martes, abril 16, 2024
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China pagó un ejército de ‘trolls’ cibernéticos para censurar información sobre el COVID

Una filtración masiva de documentos oficiales revela que el Gobierno chino censuró los medios de comunicación y las redes sociales durante el inicio de la pandemia

El 7 de febrero de 2020, el Gobierno chino se vio en una situación poco frecuente: tenían una crisis de opinión pública. El motivo fue la muerte de Li Wenliang, el doctor que advirtió del descontrol del coronavirus en el país asiático y que acabó falleciendo infectado por el virus.

El Gobierno había tratado de acallar la voz de Li en su alerta por ese nuevo patógeno que se extendía rápidamente por el país. Por eso, a raíz de la muerte del médico, las redes sociales reaccionaron con indignación por la tendencia habitual de las autoridades chinas a tratar de censurar cualquier tipo de denuncia o discrepancia con el discurso oficial.

Pues bien, miles de documentos filtrados que han visto la luz gracias a una investigación conjunta de ‘The New York Times’ y ‘ProPublica’ muestran que el Gobierno chino se tomó muy en serio el desafío de sus ciudadanos y respondió con todas las armas a su alcance para retomar el control de la situación.

En concreto, las autoridades ordenaron a los medios de comunicación no enviar notificaciones que avisaran a sus lectores de la muerte del doctor y conminaron a las plataformas sociales a que fueran eliminando gradualmente el nombre de Li Wenliang de sus listas de temas en tendencia. Además, pusieron sobre el campo de batalla digital a sus legiones de bots (usuarios falsos) para que redirigieran la conversación en las redes hacia otros asuntos.

Durante meses han sido varios los gobiernos, particularmente el de Estados Unidos, que han acusado al Partido Comunista Chino de haber ocultado la verdadera gravedad del coronavirus en las primeras fases de la pandemia. La filtración de estos documentos gubernamentales sobre el control de las redes sociales entre sus ciudadanos parece confirmar que esta vez el modus operandi característico de los censores chinos ha tenido consecuencias más allá de las fronteras del país asiático.

Por ejemplo, según la investigación llevada a cabo por ‘The New York Times’ y ‘ProPublica’, los medios de comunicación chinos sufrieron severas restricciones a la hora de informar sobre la pandemia iniciada en Wuhan. A los digitales y demás medios se les prohibió comparar el COVID-19 con la epidemia de SARS de 2002 que también tuvo su origen en China. Además, los medios recibieron instrucciones sobre qué términos debían aparecer en negrita en sus noticias; la información debía estar dirigida a elogiar los esfuerzos del personal sanitario y de los funcionarios gubernamentales en Wuhan; y los titulares debían evitar las palabras «incurable», «letal» o «cuarentena».

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