de edad de la época y está inmerso en una crisis personal. Su viaje al más allá es una búsqueda de la purificación y la redención, a partir de la alegoría del hombre pecador que se aleja del camino correcto.

«Amor, que a nadie amado amar perdona»

El poeta parafrasea en boca de Paolo y Francesca, los amantes que protagonizan el canto V del Infierno, las ideas de Andreas Capellanus, pensador que en el siglo XII escribió un tratado llamado De Amore («Sobre el amor»), donde afirmaba: «El amor no puede negar nada al amor».

El amor tiene una importancia trascendental para Dante en el sentido más amplio de la palabra, pues sostiene su ascenso hacia la verdad revelada de la mano de su adorada Beatrice, la joven de la que se enamoró perdidamente en su juventud y a quien, pese a morir veinteañera, nunca olvidó.

«Son avaricia, soberbia y envidia las tres antorchas que arden en los pechos»

Dante nunca desligó su condición de poeta de su implicación política y participó activamente como güelfo blanco, la facción moderada que apoyaba al papa, frente a los gibelinos, afines al Sacro Imperio Romano Germánico.

Duro y crítico consigo mismo y con los demás, cuando ocupó uno de los mayores cargos políticos de Florencia, el de prior, expulsó a los violentos que perturbaban la paz, entre ellos un gran amigo suyo, el también poeta Guido Guinizelli.

En una Florencia sumida en constantes luchas de poder, de las que él también formaba parte, estos versos son solo dos de los muchos que en su obra arremeten contra los malos atributos de los gobernantes.

«Y entonces salimos a volver a ver las estrellas»

El verso con el que Dante concluye su periplo por el inframundo es un canto a la esperanza: tras haber encontrado en su camino las desgracias más inhumanas, el poeta deja atrás la noche infernal y se dispone a escalar la colina del Purgatorio en busca de redención.

Es una de esas citas que forman parte del lenguaje popular y los italianos la usan con frecuencia para señalar la vuelta a la normalidad tras un periodo sombrío. En el último año y medio, durante el «infierno» de la pandemia, son muchos los que han pronunciado este canto de optimismo: «E quindi uscimmo a riveder le stelle».

Fuente: EFE.

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