sábado, abril 20, 2024
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Aplausos a los héroes olvidados

“Pipipiiií, pii, piiiii… Pipipiiií, pii, piiiii…”

Seis de la mañana, suena la alarma del móvil. Ana abre los ojos. Se siente cansada, más que normalmente. Bueno, en realidad lleva semanas cansada. Se incorpora de la cama y cruje su espalda, esa que lleva días dolorida. Se mira al espejo y ve marcadas sus ojeras. Al lavarse la cara aún siente el olor a lejía en sus manos. Ese olor que siempre la acompaña.

Aún no ha salido el sol. Coge el transporte público y escucha en la radio el reconocimiento del ministro de Sanidad a todos los sanitarios por su gran labor y valentía durante esta crisis

  • “Siempre el mismo discurso” – piensa.

Su mente retrocede días atrás, cuando una compañera falleció tras haber contraído el virus y no forma parte de la lista de los sanitarios fallecidos a causa de la pandemia.

Dos batas, mascarilla FFP2, mascarilla quirúrgica y un par de guantes de látex. Coge un carrito con útiles de limpieza y ¡A trabajar! Al menos ahora ya va debidamente uniformada y protegida con su EPI. En marzo no le dejaban ponerse mascarilla porque “alarmaba innecesariamente a la población”.

Su tarea esta mañana: Desinfectar las habitaciones en las que han estado ingresados enfermos por coronavirus y después la ‘morgue’ del hospital ¿Suena tétrico verdad? Estas tareas no se realizan solas.

Armada con su particular pistola desinfectante lo deja todo reluciente, como se suele decir “como los chorros del oro”. En mitad de su jornada laboral recibe una llamada, la de su hija, que está trabajando en el extranjero ya que no hay empleo en España para ella.

  • “Mamá, he visto en el telediario que los casos están aumentando por allí, ten mucho cuidado en el hospital por favor”.

Su voz suena muy asustada. Ana se arma de valor y le lanza una mentira, de esas justificadas porque son piadosas.

  • “¡Tonterías cariño! Hoy estoy limpiando en Pediatría, está todo muy tranquilo. Además, ese bicho no se atreve a acercarse a mí ¡Con la de productos que llevo para matarle!”

Se ríen. La excusa no suena creíble, aun así, su hija se la quiere creer. 

Durante años Ana ha trabajado sin descanso para sacar adelante a su familia, ahora que ha llegado la pandemia se ha jugado la vida limpiando un hospital infectado de arriba a abajo, y a las ocho de la tarde, cuando la mayoría se acuerdan de los médicos y enfermeras que también luchan contra el virus con coraje, su hija sale a la ventana a aplaudir por ella y por todo el sector de limpieza. Por los héroes olvidados.

 

*Ana es también María, Carlos, Lucía, Juan… Ana es todas aquellas personas que han estado y siguen trabajando en la limpieza de hospitales. Ana es todos aquellos que también han puesto en riesgo su salud en los centros de salud, aunque no sean sanitarios. Ana, son las personas que han perdido la vida a causa del coronavirus, pero que no han sido contabilizadas como sanitarios fallecidos pese a estar trabajando también junto a ellos. Ana es el símbolo de todos esos héroes olvidados, a los que debemos un aplauso.*

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