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Una década sin Manuel Fraga, uno de los representantes más polifacéticos e incansables de la política española

Siempre fue figura destacada en la actualidad nacional a través de sus múltiples cargos y una contundencia que no pasaba desapercibida

Una década sin Manuel Fraga, uno de los representantes más polifacéticos e incansables de la política española

Siempre fue figura destacada en la actualidad nacional a través de sus múltiples cargos y una contundencia que no pasaba desapercibida

Cuando Manuel Fraga sufrió una lipotimia en el Parlamento en 2004, en pleno discurso del debate sobre el estado de la autonomía, se negó hasta tres veces a «descansar un poquito», como le pidió el conselleiro de Sanidad, a quien al final le espetó: «He dicho que no».

Esta frase bien podría haber ido seguida de otra de sus contundentes expresiones: «… y punto!». Pero, al final, ante la insistencia de varios diputados, médicos de profesión, Fraga salió del hemiciclo. Cuando retomó la palabra una hora después, lo primero que hizo fue expresar una «disculpa y petición de perdón» porque esta indisposición le había impedido cumplir con su deber.

Así era Manuel Fraga Iribarne (Vilalba 1922-Madrid 2012), don Manuel o el León de Vilalba, que murió hace este sábado una década y de cuyo nacimiento hará en noviembre cien años. Su contundencia, brusquedad, e incluso mal humor, iban a la par que su capacidad de trabajo.

Después de aquel episodio, que muchos vieron como «el último de su vida política» -como le dijo el entonces líder del BNG Xosé Manuel Beiras-, aún volvió a presentarse a unas elecciones, que ganó pero sin mayoría absoluta para gobernar, y pasó cinco años en el Senado haciendo madrugar al personal y dando trabajo extra a los estenotipistas para seguir sus intervenciones.

Una década después, al PP no lo conoce ni el padre que lo fundó.

En Galicia, el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, ha dejado ya su impronta igualando el récord de Fraga con cuatro mayorías absolutas.

En todo caso, en la comunidad gallega siempre habrá un antes y un después de Fraga. Al igual que en el PP nacional, donde los sucesivos relevos han desdibujado la figura de aquel político de raza que estuvo en ejercicio durante la dictadura, la transición y la democracia sin bajarse del coche oficial.

Fraga fue ministro franquista, embajador, diputado en el Congreso, eurodiputado, presidente de la Xunta, senador… y un largo etcétera de cargos -aparte de ponente de la Constitución y fundador del PP– que hacen difícil resumir su biografía, mayormente política con lo personal siempre en un segundo plano.

Después de él, vino José María Aznar. El fundador del partido ya tenía sus miras políticas centradas en Galicia, pero desde esa esquina del mapa no dejó nunca de ser protagonista de titulares en la política nacional, tras pasar el relevo a Aznar «sin tutelas, ni tutías».

A Mariano Rajoy ya le había dado la receta para seguir haciendo carrera en política, que se casara y aprendiera gallego. Al actual líder, Pablo Casado, seguramente le diría que se dejase crecer la barba, lo que ya hizo hace dos años.

Ahora Fraga sería protagonista de memes y trending topics en muchas jornadas, por sus comentarios ácidos y políticamente incorrectos sobre casi todo.

Será, eso sí, el tema central de una obra de teatro, «Iribarne», que prepara ButacaZero para 2023, sobre la importancia del político gallego y su «legado» tanto en Galicia como en España.

Un legado político del que el presidente del Parlamento gallego, Miguel Santalices (PP), destaca su «apuesta por el autogobierno» con la transferencia de las competencias sanitarias para Galicia, y su labor como «padre» de la Constitución, así como la fundación de un partido «fundamental» en la transición.

De sus características más personales, valora especialmente su «clarividencia» para afrontar los problemas y su categoría como «un estadista». Pero sobre todo «su honradez», ya que fue un hombre que «vivió siempre como un funcionario público ejemplar».

En esta década sin Fraga en la vida política ha pasado de todo, menos la reforma de la Constitución, o la del Senado, una de las tareas que creía que estaba pendiente.

También se ha terminado la construcción de la Cidade da Cultura, en Santiago de Compostela, pero muy distinta a aquel macroproyecto arquitectónico que fue su «sueño» y en el que muchos vieron un «mausoleo». Además, el AVE ha llegado, por fin, a Galicia.

De quien fue uno de los grandes nombres, en lo bueno y en lo malo, para la política española y gallega, queda un busto en su localidad natal y en el Senado; el nombre de varias calles, entre ellas la avenida que lleva a la Cidade da Cultura; y algún que otro homenaje de su partido en discursos y actos.

Precisamente, este sábado el PPdeG ha recordado su figura con una ofrenda floral en Vilalba (Lugo), su localidad natal.

Fraga en gallego significa bosque y aunque la sombra de los carballos es amplia, no lo es tanto en estos tiempos de internet y de metaversos.

Como tan bien escribió la periodista Ana Viqueira, «solo el paso del tiempo y un petrolero pudieron con Manuel Fraga». Y el tiempo sigue siendo inexorable.

Fuente: EFE

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