martes, marzo 19, 2024
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Costumbres que matan mujeres

En la sociedad occidental, se ha logrado la igualdad entre hombres y mujeres: mismos derechos, mismas oportunidades, misma dignidad ante la sociedad, la ley, etc. Tenemos mujeres policía, políticas, doctoras, presidentas o primeras ministras (Margaret Thatcher en Reino Unido en los ochenta, Angela Merkel en Alemania desde 2005-2021). Sin embargo, el postfeminismo como orden postmoderno se ha centrado en una lucha social sin sentido alguno en la sociedad a base de inexactitudes, falsedades, paranoias de diverso tipo, mentiras y generalizaciones que en algunos casos rozan el delito de odio.

En este artículo, que es más que nada un catálogo y muestrario, quiero enseñar a nuestro querido lector de El Liberal no sólo que las feministas modernas de chiringuito y cabreo eterno vociferante mienten sino que, al mismo tiempo, son unas cobardes que ignoran totalmente la realidad que se viva más allá del barrio donde viven, la secta donde pontifican y el bar de la esquina donde evangelizan en una ideología absolutamente prostituida, que más que acomodarse a una realidad que es el triunfo de la igualdad entre hombres y mujeres parece que busca continuar una guerra de sexos a través de una huida hacia adelante reivindicando estupideces del calibre de los “micromachismos” sin reparar (por ignorancia o conveniencia) que, más allá de esa Europa que odian, hace mucho, muchísimo frío para las mujeres.

¿Me acompañan?

Ablación de clítoris

La ablación consiste en la amputación del clítoris (normalmente con cuchillas de afeitar, cuchillos, cristales  o piedras afiladas). Tras esto vienen los labios mayores y menores y el cosido de la vagina. Esta costumbre se lleva a cabo sobre todo en el continente africano. Desde Nigeria hasta Somalia y desde Egipto hasta Kenia, existió en algunas tribus latinoamericanas y en el sureste asiático. Esta horrible práctica está muy extendida. En el cosido de la vagina se deja una pequeña apertura para evacuar la orina y la sangre menstrual, fuente de constantes infecciones urinarias que pueden provocar la muerte a las pocas niñas que logran sobrevivir a la brutal mutilación.

Una vez prometida y poco antes de casarse, se inspecciona si la mujer ha sido mutilada o no y el estado de la costura. En algunos casos, se cortan los hilos antes del matrimonio. Las relaciones sexuales no solo no son ni pueden ser placenteras, sino que suelen ser un suplicio, y el parto suele ser mortal para la madre y para el bebé.

Bacha posh

El bacha posh es una costumbre de Afganistán que consiste en vestir a las niñas como si fueran niños. Existe también el bacha bazi, que es al contrario. Normalmente, esta costumbre se hace por la vergüenza que provoca en la familia no tener hijos varones, por lo que la hija mayor (normalmente) pasa a ser travestida y comienza a actuar como un niño, lo cual tiene ciertas ventajas, ya que pueden estudiar o jugar con normalidad. El problema viene cuando la niña desarrolla su sexualidad, comienza el periodo y debe casarse.

Como se ha criado como un niño, no tiene los conocimientos para poder vivir como mujer (según la cultura afgana) y se expone a palizas, maltrato psicológico o al asesinato motivado por el descontento de su marido, que queda justificado como crimen de honor.

Mujeres jirafa

Esta tradición se da en algunos lugares de África, pero sobre todo en el sureste asiático, y consiste en estirar el cuello de las mujeres usando argollas. Normalmente, se empieza con esta práctica cuando la niña tiene entre cuatro y seis años y con el tiempo se le añaden anillos que estiran más el cuerpo.

Esta costumbre genera una gran deformidad y problemas de cervicales y en las clavículas, que son empujadas hacia las costillas.

Lo peor de todo es que las mujeres viven encadenadas a las argollas, que no pueden quitarse nunca al ser un signo de belleza y estatus. De hecho, la pena para las mujeres adúlteras en el sureste asiático consiste en que la argolla les sea retirada para siempre, dejando ver la malformación provocada a modo de vergüenza.

Planchado de senos

El planchado de senos se practica en África Occidental, pero sobre todo en Camerún y ciertas zonas de Nigeria. Consiste en golpear con objetos candentes los pechos de las niñas en edades próximas a la pubertad para retrasar o evitar el desarrollo de los pechos, normal durante la época de desarrollo sexual femenino.

Con esta práctica, se trata de evitar que la mujer sea objeto de deseo sexual por parte de los hombres. Se cree también que esta práctica evita el adulterio y los abusos sexuales, al entender que las violaciones se producen porque las mujeres provocan a los hombres. De modo que se procede a planchar y destruir los pechos, arrasando con los tejidos mamarios, para aplanarlos y que los senos no sean grandes o bonitos.

Esta tortura, que puede llegar a durar semanas, genera problemas psicológicos por la propia tortura, pero además por la visión de los pechos aplanados. También físicos, ya que se generan quistes, aumenta el riesgo de cáncer de mama y problemas a la hora de dar leche a los bebés recién nacidos.

Al planchado de senos se le denomina también como «segunda ablación».

Matrimonio de menores

Muchas niñas son obligadas a casarse con hombres mayores en ciertos países como Yemen. En este caso, las niñas de entre nueve y doce años, pero también de menos edad, son desposadas por hombres mucho mayores.

Muchas chicas mueren durante la noche de bodas por desgarros y heridas y en algunos casos durante el parto, debido a que la falta de desarrollo completo del cuerpo, ya que aún son niñas, les provoca partos de alto riesgo que se traducen en secuelas físicas para toda la vida o en la muerte.

Uno de los casos que sacudió a la opinión pública fue el vídeo de Nada al Ahdal mientras huía de la casa de su padre a la de su tío tras saber que se estaba negociando su matrimonio con un hombre mayor. Caso similar al de Parwana en Afganistán, que se hizo viral a finales de 2021 y provocó reacciones contra el comprador de la niña, que fue vendida por su padre, Abdul Malik.

Leblouh

En el Sahara y Mauritania, sobre todo a las mujeres más gordas se las considera como las más hermosas. Tener una hija delgada es símbolo de pobreza y es motivo de vergüenza. De hecho, en Mauritania existen las llamadas «casas de engorde» para practicar el leblouh, que consiste en llevar a niñas a estos lugares y obligarlas a comer cantidades enormes de comida. La ingesta de todas estas calorías puede generar problemas de salud como diabetes, ácido úrico y problemas cardiovasculares. Pero aun así no importa, ya que cuanto más gorda, mejor.

En este cruel proceso, se obliga a las niñas a vomitar para seguir comiendo. Muchas de ellas desarrollarán enfermedades que a la larga acabarán con su vida.

Lapidación

La lapidación es una práctica que consiste en matar a una persona a pedradas. Es un método muy antiguo de ejecución, una condena «judicial» que existe aún en la legislación de cuatro países como Nigeria, Indonesia, Somalia e Irán. Tiene su regulación, que consiste en enterrar a una mujer hasta el pecho (y a un hombre hasta la cintura) y lanzar piedras que no sean muy grandes y que provoquen una muerte instantánea ni tan pequeñas que no puedan ser consideradas como piedras.

En este caso, se pretende alargar al máximo el tiempo de sufrimiento del reo usando piedras que provoquen la muerte más lenta posible. Un caso de lapidación pública fue el de Duah Khalil Aswad, asesinada en 2007 por una turba debido a que ella, siendo kurda y yezidi, se había enamorado, y de un árabe musulmán iraquí. Ella misma se había convertido al Islam, motivo por el cual fue perdonada por su familia con el objetivo de atraerla a su pueblo para poder  asesinarla.

Turismo sexual

Existen muchos países donde uno de sus principales reclamos es el turismo sexual. Obviamente, no es público ni lo venden en tours, pero se sabe que en esos países la legislación no va a perseguir estas actitudes. Muchos europeos van a esos países a saciar sus depravadas tendencias con el consiguiente riesgo para la víctima de contraer alguna enfermedad sexual que provoque su muerte.

Crímenes de honor

Los crímenes de honor o venganzas de sangre se cobran la vida de miles de mujeres al año en países como Irak o Pakistán, donde cualquier ofensa puede hacer que la vida de la mujer corra peligro, ya que de la sumisión de la mujer a la familia depende el honor de esa casa. Se vincula la buena imagen de todos los familiares a las actividades sociales de las mujeres de la casa, de tal forma que realizar ciertos actos puede ser ofensivo para la familia y acabar en crímenes de honor llevados a cabo por miembros de la propia familia. Así como ataques, especialmente con ácido, que provocan daños muy graves en la cara de las mujeres.

Otra versión de este tipo de crímenes es la venganza por desobedecer a la familia a la hora de aceptar la mano de un pretendiente, divorciarse o decidir por ella misma con quién quiere estar o no. En ese caso, se da este tipo de violencia que puede implicar a la familia del novio rechazado o del marido tras el divorcio, razón por la cual se cobran su venganza desatando guerras entre familias y clanes, etc. Uno de los casos más famosos fue el de la chica kurda Pela Atroshi, criada en Suecia pero de origen kurdo iraquí: fue asesinada por su tío Rezkar Atroshi al no tolerar que su sobrina no viviera de acuerdo a las normas de vida kurdas.

Mujeres-plato

Entre los mursi, una tribu de origen nilo-sahariano originaria de Etiopía y con una población de unos 9.000 habitantes, posee una estructura social muy jerarquizada. El valor de la mujer se determina por la cantidad de joyas y vestimentas que usa. Cuanto más grande y colorida, mejor, pero sobre todo por el uso del dhebinya, un disco de cerámica o madera que se pone en los labios (el disco puede medir entre 4 y 20 centímetros).

Para ser insertado, se deben extraer los dientes incisivos inferiores y cortar el labio separándolo de la barbilla para que, una vez puesto, el plato quede acomodado entre el hueco de los dientes y sujeto por presión del labio, estirado, a la boca. Una vez retirado el plato, el labio interior queda convertido en una especie de cuerda flácida sin función.

Violaciones de guerra

No es técnicamente una tradición, pero forma parte del acervo bélico durante milenios. De hecho, puede que sea una de las primeras armas psicológicas y de tortura que existen todavía en el mundo. Desde tiempos prehistóricos, la violación de las mujeres vencidas, normalmente acompañada con el asesinato de hombres y niños, era normal, y el objetivo era variado.

En primer lugar, se trasladaba la guerra al cuerpo de la mujer y se la humillaba al pertenecer al pueblo vencido. Una vez exterminados sus hombres y niños varones y esclavizadas las mujeres, el objetivo paralelo consistía en desplazar étnicamente a los vencidos buscando engendrar de las mujeres derrotadas.

Estos actos que parecieran absolutamente primitivos y terribles se han dado y se dan en África entre las milicias, pero también en Oriente Medio cuando el DAESH y otros grupos yihadistas asesinaron a miles de hombres y esclavizaron a las mujeres convirtiéndolas en esclavas sexuales. Mujeres kurdas, asirias, arameas, cristianas, chiitas, yezidíes y demás fueron vendidas en mercados de esclavos, situación similar a la vivida por las mujeres afganas o yugoslavas durante las guerras de los Balcanes, cuando las violaciones se convirtieron en la moneda común de castigo colectivo y violación de Derechos Humanos.

Vírgenes juradas

En las zonas rurales y montañosas del norte de Albania, existen comunidades ancladas en las leyes del Kanun, leyes tribales bastante antiguas compiladas por diferentes líderes albaneses, ya sean cristianos anti otomanos como Skanderbeg o Lekka Dukajini o líderes albaneses otomanos musulmanes. El Kanun es una forma jerarquizada y tribal que ordena la vida del individuo y de la comunidad a todos los niveles: herencias, venganzas de sangre, comercio, matrimonio, divorcio, respeto al clero y edificios religiosos, etc.

Pues bien, en el Kanun albanés existe una figura que es la de la virgen jurada. Esto es cuando una mujer, a través de la ficción social tras un ritual ante los ancianos de ese pueblo o comunidad, declara que es un hombre, cambia de ropas, corta sus cabellos y modifica su nombre a uno masculino. Con ello, deja de ser una mujer, pero no puede casarse: debe mantenerse soltero durante toda su vida, ni hombres ni mujeres.

Ese es el precio que debe de pagar para salir de los roles femeninos establecidos en ese código y obtener los derechos y obligaciones de los hombres, ya que el varón, bajo este código, tiene un mayor nivel de libertad que la mujer. De modo que la única forma que tiene una mujer de ser algo más libre es irse o realizar este ritual e iniciar esta ficción social, que es irrevocable.

Como en todo código tribal de estas características, la relación se establece en la forma de derechos y obligaciones. La comunidad tiene la obligación de aceptarla como un hombre y tratarle como tal y ella de cumplir con su juramento. Es una relación bilateral perfecta en la cual unos y otros dan y reciben. La violación de estos términos por parte de la virgen jurada puede acarrear una venganza de sangre.

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