jueves, abril 18, 2024
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Alexander Solzhenitsyn, el Nobel de Literatura encerrado ocho años en un gulag por una carta

Este viernes se cumplen 102 años desde aquel frío 11 de diciembre de 1918 en el que, en Kislovodsk, una pequeña ciudad situada al sureste de Rusia, nació el premio Nobel de Literatura Alexander Solzhenitsyn. En aquel momento, el mundo ignoraba que este pequeño ruso se convertiría en una de las voces disidentes contra el régimen soviético. Este gran escritor y pensador sufrió las consecuencias de lo que suponía su negativa a renunciar a su libre pensamiento y a callar ante uno de los regímenes más despóticos de la historia de la humanidad, pero ninguna de las adversidades a las que tuvo que enfrentarse en sus 89 años de vida le hicieron renunciar a su libertad.

Solzhenitsyn estudió matemáticas y física en la Universidad de Rostov, aunque, como el propio autor admitió en sus numerosos textos autobiográficos, siempre había deseado convertirse en escritor. En 1941, gracias a sus grandes resultados académicos, formó parte del Ejército soviético, con el cual participó en la famosa batalla de Kursk, que enfrentó a los tanques nazis contra los rusos. Sus hazañas bélicas le valieron ser condecorado en numerosas ocasiones.

A pesar de ello, fue arrestado en 1945 después de que el Comité para la Seguridad del Estado, más conocido como la KGB, interceptase una carta le dirigía a un amigo, y en la que criticaba duramente la gestión bélica de Stalin. Por ello, fue condenado a ocho años de trabajos forzados en una de las prisiones características de aquel régimen, posteriormente conocidas como gulags,y a un destierro forzado en Kazajistán. Durante su arresto, Solzhenitsyn tuvo que batallar con el cáncer que padecía. Tras ser liberado de prisión, se dedicó a impartir clases en una escuela primaria en su destino de exilio.

Sin embargo, Solzhenitsyn continuó con su escritura de manera clandestina en forma de ensayos anónimos para evitar a la KGB y un nuevo arresto. Su primer proyecto literario que fue capaz de publicar, tras la aprobación de Nikita Kruschev, fue su novela ‘Un día en la vida de Iván Denísovich’. En ella describía las condiciones bajo las cuales los presos de los gulags estaban obligados a vivir. La gran polémica que rodeó a la obra tras su publicación en 1962 le obligó a retomar la escritura clandestina. Sin embargo, esto no le forzó a renunciar a la escritura de ‘Archipiélago Gulag’, su obra literaria más ambiciosa y que le costó a Solzhenitsyn la expulsión de su país natal, tras ser descubierto por los servicios de inteligencia soviética.

Debido a su destierro, Solzhenitsyn publicó ‘Archipiélago Gulag’ en París en 1973. Allí, el escritor recogía su propia experiencia y los testimonios de centenares de presos que sufrieron la barbarie del gulag soviético. Es una de las obras que mejor refleja la realidad del sistema penitenciario de la Unión Soviética, y que comenzó a despertar un profundo rechazo por parte de la sociedad occidental hacia las prácticas del régimen.

Sin embargo, no todos recibieron con buenos ojos las verdades que Alexander Solzhenitsyn se dedicó a revelar. De hecho, uno de sus mayores críticos fue el filósofo y escritor francés Jean Paul Sartre. La realidad es que las prácticas del régimen soviético fueron blanqueadas en numerosas ocasiones por los intelectuales de la izquierda occidental, en parte debido a su contribución a la hora de propiciar la caída de la Alemania Nazi. Sin embargo, como en numerosas ocasiones a lo largo de la historia, un tirano se perpetuó en el poder y ganó legitimidad gracias a su ayuda para derrocar a otro tirano. Las consecuencias de ello siempre las sufre el pueblo, y aquellos que renuncian a someterse, de una manera más cruenta.

El escritor que dio a conocer la realidad al mundo, y que por ello recibió el premio Nobel de Literatura en 1970, volvería a su país natal en 1994 tras la caída de la Unión Soviética, donde fallecería el día 3 de agosto de 2008 a los 89 años de edad.

Los seres humanos nacen con distintas capacidades. Si son libres, no son iguales. Si son iguales, no son libres” (Alexander Solzhenitsyn).

 

Por Laura Gutiérrez

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